En este artículo el autor reflexiona sobre la interferencia de Trump en la política interna brasileña y, lo qu es más grave, sobre los vendepatrias -como Bolsonaro y sus seguidores-, que se disfrazan de patriotas tras los colores de la bandera brasileña.
Solo puede ser más indignante que la aquiescencia de traicionar a la patria el hecho de que quienes lo hacen se escuden en los colores de su propia patria.
Comenzamos la semana inmersos en debates de evaluación sobre el balance de la recién concluida cumbre de los BRICS en Río de Janeiro. Muchos demostraban estar completamente satisfechos con la magnanimidad del evento y los numerosos acuerdos importantes establecidos entre sus miembros.
A su vez, otros cuestionaban esas alegaciones de éxito debido a la ausencia física de dos destacadas figuras en el bloque: el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping. Sus ausencias señalarían una clara pérdida de relevancia del evento y, en consonancia, del prestigio de Lula y de nuestro país, puesto que no habríamos sido capaces de ganarnos la confianza de todos.
Sin embargo, todo ese panorama nebuloso empezó a disiparse en los días siguientes.
Con la divulgación de la nota de la administración de Donald Trump anunciando que los Estados Unidos aplicarían aranceles adicionales del 10% a los miembros de los BRICS y a aquellos países que se adhirieran a sus propuestas, se disipó cualquier duda que aún quedaba en nuestras mentes: la reunión había sido, en efecto, completamente exitosa. La prueba de ello es el hecho de que ha molestado al imperialismo gringo hasta el punto de llevarlo a emprender una agresión de tales proporciones.
Sin embargo, esto sería poco comparado con lo que estaba por venir. Poco después, en una carta del propio jefe de la potencia imperialista, el gobierno de los Estados Unidos se involucró de lleno en los asuntos internos de nuestro país. Debido al proceso legal en curso contra el patriarca del bolsonarismo por su participación en el fallido golpe de Estado de enero pasado, se aplicarían aranceles aduaneros del 50% a todos los productos importados de Brasil. Sería este el castigo por el enjuiciamiento del líder golpista.
Pero vale la pena preguntarnos: ¿qué podría inducir al presidente de un país en el siglo XXI, sin importar cuán poderoso fuera, a actuar de una manera más infame que lo que solía ocurrir en los tiempos en que el Imperio Romano dictaba las reglas a su antojo?
Y es al responder a esta pregunta que pasa a primer plano la cuestión de la traición a la patria. No olvidemos que uno de los miembros del clan bolsonarista se tomó licencia de su cargo parlamentario en Brasil para trasladarse a los Estados Unidos con la determinación de trabajar junto a Donald Trump y sus funcionarios para encontrar formas de derrotar al actual gobierno brasileño e instalar al patriarca del bolsonarismo, o a alguien cercano a él, en la presidencia de nuestro país.
Imbuido de este propósito, el delfín del bolsonarismo, radicado temporalmente en tierras gringas, se ha dedicado a articular planes que buscan minar la capacidad de nuestro país de sustentarse con autonomía y soberanía. Todo se ha hecho para orientar a Donald Trump y su grupo de extrema derecha nazifascista sobre cómo golpear los intereses del pueblo brasileño de manera que genere muchas dificultades y penurias para nuestra nación.
Evidentemente, para cumplir con su plan de retomar el control político de Brasil, el bolsonarismo no vacila en practicar ninguna sordidez. Mucho más que probablemente, deben haberse comprometido a entregar y franquear a los grandes capitalistas gringos y a sus corporaciones todos nuestros recursos naturales y nuestras empresas estatales. Seguramente, el petróleo y Petrobras están en el centro de su mira.
Es muy comprensible que Donald Trump se preocupe por liberar de la prisión a su mayor aliado en nuestro país. Él sabe como es importante contar con alguien que no duda en poner los intereses de los Estados Unidos por encima de los del pueblo brasileño. Entonces, de acuerdo con lo que piensa Donald Trump, es muy válido y deseable tener en el comando de una nación que desea expoliar a una persona y a un grupo político que estarán siempre dispuestos a cooperar para que se consuma el proyecto trumpista de «Hacer a los Estados Unidos grandes nuevamente».
Este es un momento de crucial importancia para todos los brasileños de corazón. Ha llegado la hora de defender la patria de verdad. El bolsonarismo representa la traición a todo lo que significa independencia, soberanía y dignidad del pueblo brasileño. Por más que se disfracen con los colores verde y amarillo, su servilismo y viralatismo hablan mucho más alto. La podredumbre de la traición exhala por todos los poros del bolsonarismo y de sus mandantes, los grandes capitalistas de la élite del atraso.
Traducido del portugués para Rebelión por el propio autor.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.