El debate sobre el trabajo productivo tiene larga tradición en la investigación económica. También en el ámbito del marxismo. Esto se ha deslizado hacia la política bajo distintos planteamientos: unas veces sobre quién es el sujeto portador de la transformación social (fracción fabril de la clase obrera vs. cuellos blancos) y otras, por ejemplo, en cuanto al modelo económico a impulsar (más o menos basado en la industria).
Marx sobre lo improductivo del comercio
En el Libro II de El Capital, Marx analiza la circulación del capital. En su primera sección detalla actividades como la compraventa, la creación de dinero (oro), la contabilidad, el almacenaje y el transporte, cuestionando su carácter productivo.
En cuanto a la actividad de compraventa dice que es un trabajo improductivo porque la compraventa solo atañe al cambio de forma del valor (pasando de mercancía a dinero en el caso de la venta, y de dinero a mercancía en el de la compra), pero no se altera la cantidad de valor; no hay generación de valor en el despliegue de los trabajos implicados. En nuestra opinión este tratamiento es tautológico y no agota el tema.
Evidencias en contra (de la improductividad del comercio)
Además hay fenómenos que invitan a cuestionar esta posición:
– La evolución laboral y sindical de los trabajadores del comercio no ha sido muy diferente a la de los trabajadores fabriles.
– El sector del comercio ha seguido una marcha similar al resto de sectores productivos (industria, construcción).
– Existen empresas comerciales de gran tamaño (en capitalización y en empleo).
– En las empresas grandes las operaciones comerciales no son de las primeras en ser externalizadas, lo que acontece con las que aportan menor valor añadido
– Si la actividad comercial fuera improductiva habría una tendencia fuerte a ser estatalizada mejorando la tasa general de ganancia (igual plusvalor y menos capital a repartírselo) y no ocurre.
Por ello, proponemos repensar el carácter productivo de la actividad comercial. Para ello, examinaremos el trabajo de venta (o la compra, que es lo mismo visto desde el otro lado) a la luz de las determinaciones que el propio Marx sostiene para el trabajo creador de valor en el primer capítulo del Libro I de El Capital. Pero, antes conviene recordarlas.
El trabajo productivo en Marx
En el libro I de El Capital, en el primer capítulo, se explica que la propiedad de cambio (cambiabilidad) que adquieren los productos del trabajo concreto y social (para otros) tiene su origen en el carácter privado e independiente en que se realiza dicho trabajo. Dice más, que la magnitud de esta propensión al cambio, el valor, se determina por la cantidad de trabajo abstracto socialmente necesario realizado de manera privada e independiente en su producción. Por último, se indica que este valor sería el fundamento del precio.
Por tanto, las condiciones del trabajo productivo de valor establecidas por Marx, son: útil, social, privado e independiente.
Del taller al mostrador
Crear una mercancía está bien, pero el salto mortal de la mercancía -dirá Marx- es venderla. Así que se trata de abandonar el taller y acompañar a nuestro esmerado artesano al mostrador o al puesto desde el que vocea su mercancía mostrando sus dotes comerciales.
Allí, en el mercado, nuestro productor se transformará en vendedor y empleará todo su saber para informar, asesorar y convencer a los potenciales compradores sobre las propiedades de su mercancía y lo bien que se ajusta a sus necesidades; además, expedirá el producto y recogerá el dinero, introduciéndolo en la caja, devolviendo el cambio; finalmente, despedirá al satisfecho comprador que abandonará el establecimiento con su artículo y el bolsillo aligerado.
Como se ve, esta actividad de venta requiere trabajo: vivo (fuerza de trabajo cualificada y habilidosa) y muerto (local, estantes, maquina registradora, cinta deslizante, electricidad, aparatos de medida, etcétera).
El trabajo productivo de venta
Ahora veamos si este trabajo comercial cumple con las determinaciones del trabajo productor de valor, que expusimos arriba.
El trabajo de venta, pensemos en el voceo de la mercancía, es un trabajo que produce un efecto útil, una utilidad, aunque solo sea la realización del valor de la mercancía, o sea su conversión en dinero.
Además de útil para el vendedor, es un trabajo útil para el comprador pues le permite hacerse con el producto, apropiárselo. Desde el momento que el productor empieza a elaborar el producto está pensando en quién se lo puede comprar. Esto es un signo de la utilidad social que media en la producción y en la venta de la mercancía.
El trabajo de venta, que realiza el productor de mercancías, se realiza de manera privada, éste organiza a su manera la actividad decidiendo el qué, el cómo, el cuándo y el cuánto. La garantía de todo ello es la propiedad privada de los medios de producción (de venta, en este caso).
Igualmente, se trata de un trabajo realizado de modo independiente, no existen vínculos que unan personalmente al vendedor y al comprador; ambos son personificaciones de sus respectivas mercancías (la del comprador es el dinero).
Nuevo planteamiento sobre el trabajo de compraventa
Dado que el trabajo de venta es socialmente útil y realizado de manera privada e independiente, hemos de considerarlo productivo de valor según el propio criterio de Marx y, paradójicamente, contra su posición. Cuestión que merecería una reflexión aparte: por qué Marx no vio esto.
Si la venta en tanto trabajo social, además se realiza de manera privada e independiente (sea mercantil simple o capitalista), dicho trabajo se materializará como valor en el producto que se venda, agregándose al valor de la producción un valor de circulación (de venta). Ambos, valor de producción y valor de circulación (incluye venta, transporte, contabilidad y almacenaje) sumarán el valor total de la mercancía, que será la sustancia de su precio.
De esta forma, bien si es el propio productor el que vende el producto, bien si se trata de un sujeto especializado en la venta, vendedor autónomo (comerciante), o un vendedor contratado asalariadamente, en todos esos casos el trabajo de venta crea valor y este valor se añade al valor de producción. Además, en el caso del vendedor asalariado, su trabajo generará un plusvalor.
Pedro Andrés González Ruiz, autor del blog Criticonomia
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