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¡9.764 días de guerra contra Venezuela!

Fuentes: Rebelión

El ataque del gobierno de los Estados Unidos de América (EE. UU.) contra Venezuela no es nuevo, se desató en el momento que el candidato Hugo Chávez tomó el poder el 2 de febrero de 1999. Tuvieron, en ese momento, la esperanza de cooptarlo, de domarlo, sin embargo ya para diciembre de 2001 estaban seguros de no poder lograr esos objetivos y pasaron a un formato, más clásico, de golpe de Estado. Utilizando la prensa nacional e internacional y una camarilla de felones a lo interno del estamento militar, lograron derrocarle el 11 de abril de 2002, pero el pueblo en la calle, junto a los militares patriotas y leales lo rescataron y lo restituyeron en la presidencia ¡en tan solo 48 horas!

Luego activaron células malignas, antinacionales y traidoras dentro de la industria petrolera, y desataron lo que llamaron el “paro petrolero”, que logró detener buena parte de la economía nacional y generó gravísimas perdidas financieras al país. Sin embargo, esto le permitió a la Revolución Bolivariana, en contra golpe, extirpar el tumor de Petróleos de Venezuela y poner la principal empresa del país al servicio de la Nación.

El ataque continuaba de diversas maneras: uso permanente de tácticas de guerra comunicacional y de guerra psicológica; sabotajes a las empresas de generación y distribución de electricidad, hídricas, petroquímica, del hierro, del aluminio, y en la propia industria petrolera; infiltración de paramilitares con el objetivo de atacar el palacio presidencial y asesinar al presidente; ataque permanente en el ámbito diplomático; fuga de divisas por empresarios que encontraron mecanismos para burlar los controles cambiarios y logran apropiarse, de manera fraudulenta, de parte importante de la renta petrolera, lo que hizo un grave daño a la economía nacional, todo lo cual convertía la agresión en una guerra híbrida, una guerra multifactorial del imperialismo y sus siervos locales contra todo el pueblo venezolano.

Por otro lado, la recomposición de la OPEP, lograda por el comandante Chávez tras la gira por sus países miembros y la II Cumbre de la OPEP en el año 2000, permite establecer el sistema de bandas que consigue un precio estable y justo para el petróleo, lo que permitió un gran beneficio para el pueblo venezolano y los pueblos de los países productores. El presidente Chávez democratiza la renta petrolera y logra activar con la ayuda del comandante Fidel Castro y el pueblo de Cuba las Misiones de salud, educativas, de vivienda, de deporte, cultura y otras, con lo que aminora de manera importante la pobreza heredada y logra bienestar para toda la sociedad.

La derrota del ALCA en Mar del Plata en presencia de G. W. Bush es una de las espinas que hace que el imperialismo yankee chille de dolor y cólera todos los días, su plan de dominación plena en el continente se vino abajo y se quebró para siempre. Chávez y Kirchner fueron los principales artífices de esta profunda derrota del Imperio, nada más y nada menos, que en lo que consideraban su patio trasero.

El presidente Chávez también crea Petro Caribe que prestará una gran ayuda a los pueblos del Caribe y Centro América, incluida nuestra hermana República de Cuba; colabora con la República Argentina en la cancelación de su deuda mortal con el Fondo Monetario Internacional y coadyuva de manera importante con la primera oleada de gobiernos progresistas que triunfan por toda Latinoamérica, lo que trae grandes beneficios a los pueblos del continente.

Después de 15 años de continua y difusa guerra híbrida contra la Revolución y el artero ataque a la vida del comandante Chávez, el imperio y sus secuaces locales esperaban la derrota electoral de las fuerzas revolucionarias. Más el resultado fue contundente, el pueblo eligió de manera “plena, como la luna llena”, al candidato designado por el presidente Chávez, Nicolás Maduro Moros, y derrotó, una vez más, al gobierno yankee y sus lacayos.

No aceptaron la derrota y de inmediato empezaron ataques violentos que dejaron decenas de víctimas e iniciaron una sucia y cruel guerra económica contra toda la población: desaparecieron los alimentos, medicamentos, se activó el contrabando de extracción, con la gasolina al frente, se atacó a la divisa y se trató de desaparecer el cono monetario, entre muchas otras acciones de desestabilización.

Por su parte, en marzo de 2015 el imperio daba otra vuelta al nudo. El engendro, premio Nobel Barak Obama firma una Orden Ejecutiva, en la cual acusa a Venezuela de ser “una amenaza inusual y extraordinaria contra la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos de Norte América” escalando de inmediato la violencia de su ataque y abriendo la puerta a una serie de ilegales, injustas e inhumanas medidas coercitivas unilaterales en contra e nuestras instituciones, de nuestros líderes y de nuestra principal fuente de ingresos, Petróleos de Venezuela, que afectó de esta manera a todo el pueblo venezolano. Los ingresos caen en más de un 95 % , lo que agrava drásticamente la crisis económica generada artificialmente que mencionamos anteriormente.

La oposición obtiene un triunfo electoral basado en los efectos de la guerra desatada, sobre todo en su componente económico y logra la mayoría en la Asamblea Nacional. La oposición, con el estímulo explícito del gobierno estadounidense y violando todas las normas y principios democráticos, se envalentona nuevamente y reinicia la violencia callejera, principalmente en las zonas citadinas en las que se siente más fuerte, con la intensión, una vez más, de derrocar al presidente Maduro y exterminar a los bolivarianos y la Revolución Bolivariana. Pero, de nuevo, serán derrotados con medios constitucionales y legales: el presidente Maduro convoca un proceso Constituyente y logra en pocos días detener las guarimbas y fortalecer la democracia participativa y protagónica, lo que desemboca en un nuevo triunfo electoral que reelige al presidente Maduro para el período 2019-2025.

Trump durante todo su primer gobierno amenazó, vociferó y mantuvo “todas las opciones sobre la mesa”, en violación de la Carta de las Naciones Unidas que prohíbe expresamente el uso de la amenaza y exige respeto a la autodeterminación de los pueblos. Su subnormalidad llegó al extremo de pretender imponer al pueblo venezolano, desde una plaza pública, un gobierno gaseoso, inexistente, con un fantoche al frente, que lo único que logró fue enriquecerse él y su camarilla con el robo de los activos de la República en el exterior. Los esfuerzos hechos por la CIA usando al títere como mampara para invadir el país, asesinar al presidente o dejar al país sin electricidad fallaron estrepitosamente.

Con Biden a cargo, el gobierno estadounidense mantuvo la estupidez de reconocer un gobierno inexistente. Incrementó las medidas coercitivas unilaterales y dio continuidad a la estrategia imperialista de pretender estrangular al pueblo venezolano. Como ninguno de los planes antidemocráticos aplicados ha funcionado, deciden disfrazarse de demócratas y después de generar tanta violencia y muerte se les permite lanzarse al proceso electoral presidencial que se planifica para el 28 de julio de 2024, en el cual resulta reelecto el presidente Maduro para el período 2025 – 2031. Como era de esperarse, de nuevo la oposición gritó fraude sin presentar ninguna prueba, como ha hecho en los 32 procesos electorales que ha perdido en los últimos 26 años. Su norma ha sido clara, solo son válidos los resultados de un proceso electoral si ellos ganan la elección, en caso contrario es un fraude.

Esta dura guerra multiforme e híbrida que hemos combatido desde Venezuela, con el pueblo a la cabeza, liderado primero por el Comandante Eterno Hugo Chávez y posteriormente por el Presidente Obrero Nicolás Maduro ha dejado grandes experiencias que permitieron enfrentar y vencer la mayoría de las batallas confrontadas: incremento sustancial en la producción de alimentos y lograr casi la soberanía alimentaria; el aumento de las capacidades nacionales para sustituir, con ingenio y esfuerzo nacional, importaciones que inciden de manera importante en nuestra industria petrolera y muchas otras; la ampliación y diversificación de nuestros proveedores y mercados de exportación; la consolidación de la unidad cívico-militar-policial que garantiza la seguridad y defensa de la Nación; la capacidad de organizarnos territorialmente con nuestras Comunas y Consejos Comunales y avanzar en el autogobierno y la productividad comunal; el robustecimiento de nuestras estructuras políticas, principalmente el PSUV; la profundización y expansión de las relaciones con países hermanos, como China, Rusia, Irán, India, Belarús, Sudáfrica, Turkiye y muchos más; la consolidación y fortalecimiento del ALBA-TCP y sus mecanismos de unión y hermanamiento; estrategias macroeconómicas que han permitido la estabilización y el crecimiento económico del país; y, por sobre todo, la claridad política, que ha permitido a la Revolución y al presidente Maduro permanecer leales al pueblo y al comandante Chávez, y mantener la soberanía y la independencia como principal línea estratégica.

El reelecto presidente Donald Trump asumió una postura sumamente hostil hacia Venezuela desde antes del inicio de su mandato. Viene con la intención de reimplantar la Doctrina Monroe para América Latina y el Caribe, y la necesidad de mantener la unipolaridad, pero gústele o no a él y al occidente colectivo, el mundo cambió y por ende fracasará en ambos cometidos. Ha demostrado que se comportará como lo que le gusta ser: el “malandrín” que abusa de su posición de poder circunstancial, hambriento de riqueza fácil y mal habida. Coautor junto al sionismo de genocidio, colaborador junto al resto de las estructuras del Estado y del Ejército de los EE. UU., del asesinato de decenas de miles de niños palestinos, de decenas de miles de mujeres palestinas.

El objetivo del imperialismo es el saqueo de la riquezas naturales de los pueblos. En el caso venezolano es obvio que petroleo, oro, bauxita, coltán, agua, biodiversidad y otras de nuestras riquezas son el blanco principal de su avaricia. Tener gobernantes dóciles y arrastrados a sus designios es parte de su panacea, premian a quienes facilitan y allanan el camino de su doctrina del “patio trasero”, la de “América para los (norte) americanos”.

Históricamente han derrocado gobiernos o asesinado a los líderes que se han opuesto a sus intereses y pretenden seguir haciéndolo bajo cualquier excusa. Ignoran leyes que ellos mismos ayudaron a construir, obvian a los pueblos que han despertado y dejan de ver la nueva realidad geopolítica de la multipolaridad.

Es vergonzoso que un país poderoso tenga que recurrir a mentiras, falacias y engaños para combatir a sus adversarios, para satisfacer sus deseos de continuar siendo el líder de un hipotético mundo unipolar. Con la voladura del Acorazado Maine EE. UU. se apropió de Hawai y Guam, hizo inmenso daño en Filipinas y Cuba y mantiene colonizado Puerto Rico; con el “incidente” del Golfo de Tonkin empezó una guerra de agresión contra Vietnam que causó un daño incalculable al pueblo vietnamita y salió, 10 años después, derrotado de esa heroica tierra; acusaron, falsamente, en las Naciones Unidas (NN. UU.) a Irak de tener “armas de destrucción masiva”, la destruyeron, mataron a cerca de un millón de iraquíes y a su presidente, Sadam Husein, saliendo impunes y derrotados; igual en Yugoslavia, Libia, Afganistán, Somalia y pare de contar.

Ahora acusan al presidente Maduro y otros líderes de la Revolución de ser narcotraficantes, ponen precio a sus cabezas y agreden a todo un pueblo. Con un falso relato, desmontado por los informes de la Oficina de Drogas y Crimen de las NN. UU. (UNODC, según sus siglas en inglés), que demuestran que más del 85 % de la droga que llega a EE. UU. lo hace por el océano Pacífico, 10 % por el Caribe colombiano y un 5 % por otras rutas, incluido el paso por Venezuela; los informes de la propia DEA y de expertos en el tema describen realidades muy similares. Sin embargo, el gobierno de EE. UU. y su presidente vociferan falsedades grotescas, hacen uso de la fuerza y asesinan extrajudicialmente gente en el Caribe violando descaradamente la Carta Fundacional de las NN. UU. y muchas otras leyes internacionales y demostrando fehacientemente su desprecio por los pueblos del mundo.


Envían una flota de varios acorazados, destructores, bombarderos, naves de desembarco y un submarino nuclear para amenazar y asesinar a pescadores en pequeños botes artesanales, los cuales nunca podrían cruzar el mar Caribe para arribar a costas de EE. UU. Han asesinado, hasta donde se sabe, ecuatorianos, colombianos, trinitarios y venezolanos, sin proceso judicial de ningún tipo, lo que los convierte en asesinatos extrajudiciales, calificados como crímenes de lesa humanidad. Pero ¿donde están la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Penal Internacional, el Consejo de Derechos Humanos de las NN. UU.? ¿La OEA, las NN. UU.?

Pretender con estas acciones amedrentar y doblegar al pueblo venezolano demuestra un total desconocimiento de su carácter y comportamiento, no es más que otra muestra de ignorancia y desprecio de las verdades históricas.

Ya El Libertador se lo dijo a un agente gringo, John Irving, en 1818: “Parece que el intento de usted es forzarme a que alterne los insultos: no lo haré; pero si protesto a usted, que no permitiré se ultraje ni desprecie al gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra populación y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende”. Y varios días después responde tajantemente al vil agente: “El valor y la habilidad, señor Agente, suplen con ventaja al número. ¡Infelices los hombres si estas virtudes morales no equilibrasen y aún superasen las físicas! El amo del reino más poblado sería bien pronto señor de toda la tierra. Por fortuna se ha visto con frecuencia a un puñado de hombres libres vencer a imperios poderosos”.

Así somos los venezolanos, hijos de Bolívar, Manuelita, Sucre, Urdaneta, Zamora, Cipriano Castro, Fabricio Ojeda, Chávez y tantos otros y otras compatriotas quienes dieron sus vidas por la independencia y soberanía de la patria. Ante el llamado del presidente Maduro a defender la Patria, millones de hombres y mujeres se apersonaron en las Plazas Bolívar de cada ciudad y pueblo de Venezuela para registrarse en la Milicia Bolivariana, el cual es un componente más de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) que cuenta con millones de milicianos y milicianas entrenadas. Los nuevos integrantes nos hemos venido preparando y entrenando para ocupar la trinchera que corresponda ante cualquier agresión extranjera.

Todo el territorio, nuestro mar y cielo está custodiado y será defendido como corresponde, nuestra Constitución establece que la defensa de la nación es corresponsabilidad de todos: junto a Bolívar, Chávez y Maduro, la FANB, el Estado en pleno y todas y todos los compatriotas nos organizaremos junto a las Brigadas Internacionalistas para combatir y derrotar al agresor.

¡Venceremos!