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Una tumba digna para Luisa Carnés

Fuentes: Rebelión

En una reciente visita al Panteón Jardín de la Ciudad de México, donde se encuentran enterrados varios españoles muertos en el exilio, encontré la tumba de la escritora Luisa Carnés en estado de abandono y con graves desperfectos. Supe por un trabajador del cementerio que los costes de un mantenimiento mínimo no son caros. Decidí entonces enviar un correo dirigido a la embajada y al Centro Cultural de España en México para informarles de esta situación y preguntarles de qué modo podrían hacerse cargo: “Desconozco si hay familiares de Carnés en México que puedan ocuparse del mantenimiento de la tumba, pero, en cualquier caso, entiendo que la institución que ustedes representan es parte interesada, teniendo en cuenta la relevancia cultural de nuestra autora y su importancia para las letras españolas. Sería una lástima que, en pleno proceso de reconocimiento de su figura a nivel internacional, se permitiera el deterioro de un lugar imprescindible para honrar su memoria”. Pasados más de dos meses, no he recibido respuesta alguna.

Es en este tipo de ocasiones donde una institución estatal puede manifestarse simplemente como un ente burocrático o bien puede dar muestras de estar aún abierta, aunque sea por una pequeña rendija, a la vida terrenal y “espiritual” que la rodea. El gesto de Antígona, al enfrentarse al poder por reclamar una sepultura decente para su hermano, nos recuerda que hay unos valores a los que los Estados en demasiadas ocasiones permanecen ciegos y sordos, encerrados en su laberinto de protocolos y normativas.

¿No consideran importante hacerse cargo de nuestros exiliados? ¿Van a dejar que la tumba de Carnés, de la que ya casi no se distingue el nombre, no sea más que un montón de piedras rotas, en vez de un lugar que favorezca el respeto y el homenaje? Durante el franquismo, hicieron desaparecer de las tumbas de figuras destacadas del movimiento obrero todo signo que pudiera identificarlas. Sería tristemente irónico que el paso del tiempo y la dejadez institucional lograran el mismo efecto de destrucción y olvido. Nosotros, aquellos que hemos recibido la herencia intelectual y política de los exiliados, no permitiremos que suceda.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.