El líder esclavo Zumbí nació en el estado Alagoas en 1655. Su madre era hermana de dos grandes líderes del quilombo (1) de los Palmares: Ganga Zumba y Gana Zona.
El más importante de todos los quilombos fue la Confederación de los Palmares nacida cerca de 1590, cuando esclavos de un ingenio de azúcar en Pernambuco, después de una rebelión sangrienta, se refugiaron en la sierra de la Barriga (Alagoas), y allá crearon las bases de un «Estado libre» en pleno Brasil colonial. Palmares fue, de hecho, un verdadero Estado autónomo: con una economía rica, organizada e independiente. Allí plantaban maíz, tabaco, papa, yuca y otros productos, que eran intercambiados con pueblos vecinos por munición, armas, sal, tejidos y herramientas.
La llegada de los holandeses a Pernambuco, en 1630, y las luchas que ocasionaron, facilitaron la huida de más personas hacia Palmares. El quilombo (ahora ya una confederación de aldeas) fue fortaleciéndose, llegando a tener 20 mil habitantes (según las cifras menores). La crisis económica de Portugal, añadida a la falta de mano de obra ocasionada por las fugas de esclavos hacia los quilombos, hizo de Palmares una peligrosa amenaza al poder colonial, que originó una violenta represión.
En todo el periodo de su existencia, los palmarinos soportaron 66 ataques, tanto de portugueses como de holandeses. Cuando niño, Zumbí sobrevivió a una masacre provocada por holandeses. Decidieron entregarlo a los cuidados de un cura, quien lo bautizó Francisco y le enseño las letras, matemática y latín. Volviendo a sus raíces, Zumbí, que significa guerrero, huye a los 15 años a Palmares. Pronto asciende al comando militar del quilombo, gobernado entonces por Ganga Zumba. El año 1680 muere Ganga Zumba. Hay dos versiones de su muerte, una cuenta que habría sido envenenado después de negociar la paz con las autoridades coloniales y otra que murió de un tiro en una ardua confrontación con fuerzas patrocinadas por la metrópoli, por señores de tierras e incluso por mercenarios. Zumbí asume el liderazgo de Palmares y enfrenta un período de represión que se fue haciendo cada vez más violento. Desempeñó con especial destreza el puesto de jefe militar de la Confederación de los Palmares, conduciendo las fuerzas palmarinas a muchas victorias contra las tropas pro-colonialistas.
Con los valores éticos y sociales que guiaban las estructuras colectivas de su cultura africana, Zumbí luchaba contra la explotación de un hombre por otro hombre. Defendía la libertad y la igualdad, lo que se expresó perfectamente en la estructura social y económica de los quilombos, en especial el de Palmares. Tras quince años de su liderazgo, el líder Zumbí (luego de diecisiete años de combate en que se destacó como uno de los mayores generales de la historia), traicionado por uno de los suyos, que denunció su escondrijo, es asesinado en una emboscada. Su cuerpo es mutilado y la cabeza es enviada para Recife, donde es expuesta en la plaza pública. La experiencia de Palmares fue una de las mayores y más largas respuestas a la orden esclavista. Más allá de un refugio que abrigó negros, indios y blancos pobres, fue un reducto de los más genuinos principios de lucha por igualdad y contra la opresión de los poderes imperialistas. Palmares es prueba de que, aunque la historia oficial lo oculte, el negro jamás fue dócil a la servidumbre y siempre luchó para afirmar su valor.
«El hombre blanco no busca el pueblo de Palmares. El blanco me busca a mí y lo que yo represento. Él quiere destruir el mito de la libertad, identificada en la figura de Zumbí de los Palmares, no dejará en paz el pueblo de Zumbí. Dejemos, entonces, que piense que Zumbí murió… Y realmente, mil veces moriría para salvar a mi pueblo, si así fuera posible. Mis generales, es mi deber enseñar, todavía una vez más, el camino, porque siempre hay un camino para la libertad».*
(1) Quilombos eran comunidades de negros fugados del cautiverio, estructuradas siguiendo el modelo de los núcleos habitacionales y militares africanos.
* Este es un fragmento de una narrativa de Eduardo Fonseca Junior. Zumbí habría proferido tales palabras en el momento en que se daba por perdida una de las batallas contra las tropas enemigas y, refugiados, esperaba que pronto descubriesen dónde estaban escondidos.