En pocas oportunidades me he tomado un tiempo para reconocer públicamente el valor que tienes y que expresas con acciones y palabras, que me llenan de orgullo por saberte mi compatriota. Esas ocasiones a las cuales me refiero han sido durante hechos muy tristes y muy trágicos como el bombardeo a Afganistán, a Irak, a […]
En pocas oportunidades me he tomado un tiempo para reconocer públicamente el valor que tienes y que expresas con acciones y palabras, que me llenan de orgullo por saberte mi compatriota. Esas ocasiones a las cuales me refiero han sido durante hechos muy tristes y muy trágicos como el bombardeo a Afganistán, a Irak, a Palestina a Líbano. Pero siempre, en silencio, o en la intimidad del entorno de los afectos, mi agradecimiento ha estado presente por ser un hombre entregado a tu pueblo y capaz de sacrificar su vida por él. Jamás he olvidado esa tarde soleada del 4 de febrero cuando estuve frente a ti en momentos de aquella promesa sintetizada en el «por ahora», y la cumpliste.
Hoy me quiero referir a Hugo, el hombre. El ser que siente y se conduele, y que la indignación le hace expresar públicamente su pasión sin pasar por el escáner de la investidura de Presidente, aún asumiendo el costo que significan las palabras dichas sin la frialdad con la cual son pronunciadas fácilmente por muchos.
No tengo necesidad de aclarar que esta no es una carta para adularte. No lo necesito y si de algo estoy orgullosa es que soy muy torpe para ello, afortunadamente. Y me identifico mucho con esa frase que pronuncias reiteradamente «no soy monedita de oro». Prefiero saberme cuestionada por mis convicciones, erradas o no, que por vender mi dignidad. No te estoy jalando Hugo, porque además creo que no es eso lo que quieres de la gente, sino el afecto, el amor y el respeto, que es lo que tienes del pueblo que te sigue. Que te digan la verdad siempre. Gamal Abdel Nasser dijo una vez que no es amigo quien te adula y te dice que tienes la razón, sino quien siempre te va a decir la verdad, aunque ésta no sea lo que quieras escuchar.
Quiero agradecerte profundamente tu amor por el pueblo de Palestina. Yo no soy palestina, desafortunadamente. Aunque hija de libanés y venezolana, y orgullosa de esa mezcla, desde el alma pienso y quiero haber nacido en aquella tierra cananea para sufrir y luchar por ella con mayor razón.
Has sido un hombre valiente. Segura estoy de toda la oposición que pudiste tener cuando tomaste la decisión de expulsar al embajador de Israel de nuestro país. Sé que la presión del sionismo es importante en todo el mundo y en todos los gobiernos. Ni siquiera el nuestro ha podido totalmente con él, no porque no pueda o no quiera, sino porque esa doctrina macabra tiene en este país muchos años haciendo su trabajo; expandiéndose como una termita y corroyendo todo cuanto puede. Por ello tu atrevimiento de romper relaciones con ese gobierno criminal y racista, es aún mucho más valiente.
Tu solidaridad con el pueblo palestino no tiene par en ningún otro presidente o gobierno. Porque no la expresas desde el poder de la presidencia, sino desde el sentimiento de ser humano que utiliza el poder para practicarla. Yo estoy obligada a reconocerlo. Todos y todas estaríamos obligados a ello. Porque sientes como hombre y no como presidente. Y es correcto, el mundo y las relaciones entre los humanos no van a ser modificados por un presidente, o por muchos presidentes, sino por hombres y mujeres que sin importar su posición se van a atrever a transformar la vida, su destino y el de los suyos.
No quiero decir con ello que no reconozca tu liderazgo. Lo asumo por convicción no por obligación. Sé que eres quien debe conducirnos en esta etapa. Pero hoy no le hablo al Primer Mandatario, sino a quien de carne y hueso se estremece con actos como el ocurrido recientemente contra la Flotilla de la Libertad. Porque son esos momentos los que me dicen que eres el mismo que estuvo en el Cuartel San Carlos y en Yare.
No soy muy justa contigo, siempre te pido más con respecto a Palestina. Yo que soy del pueblo, que ando entre quienes viven el dolor de esos hombres, mujeres, niños y niñas, quiero más para Palestina. No importa cuanto hagas y cuanto hagamos, para mí todo por más grande, siempre será poco o nada frente a su tragedia. A veces pueden calificar mis posiciones de extremista, aunque quien lo hace es precisamente quien pretende subestimar lo que sentimos por Palestina, o quien llamándonos extremistas quiere decirnos terrorista, pero lo que quiero es justicia. Por ello estoy convencida de que siempre será nada frente a su resistencia. Pero debo confesarte que me sorprendió el tono de la condena contra el estado de Israel. Muchos no hubieran querido escucharte expresándote de esa manera; otros, los más sí. Pero lo realmente importante es que hiciste lo que el corazón en ese momento te dijo que hicieras. Y eso hace un hombre.
Hugo Chávez., mi respeto y afecto.