Contrario a la imagen de triunfo que pretende dar el gobierno colombiano sobre la posible discusión y aprobación del TLC en el congreso estadounidense en el primer trimestre de 2008, lo cierto es que personajes claves del legislativo de ese país, incluidos los tres candidatos demócratas a la presidencia (Clinton, Obama y Edwards), se mantienen […]
Contrario a la imagen de triunfo que pretende dar el gobierno colombiano sobre la posible discusión y aprobación del TLC en el congreso estadounidense en el primer trimestre de 2008, lo cierto es que personajes claves del legislativo de ese país, incluidos los tres candidatos demócratas a la presidencia (Clinton, Obama y Edwards), se mantienen firmes en su negativa a discutir el proyecto este año, hasta tanto Uribe no demuestre claramente que la situación de los sindicalizados en el país y de los derechos humanos tiene sensibles mejoras, cosa que le va a quedar bien difícil pues la realidad demuestra otra cosa. También estos candidatos, ante la inminente recesión en EEUU, con las consecuentes quiebras y pérdida de empleos, temen perder apoyo electoral de los sindicatos si insisten en la agenda comercial de Bush.
En los últimos días se han dado importantes declaraciones de congresistas demócratas que han visitado Colombia y de dirigentes sindicales, que apuntan hacia la no aprobación del TLC este año.
El sindicato de trabajadores del acero (United Steelworkers), quizá una de las más representativas e influyentes organizaciones estadounidenses, con 850.000 afiliados, le envió una carta a la presidenta del congreso, Nancy Pelosi, instándola a «poner fin a la discusión del TLC con Colombia, debido al aumento de la violencia contra los sindicalistas». Esta semana también la AFL-CIO, la central sindical más importante de Estados Unidos, envió un estudio a su congreso desvirtuando los informes del gobierno colombiano en cuanto a mejoras en la protección y respeto al sindicalismo.
Los pronunciamientos no son en vano. Al asesinato el 29 de diciembre de un ex-dirigente y pensionado de Sinaltrainal se suman las graves denuncias hechas en Colombia por el demócrata William Delahunt, quien expresó que el caso de la bananera Chiquita Brands es «solo la punta del iceberg» de la financiación de empresas estadounidenses a las autodefensas. A su regreso a Washington, después de la visita oficial a Colombia esta semana, el congresista Jim McGovern, uno de los responsables del recorte de recursos al Plan Colombia, señaló que aún existen serias dudas y preocupaciones sobre la ratificación del TLC.
Así las cosas, y a pesar de los esfuerzos realizados por los gobiernos de Uribe y Bush y las múltiples delegaciones de funcionarios que vienen y van para presionar al congreso de Estados Unidos a que discuta y apruebe el TLC con Colombia, la atmósfera es negativa para los propósitos oficiales.
Para el congresista George Miller, presidente de la Comisión de Educación y Trabajo de la Cámara, este no es el momento adecuado para ratificar el TLC con Colombia. La economía estadounidense atraviesa otras preocupaciones como el aumento en la tasa de desempleo y los anuncios de una recesión. «Hay una gran preocupación sobre la economía americana y los trabajadores americanos», afirmó Miller, por lo que discutir más tratados de libre comercio sería como echar leña al fuego. ‘Es mejor que Bush se siente a analizar las ayudas al comercio que se están dando en Estados Unidos a los trabajadores que han perdido sus empleos por cuenta de los acuerdos comerciales, pues ya se están quebrando», concluyó el Representante.
Y si por el partido demócrata llueve, por el republicano no escampa. Una reciente encuesta muestra que el 60 por ciento de los votantes republicanos consideran que el libre comercio le ha causado daño a la economía estadounidense. Lo cierto es que la política estadounidense en cuanto al libre comercio pareciera estar siendo cada vez más cuestionada. Según el congresista Sam Farr «todos los pactos comerciales están siendo evaluados rigurosamente en el Capitolio. Por lo tanto, no es sorprendente que el TLC de Colombia sea mirado con cuidado».
Farr es uno de los tantos congresistas demócratas que duda de los resultados presentados por Uribe: «Los defensores de derechos humanos han dicho que hay personas que continúan siendo expulsadas de sus tierras, que el Gobierno sistemáticamente subregistra el número de desplazados para evitar proporcionar servicios sociales y que más inversión en la agricultura para exportación les haría daño a los pequeños productores rurales, presión que podría aumentar con el TLC». «el Congreso de mayoría demócrata quiere ver pruebas incuestionables de que Colombia ha tomado medidas concretas para enfrentar la violencia contra los sindicatos y los abusos de derechos humanos», declaró el Representante demócrata.
Por ahora, está claro que la presidenta de la Cámara Nancy Pelosi es quien cuenta con el poder para decidir el momento en que el TLC entre al orden del día, por lo que la amenaza de la ‘opción nuclear’ de Bush, que consiste en presentar el proyecto sin el visto bueno de los demócratas y forzar una votación, no es más que una provocación al partido mayoritario en el congreso estadounidense y el intento de atraer con amenazas a su ala de derecha.
Los funcionarios de Uribe y de Bush pueden seguir jurándose amor eterno; Bush puede seguir amenazando y presionando; pueden seguir gastando millonarias sumas en viajes y cabildeo, pero las circunstancias económicas, el aislamiento de Uribe en la escena internacional y la inminente llegada de un presidente demócrata a los EEUU, puede paralizar por este año el tramite del TLC, siempre y cuando el pueblo colombiano arrecie su protesta, explique los inconvenientes del tratado y avance en la denuncia nacional e internacional del carácter autoritario, antidemocrático y antinacional de Uribe.