Mientras se anuncia el fin de la historia del populismo latinoamericano, los gobiernos populares sostienen el pulso a conciencia de que si algo no tiene fin es esta disputa histórica. Sin quitar el pulgar del botón de lanzamiento, los organismos financieros, gurús y medios conservadores anuncian que caerá una lluvia de misiles sobre la economía […]
Mientras se anuncia el fin de la historia del populismo latinoamericano, los gobiernos populares sostienen el pulso a conciencia de que si algo no tiene fin es esta disputa histórica. Sin quitar el pulgar del botón de lanzamiento, los organismos financieros, gurús y medios conservadores anuncian que caerá una lluvia de misiles sobre la economía venezolana. Aplican el viejo truco de echarle la culpa a la víctima, de justificar el bloqueo financiero con un «se lo merecía porque usaba minifalda». No asumir la culpa es un reflejo de personalidades infantiles que evitan la responsabilidad, pero echársela a la víctima, es algo más siniestro, de hecho, es una de las características distintivas del fascismo según Theodoro Adorno.
En manos de un Gobierno financiero global de estas características, el pueblo y el Gobierno venezolano demuestran resiliencia. Son conscientes de que la escasez, la inflación y la angustia económica son la consecuencia buscada con el asedio económico y el bloqueo financiero al que están siendo sujetos. Estados Unidos quiere controlar el acceso a los recursos venezolanos. Esta es la disputa que explica que en poco más de dos años Venezuela haya tenido que pagarle al resto del mundo más de 70 mil millones de dólares, mientras que países amistosos con el poder hegemónico, como la Argentina de Macri, haya conseguido en el mismo período más de 140 mil millones de dólares de financiamiento fresco.
Sin embargo, así como el sitio de Aníbal nunca triunfó en Roma, los asedios resultan costosos para todas las partes y generan reacciones defensivas de consecuencias imprevisibles. El bloqueo económico que EE. UU. aplicó a Argentina entre 1942 y 1949,1 generó grandes dificultades coyunturales al país, pero debe reconocerse que fue uno de los factores que motivó la aplicación de una intensiva política sustitutiva de importaciones que permitió en pocos años transformar un país agroexportador en uno semi-industrializado.
De la misma forma, el sitio sobre Venezuela está generando reacciones defensivas de imprevisibles consecuencias para la hegemonía del dólar.
La primera es el petro, que ha resultado ser un jugador de clase mundial en el planeta de los criptoactivos. Las intenciones de compra durante la preventa han superado las expectativas holgadamente, con más de 5 mil millones de dólares y contando en la segunda fase de oferta pública. El petro permitirá a Venezuela emitir una moneda fuerte, contar con financiamiento fresco y sortear el bloqueo financiero para realizar pagos internacionales y compras de medicamentos y medicinas entre otros bienes. Espera aliviar de esta forma las peores consecuencias del desabastecimiento sobre el bienestar de la población.
Los criptoactivos representan un serio desafío a la hegemonía financiera de EE. UU., lo que permite anticipar que serán muchos los países que imitarán la iniciativa venezolana lanzando sus propios criptoactivos para disminuir el riesgo geopolítico de bloqueo y que serán grandes los esfuerzos de EE. UU. por evitarlo.
La segunda reacción son las medidas de política monetaria anunciadas el pasado 22 de marzo. Implican la medida cosmética de quitarle tres ceros al bolívar y crear un nuevo cono, el bolívar soberano, junto a medidas de oferta vinculadas a la aceptación del petro en zonas especiales, zonas turísticas y en la actividad turística. Junto al petro, estas medidas están conformando una reforma integral, heterodoxa, de la política económica. El petro capturará una parte importante de la demanda de dólares de modo que terminará fortaleciendo al bolívar. El aumento de la oferta de bienes gracias al aporte de divisas generado por la emisión de petro, también es parte de la política de oferta destinada a disminuir la escasez, estabilizar los precios y aliviar la situación económica de las mayorías. El papel del petro, como medio de pago para sortear el bloqueo a los pagos internacionales, tiene el mismo efecto de oferta. La habilitación del uso del petro en actividades turísticas también apunta al mismo sentido de incrementar la oferta de divisas.
El dólar paralelo está perdiendo notoriedad frente al petro en Venezuela y como el comercio internacional cada vez se realizará más en petros, y las exchangers permitirán el intercambio lícito entre petros y bolívares, poco a poco, el paralelo irá perdiendo importancia en la economía venezolana.
Estas son partes de una reforma monetaria integral que seguramente involucrará más ingredientes. Desde el ángulo de las herramientas de política de precios, desde diciembre está disponible el entramado institucional necesario para aplicar la política de precios acordados, que está a la espera de tiempos más propicios para ser implementada. En el plano de la política fiscal también están disponibles las herramientas para aumentar la presión fiscal sobre los grandes patrimonios y la facturación electrónica. No nos sorprenderemos si en los próximos días se anuncian nuevas medidas económicas que completen el rompecabezas de la política monetaria. Lo que es evidente es que, en tiempos de asedio financiero internacional, la fortaleza venezolana no solo resiste, sino que contraataca.
(1) Escudé, C. (1988) Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina 1942 – 1949. Ed. Belgrano.
Guillermo Oglietti, investigador CELAG.
Fuente: http://www.celag.org/a-pesar-del-bloqueo-buenas-nuevas-en-politica-monetaria-en-venezuela/