La más importante conclusión que se puede extraer de la recién terminada Cumbre del G-77+China es que los pueblos y países en desarrollo han comprendido la imposibilidad de mantener un mundo unipolar donde las políticas de las naciones desarrolladas y de las compañías transnacionales impongan estrategias financieras y modelos económicos dañinos a los intereses de […]
La más importante conclusión que se puede extraer de la recién terminada Cumbre del G-77+China es que los pueblos y países en desarrollo han comprendido la imposibilidad de mantener un mundo unipolar donde las políticas de las naciones desarrolladas y de las compañías transnacionales impongan estrategias financieras y modelos económicos dañinos a los intereses de las grandes mayorías.
Ciertamente hubo un amplio consenso a favor de implementar medidas conjuntas para tratar de limitar la fuerza que ejercen los países ricos, por medio de las transnacionales y los organismos financieros internacionales en detrimento de líneas económicas y sociales que satisfagan las enormes necesidades que padecen decenas de países pobres.
La Cumbre extraordinaria del Grupo, efectuada en Santa Cruz de la Sierra, al sureste de Bolivia, tocó los principales problemas que enfrentan sus 133 naciones integrantes y se acordaron decisiones para impulsar soluciones.
El anfitrión de la Cumbre y Presidente de Bolivia, Evo Morales, propuso la necesidad de fomentar una soberanía en la administración de los recursos naturales de cada nación, así como el control soberano de la riqueza y planificación para industrializar el aprovechamiento de los recursos naturales y áreas estratégicas, que no debe negarse a la participación de inversiones, de provecho para los pueblos. De igual modo, señaló que es necesario incorporar a la legislación internacional la idea de que los servicios básicos son un derecho fundamental para las personas. Es obligación de los Estados por encima de costos o ganancias. Las prioridades del Grupo deben estar en el desarrollo integral, fortalecer los mercados internos en el marco de la solidaridad. Sustituir instituciones como el Fondo Monetario Internacional por otras que permitan la participación de naciones del sur en sus estructuras de decisión.
Evo fue un poco más allá y planteó, delante del Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, eliminar el Consejo de Seguridad, por considerar que dicha instancia se dedica a promover guerras e invasiones contra naciones y pueblos soberanos para apoderarse de los recursos naturales.
La Declaración Final de la Cumbre «Hacia un Nuevo Orden Mundial para Vivir Bien», ratificó como objetivo central erradicar la pobreza y conducir la agenda de desarrollo post 2015.
En ese sentido, e l Presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz, denunció que hoy aun, 1 200 millones de personas en el mundo viven en la pobreza extrema. En África subsahariana, el número de pobres ha aumentado ininterrumpidamente, pasando de 290 millones en 1990 a 414 millones en el 2010.
Una de cada ocho personas en el orbe sufre de hambre crónica. El 45% de los niños fallecidos antes de cumplir los cinco años, muere por malnutrición.
La deuda externa registra niveles sin precedentes, a pesar de los enormes pagos realizados por su servicio.
Se agrava el cambio climático, generado -en lo fundamental- por los patrones de producción y consumo irracionales y derrochadores de los países industrializados que, de mantenerse, para el 2030 harían falta recursos naturales equivalentes a dos planetas.
El Documento Final enfatizó sobre la desigualdad, situación que se agrava por patrones de consumo y producción insostenibles en los países desarrollados y estableció que la excesiva orientación al lucro no respeta a la Madre Tierra, por eso la enorme importancia de establecer medidas para contrarrestar el cambio climático y la atención a los pequeños países insulares.
Asimismo, ratificó los principios de unidad, solidaridad y complementariedad para la construcción de un Nuevo Orden Mundial que pretende restablecer un sistema más justo y democrático que beneficie a los pueblos.
A 50 años del surgimiento del G-77 (15 de junio de 1964) tras finalizar la primera sesión en Ginebra de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas (UNCTAD), sus hoy 133 integrantes estan comprendiendo que los tiempos cambian pero que en la mayoría de sus países la situación se mantiene igual o peor que en la década de 1960.
Pese a ser la organización intergubernamental de países en vías de desarrollo más grande de Naciones Unidas, las demandas y propuestas que muchas veces emiten en el seno de la ONU, son desoídas o vetadas por las naciones más poderosas. Tampoco se ha logrado una efectiva cooperación Sur-Sur para el desarrollo, uno de los principales objetivos de su fundación.
Altas y bajas ha tenido el Grupo durante su trayecto pero al parecer la recién concluida Cumbre extraordinaria de Santa Cruz de la Sierra, con la dirección del Presidente Evo Morales, le ha dado el impulso necesario para afrontar retos económicos, políticos y sociales presentes y futuros.
Se comienza a percibir que las políticas neoliberales agresivas impuestas por las naciones ricas y los organismos financieros internacionales, han sido nefastas para los pueblos y naciones en desarrollo.
Resultó cardinal la intervención de la Presidenta argentina, Cristina Fernández cuando explicó la debacle económica que padeció su país en la década de 1990 y principios del 2000, y lo que aun debe sufrir al tener que abonar una deuda con compañías que adquirieron bonos del Estado a muy bajos precios (llamados «fondos buitres») y hoy representan una enorme deuda acumulada.
Las palabras del primer ministro de Namibia, Hage Geingob también fueron el resultado de que el mensaje de la Cumbre llegó a la mayoría de los presentes: «Retorno a mi país, dijo, con otra visión, la de luchar por la independencia económica y de que los recursos naturales pertenecen a nuestros pueblos.
Dicen que los golpes enseñan, y tras cincuenta años de su fundación, el G-77 retoma el camino en aras de enfrentar los grandes retos impuestos por las políticas de rapiña diseñadas por las grandes potencias capitalistas y de los organismos financieros bajo su control.
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