Activistas estadounidenses se oponen al plan del gobierno de George W. Bush, que prevé destinar 700.000 millones de dólares para rescatar a entidades financieras. Argumentan que es un regalo a los banqueros e injusto con los ciudadanos comunes. «Estamos escandalizados», dijo a IPS Gael Murphy, fundadora de la organización feminista Código Rosa. «Queremos que las […]
Activistas estadounidenses se oponen al plan del gobierno de George W. Bush, que prevé destinar 700.000 millones de dólares para rescatar a entidades financieras. Argumentan que es un regalo a los banqueros e injusto con los ciudadanos comunes.
«Estamos escandalizados», dijo a IPS Gael Murphy, fundadora de la organización feminista Código Rosa. «Queremos que las personas que causaron este problema y lucraron con él paguen por eso», agregó.
El secretario del Tesoro (ministro de finanzas) de Estados Unidos, Henry Paulson, anunció el viernes el plan de rescate, que debe ser aprobado por el Congreso legislativo y que contempla comprar la cartera de deudas incobrables de los bancos, que podrían llevarlos a la quiebra y provocar la pérdida de los depósitos de los ahorristas.
Paulson y el presidente de la Reserva Federal (banco central), Ben Bernanke, afirmaron que el multimillonario rescate es necesario para evitar el colapso del sistema financiero.
El plan está siendo ahora analizado por el Congreso, que podría aprobarlo antes del próximo viernes. Los legisladores desean que ambas cámaras entren en receso ese día, para poder retornar a sus estados y sumarse a la campaña electoral con vistas a los comicios presidenciales del 4 de noviembre.
Los analistas estiman que el Congreso introduciría modificaciones al paquete original, para incluir algún mecanismo de supervisión del gasto y restringir las enormes sumas que reciben como pago los máximos ejecutivos de los bancos, que se ubican en torno a centenares de millones de dólares al año. Paulson se opone a esta medida.
El plan gubernamental no indica qué instituciones financieras serán las beneficiarias y no contempla la puesta en práctica de mecanismos de control sobre su implementación.
«Los cabilderos del sector bancario están tratando de obtener lo máximo que puedan para sí mismos», dijo a IPS Dorene Isenberg, jefa del Departamento de Economía de la Universidad de Redlands, en el occidental estado de California.
Activistas de Código Rosa y otras organizaciones realizaron el lunes una protesta frente al edificio de la Secretaría del Tesoro. «Detengan el Saqueo de Paulson», decía una de las pancartas que llevaban los manifestantes.
También se entrevistaron con legisladores, a quienes pidieron que adopten medidas para evitar las ejecuciones hipotecarias de las viviendas de quienes no pueden hacer frente a la devolución de los créditos que tomaron para comprarlas, recortar los ingresos de los ejecutivos bancarios y estimular la economía en el largo plazo.
El representante Barney Frank, del gobernante Partido Republicano, se mostró de acuerdo con esas medidas, dijo Murphy.
Las organizaciones no gubernamentales continuarán co las protestas esta semana, incluida una convocada para este jueves en Nueva York.
«El plan es un cheque en blanco para Paulson, para que lo use como mejor le parezca», dijo Dean Baker, codirector del no gubernamental Centro de Investigaciones Económicas y Políticas.
El plan de rescate financiero debe estar supervisado por una junta, no sólo por Paulson, y la ayuda debe dirigirse a las instituciones que no pueden hacer frente a la crisis y son necesarias para mantener la economía en movimiento, agregó Baker.
También señaló que los ingresos de los presidentes de bancos deben fijarse en dos millones de dólares y que las compañías destinen parte de sus ganancias futuras como retribución a los contribuyentes.
Pero esta idea, «aunque económicamente correcta» es altamente improbable políticamente, advirtió Isenberg, quien considera que el plan de 700.000 millones de dólares podría debilitar al dólar. Eso dependerá del grado de confianza que los inversores extranjeros mantengan en la economía estadounidense, afirmó.
Según Doug Henwood, editor de la revista Left Business Observer, este auxilio financiero sin precedentes no servirá para «anclar» la economía estadounidense, que es débil porque el estándar promedio de vida de los trabajadores se redujo durante la última década y el mercado no está creando suficientes empleos bien remunerados.
Al mismo tiempo, los salarios de los altos ejecutivos bancarios crecieron en exceso y se beneficiaron con reducciones en el impuesto a las ganancias, especialmente durante el gobierno de Bush, agregó.
«Existe una polarización en la distribución del ingreso y la riqueza que ha contribuido al colapso. Debemos mejorar los ingresos de la clase media, tomando parte de los que se concentran en el vértice de la pirámide», afirmó Henwood.