Recomiendo:
0

Acusado por corrupción, cayó el ministro más influyente de Lula

Fuentes: Clarín

Con innegable fuerza dramática, el ministro José Dirceu, arquitecto del triunfo de Lula da Silva en 2002, anunció ante las cámaras de TV que se va del gobierno. Dijo que su vuelta al llano como diputado federal, función que reasumirá el próximo miércoles, debe ser interpretada no como una derrota sino como una necesidad de […]

Con innegable fuerza dramática, el ministro José Dirceu, arquitecto del triunfo de Lula da Silva en 2002, anunció ante las cámaras de TV que se va del gobierno. Dijo que su vuelta al llano como diputado federal, función que reasumirá el próximo miércoles, debe ser interpretada no como una derrota sino como una necesidad de defender al Partido de los Trabajadores de las denuncias de corrupción que recayeron sobre la agrupación y la propia figura ministerial. «Voy a movilizar el PT contra aquellos que pretenden interrumpir el proceso democrático», aseguró, denunciando también que está en curso un plan para «desestabilizar al gobierno de Lula».

En su «despedida», Dirceu estuvo rodeado de todos los ministros de su partido. No faltó ni siquiera el de Hacienda, Antonio Palocci, con quien el ahora ex jefe de Gabinete tuvo serios encontronazos por causa de la política económica ultra ortodoxa. El ministro renunciante aludió apenas en forma tangencial a los cargos en su contra descargados por el diputado Roberto Jefferson. «Dejo (en el gobierno) parte de mi corazón. Pero no dejo mi alma: ella va conmigo a la lucha. Yo sé luchar en el llano y en el Planalto (la casa de gobierno de Brasil)».

El martes, Jefferson -quien preside el Partido Laborista de Brasil (PTB)- denunció la existencia de sobresueldos que beneficiarían a un puñado de parlamentarios de dos partidos de la coalición oficialista, el Partido Liberal y el Partido Progresista. Y puso a Dirceu al tope de ese sistema de compra de voluntades.

Ayer, el ex hombre fuerte del gobierno de Lula explicó que su salida no implica dejar al grupo de gobierno. Seguirá participando, dijo, como cerebro político.

Reconocido por propios y ajenos como un notable estratega político, muchos de la oposición temen su retorno al recinto parlamentario. Saben que, desde el lugar que tuvo en el gobierno de Lula, si algo le sobra es información. Dicho y hecho, los opositores pusieron las barbas en remojo. «No le conviene volver al Congreso porque lo vamos a mandar de inmediato al Consejo de Etica de la Cámara», bramó ayer José Jorge, legislador del ultra derechista Partido del Frente Liberal. Otro adversario, Arthur Virgílio, jefe del bloque del Partido Socialdemócrata de Brasil (el que dirige Fernando Henrique Cardoso) se expresó con palabras parecidas: «Si vuelve, va a terminar con su carrera política», expresó.

La respuesta del ex ministro a las amenazas fueron del mismo tenor. «Nuestro gobierno, nuestro partido y yo, tenemos un patrimonio ético que la sociedad conoce. No duden que lo voy a defender». Esto sugiere una pregunta: después de las denuncias del diputado Jefferson, que mostraron las lacras de la clase política, ¿quién puede tirar la primera piedra en el Brasil de hoy?

A 500 metros de la Plaza de los Dos Congresos, en el Planalto desde donde gobierna Lula, se discutía ayer quién sucederá a Dirceu en la delicada tarea gubernamental de negociar con aliados y con la oposición. De eso depende garantizar la gobernabilidad.

En principio, en los medios periodísticos brasileños se admitía ayer que hay una única figura capaz de llenar el agujero dejado por el ex ministro. Es su colega Antonio Palocci. A su favor tiene varios elementos indiscutibles: una gran experiencia política; una personalidad calma y carismática; una trayectoria reconocida en el Partido de los Trabajadores y, sobre todo, una amistad íntima con el presidente brasileño. En contra de su designación tallan otras cuestiones, como el hecho de ocupar una cartera que muchos consideran clave en el gobierno de Lula: la de Hacienda. Si el presidente desviste esa área para cubrir el comando político de su gobierno, muchos analistas advertían anoche que puede haber turbulencias en el frente económico. Pero Palocci, si va a la Casa Civil pasaría en verdad a controlar los dos grandes resortes gubernamentales: el económico y el político. Dejaría en su lugar a un hombre de confianza: su viceministro actual Murilo Portugal, a quien muchos catalogan como el hombre del FMI en el gobierno de Lula. Hay otro posible postulante a ocupar esa función de gobierno: es el ministro de Justicia Marcio Thomas Bastos, un hombre de gran prestigio que además conoce vida y milagro de todo el universo de personalidades que importa en los andariveles judiciales.

La renuncia de Dirceu tuvo ayer un efecto inmediato benéfico: logró desplazar el foco del embate opositor al aislar al gobierno de las denuncias de corrupción. El tema es ver cómo sigue el proceso y qué nuevo perfil toma el gobierno de Lula.