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África subsahariana sin energía

Fuentes: Rebelión

El África subsahariana se está quedando sin energía fósil. Consideran algunos que Zimbabwe puede pasar a ser el primer país del Mundo en desconectarse definitivamente del flujo de petróleo mundial, y su población está emigrando masivamente, entre apagones, hiperinflación y hambrunas. Níger, el quinto mayor productor mundial de uranio – para la exportación, claro – […]

El África subsahariana se está quedando sin energía fósil. Consideran algunos que Zimbabwe puede pasar a ser el primer país del Mundo en desconectarse definitivamente del flujo de petróleo mundial, y su población está emigrando masivamente, entre apagones, hiperinflación y hambrunas. Níger, el quinto mayor productor mundial de uranio – para la exportación, claro – está sufriendo interrupciones de suministro de petróleo desde Nigeria, el octavo país exportador de crudo, que está bombeándolo a la tasa menor de los últimos 25 años, entre otras cosas debido a los cada vez más organizados ataques de grupos armados sobre las plataformas e instalaciones petrolíferas extranjeras, que abastecen esencialmente a EE.UU. y la Unión Europea.

Como dice el experto Tom Wipple, ya hay más de 100 países en el Mundo, de todos los continentes y regímenes políticos, que experimentan apagones de forma más o menos sistemática. Curiosamente, la generación eléctrica con derivados del petróleo, salvo excepciones como la de Canarias, es más común en «países subdesarrollados» o «en vías de desarrollo», por lo que la pugna mundial por un crudo de oferta insuficiente para la demanda creciente, a través de la subida de precios, está llevando a carencias de combustible para los grupos electrógenos o para las precarias centrales térmicas instaladas en África. Una de las consecuencias de este hecho es la paralización económica. Es sintomática la situación sudafricana, que está generando una tensión social creciente: los fallos eléctricos están reduciendo sobremanera la extracción de carbón en el tercer exportador mundial de este hidrocarburo, y poniendo en un brete a la economía más rica de esa zona, como ocurre, por ejemplo, con Zambia, que ha reducido la extracción de cobre, debido a los apagones. Los brotes de violencia vividos en aquél país o en Kenia y Burkina Faso, o las protestas por escasez de combustible en Camerún, Costa de Marfil y República del Congo – incipientes exportadores de petróleo – mezclan la devastadora subida de los precios de los alimentos – que según las Naciones Unidas, ha incrementado el número de pobres durante el año 2007 – con la interrupción del transporte, y la fragilidad del suministro eléctrico.

El petróleo caro es, como ya advirtiera el Secretario de la Unión Africana, la gran amenaza para un ámbito regional cuyo papel mundial se consolida hoy como el de abastecedor de materias primas – entre ellas petróleo, uranio, gas y carbón, y también alimentarias, de otros minerales, madera, etc.- de las economías ricas o de las «emergentes», como China e India. Sin embargo, los ahora llamados Estados fallidos – donde la pobreza económica casa mal con las ansias democráticas y de seguridad económica para la inversión exterior que no sea la de extracción de recursos naturales – parecen tener dificultades para controlar el gran malestar social que genera este papel adjudicado en el «Nuevo orden mundial».

La deriva geológica está trayendo un petróleo caro y carísimo en los próximos años:  David Cohen, de ASPO USA, basándose en los propios datos de la Agencia Internacional de la Energía, la EIA estadounidense y fuentes saudís, estima un cenit global del crudo convencional y los condensados en el año 2011, tras una meseta que ya estaríamos viviendo. En el actual concierto mundial, el precio está sirviendo de «destructor de la demanda», y se ceba hoy con los países subsaharianos, cuasi excluyéndolos de las «bondades» del desarrollo. Estos estados están debatiéndose entre  el deterioro social interno, la emigración de su población activa y un incierto futuro de inseguridad energética y alimentaria, que está truncando los objetivos del milenio de las Naciones Unidas y las expectativas generadas por los recientes crecimientos  económicos en esta zona del Mundo, antes del encarecimiento definitivo del petróleo.