SIL(2´07´´ / 497 Kb) – Las empresas de consultoría agropecuaria brasileñas están contentas con la nueva posibilidad abierta por el negocio. Esta práctica, dirigida a la exportación y basada en monocultivos, ahora atrae el interés de inversores extranjeros, intensificando la preocupación por los daños sociales y ambientales. El ingeniero agrónomo Horácio Martins Carvalho explica que […]
SIL(2´07´´ / 497 Kb) – Las empresas de consultoría agropecuaria brasileñas están contentas con la nueva posibilidad abierta por el negocio. Esta práctica, dirigida a la exportación y basada en monocultivos, ahora atrae el interés de inversores extranjeros, intensificando la preocupación por los daños sociales y ambientales. El ingeniero agrónomo Horácio Martins Carvalho explica que estas inversiones traen beneficio sólo a las propias empresas.
«Existe primero una facilidad del gobierno en ceder tierras nacionales. Hay un menor control social sobre el trabajo, ya que los gobernantes relajaron ese control. Aquí hay todo lo que apoya al capital, para hacer lo que ellos creen que sea mejor para nosotros. Entonces ellos tienen mayor libertad de explotar trabajadores, explotar a la tierra e inclusive remitir los lucros para el exterior, que está mucho más facilitado en Brasil.»
Por ejemplo, el consorcio de empresas francesas Louis Dreyfus, considerado un gigante del agronegocio mundial y que invierte en procesamiento de caña de azúcar, ya adquirió dos propiedades en el oeste de Bahía: cerca de 20 mil hectáreas. Ya el grupo Calpers, formado por empleados públicos del Estado estadounidense de California, ya es propietario de 23 mil hectáreas en los estados de Paraná y Santa Catarina. Para Horácio, este incentivo perjudica aun más el proceso de reforma agraria en el país.
«Nosotros tenemos hoy, en Brasil, ocho millones de campesinos y algunos millones de sin tierra que necesitan de tierra. Con la apertura al capital extranjero, usted hace una presión sobre la tierra, aumenta el valor de la tierra y elimina las posibilidades, a partir de los gobiernos, de hacer una reforma agraria para nuestro pueblo.»
Se estima que cerca de 350 agricultores estadounidenses ya compraron propiedades en Brasil y hasta 2010 la inversión puede llegar al equivalente a US$ 407 millones.