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Ahora, la división de Pará

Fuentes: Barómetro Internaciona/Adital

La división de Pará en tres estados es un  tema que se discute desde hace ya veinte años en el Congreso Nacional. Tenemos agentes transvertidos de «representantes del pueblo» que sustentan este dislate como la única solución al abandono al que está sometida la región. Sus argumentos son sofisticados, dicen que Pará es un estado […]

La división de Pará en tres estados es un  tema que se discute desde hace ya veinte años en el Congreso Nacional. Tenemos agentes transvertidos de «representantes del pueblo» que sustentan este dislate como la única solución al abandono al que está sometida la región.

Sus argumentos son sofisticados, dicen que Pará es un estado grande, y por eso ingobernable, su aumento poblacional ha sido descontrolado y el Estado allí no llega hasta la población en la mayor parte del territorio.

El espectro ideológico oscila desde la defensa del Estado ausente hasta la del Estado ubicuo. Dos modelos execrables. La discusión inspira aires partidarios y deja por tanto de ser fructífera. El interés público se torna alucinación.

Si no fuese por el ineludible error de cálculo, los argumentos podrían ser convincentes.  La política para el desarrollo de la región Norte ya nació equivocada, porque se fundamentó en la exploración, doblamiento y explotación, en lugar de hacerlo sobre la preservación ambiental.

Manaos es el ejemplo de una ciudad creada por incentivos fiscales y de la industria, en un área que debería ser de protección de la rica fauna y flora locales. Se llevó al Norte un modelo de ocupación en pro de la «soberanía». El concepto de «soberanía» es invocado en el lugar y momento oportunos, por quienes menos se preocupan por él. Sabemos que existen extranjeros que tienen pase libre a las reservas indígenas de Roraima, pero los nacionales están prohibidos.´

Existe una propuesta de plebiscito con miras a consultar la voluntad popular para la división de Pará en dos nuevos estados: Carajás en el Sudoeste, con capital en Marabá, y Tapajós en el Oeste, con capital en Santarém.
Pará pasaría a ser solamente la región del nordeste del estado actual. Es muy probable que los autores de esta «hazaña» fueran quienes impulsaron anteriormente la creación de Mato Grosso do Sul y Tocantins.

Es preferible que el Estado brasilero corrupto esté poco presente, a que sea venal. Es una lástima que la escogencia nos toca a nosotros, los castos convocados a la media ciudadanía del voto.

Los deseos de los politiqueros superan las expectativas. El pensamiento de que el aumento de 17 a 28 diputados federales y de 3 a 9 senadores atraería más recursos para la región, deja de lado el fiasco del funcionariado público en el Brasil.

Se trata de una característica cultural que invierte las funciones, de tal modo que la categoría oculta el deber de servir a la colectividad. En lugar de él, el genuino detentador del poder político -el pueblo- recibe a menudo tratamiento clientelar y despectivo, a cambio de la «estabilidad» que se les confiere a los admitidos en la carrera de funcionario público.

Si el Estado de São Paulo, que es bastante menor que Pará, no garantiza la educación, la salud, el saneamiento, la seguridad, y otros servicios públicos de buena calidad: ¿Adónde quieren llegar los que defienden que la  división de Pará garantizaría estos servicios?

Aunque creyeran que los intereses seguirían ocultos, no es sobrenatural es esfuerzo de reconocer que los defensores de la división quieren demarcar las riquezas producidas o potenciales de Pará, en nombre de la aproximación del gobierno al ciudadano.

Altamira, donde se autorizó la construcción de la usina hidroeléctrica de Bello Monte, queda en el área donde se quiere crear el estado de Tapajós. Parte del territorio que se quiere segmentar es rica en bauxita, hierro y níquel, que se filtra por el Río Maranhão.

El modelo de Sierra Pelada, que se popularizó en la década de los 80 con la minería artesanal (garimpo) del oro, se repite en el alma no nacida de un Pará que clama por la distribución de las riquezas en lugar de la marginalización de los menos atendidos.

El Estado de Pará tiene 144 municipios en los que emerge la esperanza de unión y el aliento de la apropiación responsable de sus riquezas humanas y naturales.

Paralicemos la reproducción de modelos de desarrollo que extingan los recursos y el aliento de aquellos que creen en una visión colectiva.

Rescatemos el sentido de lo público de aquellos que a través del poder del discurso tergiversan su valor en pro de la hinchazón de la máquina estatal.

Para el pueblo de Pará, la esperanza es una flama que no se apaga.

Traducción: Miguel Guaglianone.

Bruno Peron Loureiro es Analista de relaciones internacionales

Fuente original: http://www.adital.org.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=48166