Como el petróleo no da, ahora hipotecamos Guayana, la rematamos al mejor postor, vendrán todos a invertir y llevarse lo que queda, vaya solución productiva a nuestra bien arraigada cultura rentista. Otro genio de las finanzas y el gentilicio nacional han decidido que entreguemos el sur del Orinoco a los inversionistas extranjeros, a las concesiones […]
Como el petróleo no da, ahora hipotecamos Guayana, la rematamos al mejor postor, vendrán todos a invertir y llevarse lo que queda, vaya solución productiva a nuestra bien arraigada cultura rentista.
Otro genio de las finanzas y el gentilicio nacional han decidido que entreguemos el sur del Orinoco a los inversionistas extranjeros, a las concesiones por décadas para continuar la historia que nos ha llevado al colapso petrolero. No son acaso las lecciones de la historia suficientes, de la explotación de ese recurso natural no renovable, contaminante, sin frutos de elaboración intermedia, como el continuo fracaso de la petroquímica, o sus derivados, o la investigación profunda del recurso sin apoyo a sacarle el máximo provecho ahora y ya, antes de que no podamos seguir con la fiesta y el derroche. Qué tristeza nos produce la falta de visión y arrase de la naturaleza con tal de raspar la olla.
Venezuela sigue igual o peor, y con este tipo de políticas el profundizar y agudizar una economía abierta por dos puntas, si con las ¨venas abiertas¨, la extractiva de todo lo que se puedan llevar, y la consumidora de chatarra en la alimentación, las medicinas, la vivienda, y pare Ud., de contar. Los genios se volvieron a desatar para entregar los recursos naturales a manos de las poderosas empresas transnacionales que si saben de eso, o las nacionales que a nombre de una concesión minera podían solicitar préstamos para sus negocios teniendo como garantía lo que nunca era de ellos y que tampoco nunca pusieron a producir. Sigamos pues por el camino del desconcierto sin dirección alguna, vendiendo baratijas que potencialmente les interesa a los que acumulan oro, diamante, coltan, hierro y aluminio, y tantas otras sustancias que ningún ser humano ha producido con su mente y menos con sus manos. Hemos de regresar a tales desastres ecológicos, para poder conservar esta farsa democrática, y un camino perdido al socialismo con la venta pura y simple de lo que no hemos producido. Con ello la destrucción de la naturaleza esa que no nos preocupa en preservar a futuro para los que vendrán, porque sin petróleo, sin oro podemos vivir, pero sin agua, sin árboles no. Que viva pues el despilfarro y el desconcierto de un gobierno que no da, literalmente hablando pié con bola, que no acierta en una, ya a tres años de la siembra definitiva de un Comandante del Ejército que se reveló contra la corrupción, contra el despilfarro, a nombre de un soñador empedernido como el Maestro Simón, o un luchador por la tierra como Zamora, o al propio Libertador de origen mezclado que terminó su existencia con camisa prestada en Santa Marta. Para no hablar del Precursor y sus libros, y del genio cumanés, estratega que terminó en Berruecos con sus sueños y grandezas a cuesta.
Llegó el momento de refundir lo que se tiene, el Estado, el gobierno, el pueblo y su Fuerza Armada en una nueva cruzada libertadora, no hay tiempo que perder antes de que nos quedemos sin el chivo y sin el mecate…
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