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Una página de la historia poco conocida o más bien silenciada

Alberto Bello y «su» guerra: la de más de 1000 voluntarios cubanos en el bando de los republicanos españoles (1936-1939)

Fuentes: Rebelión

Traducido por Hugo Vidal

Setenta y dos años después del desencadenamiento de la Guerra de España, una incursión aunque sea elemental, en la monumental bibliografía posterior y hasta el día de hoy, permite una necesaria actualización, pero al mismo tiempo,  pone de relieve visiones parcializadas, cuando no omisiones u «olvidos» históricos.

¿Cómo explicar si no que la presencia de más de mil cubanos en las filas de los defensores de la República española siga siendo un hecho desconocido, o silenciado? Las fuentes no son escasas. Se han conservado testimonios directos e indirectos y han sido publicados. El contingente de voluntarios cubanos en España fue ampliamente el más numeroso del continente americano, sobrepasado únicamente por los cerca de 2.400 estadounidenses de la Brigada Abraham Lincoln. Pero la proporción en relación con la cantidad de habitantes por país fue, en Cuba, la más elevada entre las 50 naciones que aportaron 35.000 voluntarios antifascistas, mayormente comunistas [1]. Por otro lado, es indiscutible la estancia forzosa de combatientes cubanos en los campos de internamiento del sur de Francia (Gurs, Argeles, Bram, etc.) después de 1939.

En España, la larga noche franquista que duró desde 1939 hasta 1975, año del fallecimiento de su instigador, congeló toda posibilidad de investigación, con excepción de las que elogiaban el régimen de Franco. En Cuba, los presidentes que llegaban al poder después de 1940, y posteriormente la dictadura de Fulgencio Batista, tenían intereses más urgentes que conceder la palabra a los antifascistas cubanos, algunos de los cuales -como Juan Marinello y Raúl Roa- lograron sin embargo publicar sus escritos.

Desde el final mismo de la guerra, en 1939, los múltiples enfoques partidarios (estalinistas, anarquistas, socialistas, comunistas, trotskistas, etc.) tuvieron, fuera de España, sus momentos de gloria, al igual que los análisis militares. Fuera de esos aspectos, los trabajos tendientes a hacer una síntesis general vinieron de historiadores anglosajones, como Hugh Thomas, Gabriel Jackson, Paul Preston y Anthony Beevor -el más reciente- que se convirtieron en autoridades sobre el tema.

 

Alberto Bello

 

En Cuba, el historiador especializado en el tema de las Brigadas Internacionales y la participación cubana es Alberto Bello, ex periodista en el diario cubano de circulación nacional Juventud Rebelde  desde su fundación en 1965. Alberto Bello es el autor de dos obras generales de referencia sobre la participación cubana en la Guerra de España. Anteriormente un solo libro había abordado el tema: Cuba y la defensa de la República española (1936-1939). Fruto de un colectivo dirigido por Ramón Nicolau, dicha obra fue publicada en 1981 por la Editora Política (Instituto de Historia del Comité Central del PCC).

Alberto Bello, que tiene la edad de la guerra de España, sigue siendo hasta ahora el único autor cubano que ha publicado en forma de libro sus investigaciones sobre el contingente cubano que participó en la defensa de la República y de la Revolución españolas. Y ahora acaba de terminar un nuevo manuscrito que, además de actualizar sus trabajos anteriores, desarrolla otro aspecto poco conocido, fuera de Cuba: el de los intelectuales cubanos que apoyaron a los republicanos españoles [2]. También dedica un capítulo a los demás contingentes de voluntarios provenientes del continente americano, de Canadá hasta Argentina, pasando por Estados Unidos [3].

Alberto Bello, encuentro en El Vedado

Cuando aparece en el pasillo de su apartamento -el hombre acaba de dejar la mesa en la que trabaja con su máquina de escribir o su computadora- lo primero que se percibe en él, a pesar de sus muletas, es su vitalidad y su energía. Aunque se desplaza con dificultad, Alberto Bello parece un verdadero acróbata cuando habla con pasión,  pero sin grandilocuencia de esos cubanos de los años 30, que «comparten» su vida cotidiana. Siguiendo una mecánica probada muchas veces, no deja para mañana lo que puede hacer hoy mismo y sigue curtiendo su trabajo tan metódicamente como la vida y «las luchas» han ido curtiendo su rostro. Además del que le sirve para moverse, Alberto Bello tiene en su vida otro par de «muletas», probablemente más importantes: una es Caridad Regina García, esposa dedicada y dulce, pintora en su tiempo libre y ex profesora universitaria. La otra… su labor diaria, que realiza como un Sísifo de la pluma o del teclado. A los 70 años, Alberto Bello escribe, lee, prosigue sus investigaciones, les da forma. Considera que «un día sin escribir, sin poner orden en mis investigaciones, es una jornada perdida».

¿Por qué el tema de los mil voluntarios cubanos que, hace más de 70 años, dejaron su país y sus familias para unirse, del otro lado del Atlántico, a las filas de los republicanos españoles que se levantaron en julio de 1936 para cerrarle el paso al fascismo, representado por las tropas franquistas, a las que se sumaron los aliados nazis y los fascistas de Mussolini?

«Siempre me preguntaba por qué, si los cubanos habían luchado tanto contra el férreo colonialismo español, no vacilaron sin embargo en unirse a los españoles, dejándolo todo -familia, trabajo, etc.- (…) Como periodista en Juventud Rebelde conocí a muchos combatientes cubanos e inmigrantes españoles que habían participado directamente en la guerra y a otros que, en Cuba, ayudaron a los republicanos desde las distintas organizaciones solidarias (…) Fui muy buen amigo de los redactores de la revista España Republicana y de su director, Carnero, que la editaba en la calle [habanera] de San José y Prado (…) El director había participado como combatiente en la guerra (…) Igualmente, en mis recorridos frecuentes por las provincias [cubanas] conocí a muchas personas vinculadas con la guerra [de España]. Por ejemplo, en Santa Clara yo visitaba la casa de una vieja militante del Partido Socialista Popular [4] (PSP), llamada Lutgarda Bustamante, activa participante del Comité de Ayuda al Pueblo Español (…) Ella me presentó a varios participantes de la contienda y colaboradores que visitaban su casa. Allí conocí también a Susana García, antigua luchadora del PSP (…) muy conocedora de los sucesos de España.»

 

Ramón Nicolau, jefe de reclutamiento

 

¿Y en La Habana?

«En La Habana tuve la oportunidad de conocer a Ramón Nicolau, jefe de la Comisión de Reclutamiento de Combatientes a España; a Mario Morales Mesa, presidente de la Asociación de Veteranos Cubanos de la Guerra [de España] y a su vicepresidente, Víctor Pina Cardoso. Conversé mucho con ellos, lo mismo en sus casas como en la mía (…) También conocí al poeta-escritor Félix Pita Rodríguez, participante en el Congreso de Escritores celebrado en plena guerra, en Barcelona y Madrid. También tuve amistad con Pía Mastelari, María Luisa Lafita y su esposo Pedro Vizcaíno Urquiaga, Federico Chao Rodríguez, y muchos otros, todos combatientes de la guerra. Y todos me aportaron sus vivencias y numerosos datos inéditos y documentos valiosos. Tuve muy buenas relaciones de amistad con varios combatientes y miembros activos del club «Julio Antonio Mella», ubicado en Nueva York. Entre ellos Mario Acosta Lamar, presidente del club cuando la guerra; Juan Magraner Iglesias, combatiente; Sarah Acosta, activista; Frank Ibáñez y otros. Con ellos, muy apasionados, pasaba horas conversando y hacíamos tertulias, lo mismo en sus casas que en la mía.»

 

María Luisa Lafita, enfermera y miliciana del 5º Regimiento

 

Cuando aborda el tema, lo único que hace callar a Alberto Bello es la pequeña pausa que hace repetidamente para encender su enésimo Popular con filtro. Caridad sirve el café.

Los  voluntarios cubanos en España, con nombres y apellidos. Una lista conocida desde hace 25 años

Alberto Bello utilizó parte de sus investigaciones en el libro Cuba en España (Ciencias Sociales, La Habana, 275 páginas), publicado en 1990, con Juan Pérez Díaz como coautor y una introducción del entonces teniente coronel Mario Morales Mesa. El tema había sido abordado anteriormente, en el libro Cuba y la defensa de la República española. Alberto Bello toma de este último volumen un importante documento: la lista «no exhaustiva», aunque con nombres y apellidos, de los combatientes voluntarios cubanos muertos en combate, fallecidos después de la guerra y sobrevivientes (hasta 1980). Son cerca de 1000. Paradójicamente estos dos libros esenciales sobre el tema de los Voluntarios cubanos que participaron en la defensa de la República Española no han sido actualizados desde entonces. Nadie ha retomado el tema, ni se ha publicado ninguna otra obra documental o de análisis moderno sobre la cuestión, a pesar de que un trabajo de esa índole sería obviamente bienvenido en estos tiempos de conmemoración.

 

Pablo de la Torriente Brau, caído en Majadahonda

 

Su segundo libro, El mártir de Majadahonda (Ciencias Sociales, 2003, 233 p.), analiza el contexto político cubano e internacional de los años 1930 para exponer el compromiso del periodista e intelectual cubano Pablo de la Torriente Brau, muerto en combate, a los 37 años, en Majadahonda, cerca de Madrid, en diciembre de 1936. La ausencia de la más mínima referencia a Pablo de la Torriente Brau en las obras más recientemente publicadas fuera de Cuba sobre la Guerra de España, es también motivo de indignación para Bello.

En su libro, recurre a lo esencial, sabe escribir con claridad, posee el sentido de la síntesis. Se nota que es un perfeccionista cuando dice, frecuentemente, que lo importante es «no estar nunca totalmente satisfecho» . Refiriéndose a este volumen «polifacético», Rodolfo Rielo escribía en Juventud Rebelde (edición del 2 de junio de 2004): «Este libro puede ser considerado un documento de referencia por el análisis minucioso que Alberto Bello desarrolla sobre la Guerra Civil Española, los procesos sociopolíticos que originaron el fascismo en Europa, la posición de las potencias económicas, la vida de las figuras históricas y la existencia de las Brigadas Internacionales».

A los ojos de Alberto Bello, los hechos son simples. El nacimiento de una revolución se anuncia en España, a partir de la proclamación de la Segunda República, y numerosos cubanos estiman que su deber es participar en ella, rechazar el fascismo y, si no encuentran la muerte en la empresa, regresar algún día a su propia tierra, más preparados por la lucha, para concretar las transformaciones políticas y sociales que Cuba necesita. Se trata de una contribución que no sólo se inscribe en el marco de la lucha antifascista internacional de aquella época sino que es también parte integrante del movimiento político cubano que marcó los años 1920 y 1930, además de ser el preludio de la resistencia a la dictadura de Fulgencio Batista. El país había sufrido ya la de Gerardo Machado (1925-1933). 

 

 

Bello está siempre dispuesto a hablar de los «brigadistas cubanos», pero si se le escucha sin interrumpirlo, una hora más tarde estará hablando de los voluntarios canadienses, después de haber pasado en revista la participación de todas las naciones latinoamericanas en la guerra de España. Y en una hora más, se estará refiriendo a los yanquis (buenos) de la Brigada Abraham Lincoln. Su amplísima información sobre el tema le valió en 1997 una invitación para participar, en Lausana (Suiza), en el coloquio internacional Les Brigades Internacionales, entre solidarité révolutionnaire et politique du Komintern, junto a otros 40 conferencistas del mundo entero.

El hecho que la historia de la presencia de los combatientes cubanos en la Guerra de España siga siendo totalmente ignorada en el exterior es sin embargo un enigma que Alberto Bello comenta, pruebas en mano. En su último libro, La Guerra de España, publicado en 2006, Anthony Beevor, presentado como el «Hugh Thomas» de principios del siglo 21, simplemente deja de lado el tema. En la nota 4, página 608, al referirse a las «32.000 o 35.000 personas de 53 países que sirvieron en las filas de las Brigadas Internacionales», el historiador inglés se limita a reproducir «las cifras más exactas, aunque aún no confirmadas, por países», ya publicadas en 2003 por los franceses Remi Skoutelsky y Michel Lefebvre en la obra Les Brigades Internationales, Images retrouvées. Nos enteramos así de la participación de 408 suizos y 134 portugueses, lo cual es muy loable. Pero nada se dice sobre los cubanos, aparte de la referencia al pintor cubano Wifredo Lam. A no ser que los cubanos estén incluidos en la última rúbrica, anónima como un osario: «Otros: 1.112». Es cierto, las cifras no son exhaustivas y a menudo parecen difícilmente verificables, fundamentalmente debido a la propia «movilidad» de las Brigadas Internacionales. Alberto Bello indica, por otra parte, que no todos los cubanos que lucharon en España eran miembros de las Brigadas Internacionales. Algunos lo hicieron primeramente como milicianos y, posteriormente, como miembros de formaciones militares españolas. Y en la lista publicada en 1981 no figuran, obviamente, los ex combatientes que habían abandonado Cuba después de 1959, en desacuerdo con la revolución cubana, ni los que como Orlando Masferrer se habían pasado al bando de Fulgencio Batista.

En todo caso, en las 22 páginas de bibliografía del libro de Anthony Beevor no se menciona ninguna fuente cubana ni hay referencia alguna a obras dedicadas a los voluntarios cubanos.

 

Isidro Díaz Gener

 

Alberto Bello tiene muchos argumentos que le permiten afirmar que las páginas que los cubanos escribieron entre 1936 y 1939 en la Guerra de España son sin embargo inolvidables. El silencio de Beevor confirma por sí solo la pertinencia de los trabajos de Bello sobre el tema.

¿Es posible que Anthony Beevor ni siquiera haya leído al autor cubano Alejo Carpentier (1904-1980)? Este último, al mencionar a Pablo de la Torriente Brau en su importante novela La Consagración de la primavera (1978), ofrece pistas más que suficientes para una profunda exploración sobre la presencia cubana en la Guerra de España. En una recopilación de sus entrevistas, el propio Alejo Carpentier menciona ya la cifra de «un millar de cubanos» que combatieron junto a los republicanos españoles. ¿Pensó Beevor que el novelista cubano no era una fuente lo suficientemente fidedigna? [5]

Si Beevor y sus editores proyectan una nueva edición tendrían la posibilidad de utilizar también como referencia el libro de conversaciones de Ignacio Ramonet con Fidel Castro, teniendo en cuenta que el padre de este último era inclusive contrario a la República española. Fidel Castro señala efectivamente en la página 304: «Durante la guerra civil española cientos de cubanos fueron a España y muchos dieron sus vidas por la República atacada por el fascismo y la reacción».

Por otro lado, ningún investigador puede ignorar los sólidos vínculos que existieron entre la lucha de los republicanos españoles y la tradición revolucionaria cubana, subraya Bello. Fue precisamente un oficial español del ejército republicano, Alberto Bayo Giroud, quien dirigió en México (1955-1956) el entrenamiento de la futura guerrilla de Fidel Castro. Bayo, un español nacido en la provincia cubana de Camagüey en 1892, antes de la independencia de Cuba, luchó en las filas republicanas y se exiló en México después de la victoria de Franco. Después de 1959, Bayo fue a vivir a Cuba y murió en La Habana, a los 75 años. En 1960 publicó Mi aporte a la Revolución Cubana (Imprenta del Ejército Rebelde).

 

Jorge Agostini, combatiente cubano. El 9 de junio de 1955 murió asesinado por los esbirros batistianos

 

Otros muchos republicanos españoles que habían participado en la guerra llegaron también a Cuba[6] después de 1959, sobre todo militares como el general Líster, para ayudar a «organizar las milicias cubanas y otras unidades de nuestras fuerzas armadas», señala Fidel Castro en la misma obra de Ramonet (página 465).

El historiador cubano Alberto Bello sigue trabajando con el lenguaje directo que heredó del periodismo, sin «vender nunca su pluma en detrimento de la historia verídica». Además de su pluma, dispone de su gran talento para «contar» la historia, ya sea por escrito u oralmente.

En su último manuscrito se pudieran incluir, ¿por qué no?, las crónicas cubanas del periodista Lino Novas Calvo [7] (Galicia 1903-Estados Unidos 1983), los hechos de armas del escritor y combatiente Carlos Montenegro (1900-1981) y algo de la colección de Mediodía, semanario cubano publicado a partir de 1934 y cuyo director fue José A. Portuondo (quien tenía como redactores nada más y nada menos que a Nicolás Guillén, Juan Marinello, Carlos Rafael Rodríguez y Ángel Augier). Fue en las páginas de Mediodía que aparecieron dos textos de Montenegro (el 5 de marzo de 1937) y de Novas Calvo («El Entierro», el 25 de febrero de 1937) sobre Pablo de la Torriente Brau [8].

Un editor español que logró reunir la colección completa de Mediodía estimó que esa publicación «cubrió a las mil maravillas toda la guerra civil española y da de ellas mil noticias e informaciones interesantes».

Alberto Bello tiene mucho trabajo por delante. Su agenda está repleta. No le gustan las páginas en blanco. Esa es su visión de la vida… con Caridad Regina. Sus mil voluntarios cubanos representan por lo menos mil historias que contar, precisar y completar. Mil aventuras heroicas, como otros miles de historias que conforman la guerra de España, hecho histórico de envergadura excepcional y mítica. A pesar de la retirada y la derrota, los últimos sobrevivientes no vacilan -72 años después- en reafirmar su orgullo de haber combatido del lado correcto, incluso cuando lloran a sus camaradas muertos en combate, de los que hoy se sienten más orgullosos aún. Un centenar de cubanos murieron entonces, a unos 8 000 kilómetros de su propio país, en lo que fue el primer acto de la Segunda Guerra Mundial.

En 1er plano, el comandante Díaz Soto; a la derecha Policarpo Condón, caído en combate

 


[1] Las Brigadas Internacionales (fundadas el 18 de septiembre de 1936) se componían mayormente de obreros (80% de los 9.000 franceses), según Remi Skoutelsky (historiador francés de la Sorbona y especialista de las Brigadas Internacionales (ver Le Siècle des communismes, 2000, Les Editions de l’Atelier, p. 441-453). Skoutelsky agrega que «el carácter abierto del reclutamiento no impide que se encuentren sobre todo militantes» comunistas. Alrededor del 25% de los voluntarios extranjeros miembros de las Brigadas Internacionales murieron en combate.

Existen pocos estudios sobre la participación de voluntarios extranjeros no europeos, sobre todo si se piensa en una o diversas obras relativamente exhaustivas y accesibles a un extenso público.

[2] Más que la primera guerra mundial, la guerra de España hizo que numerosos intelectuales, periodistas, artistas, escritores, fotógrafos, universitarios, etc. atravesaran los Pirineos para ver con sus propios ojos la cotidianidad de quienes luchaban contra los nacionalistas de Francisco Franco, a los que rápidamente se comenzó a llamar los fascistas españoles. Ello dio lugar a una importante producción de reportajes, textos, filmes, carteles, escritos políticos, poemas o libros novelescos, en gran cantidad de idiomas, según el país de procedencia de estos «enviados especiales». Entre estos últimos, nombres como los de Simone Weil, André Malraux, Ilia Ehrenburg, Mijail Koltsow, John Dos Passos, Upton Sinclair, Ernest Hemingway, Arthur Koestler, George Orwell y Alejo Carpentier ocuparon, con toda justicia, los primeros planos hasta nuestros días. En compañía de Alejo Carpentier, Juan Marinello, Nicolás Guillén, Félix Pita Rodríguez y Leonardo Fernández Sánchez conformaron la delegación cubana al Congreso de Intelectuales Antifascistas que se desarrolló en Valencia y Madrid en julio de 1937.

[3] No existe, en francés, obra alguna sobre los miles de voluntarios, también «reclutados tempranamente», que llegaron a Francia provenientes de Nueva York, La Habana, México u otros lugares con intenciones de sumarse a uno de los frentes de la guerra de España. En la propia España, las únicas obras disponibles en mucho tiempo sobre el tema de los voluntarios cubanos fueron y son los libros -de uso- de los autores cubanos ya mencionados.

En Estados Unidos se hicieron dos o tres largometrajes hollywoodianos, pero a partir de 1936 las autoridades estadounidenses no reconocieron el papel ni el sacrificio de los voluntarios norteamericanos que fueron a España a luchar contra el fascismo. Por el contrario, a su regreso gran número de miembros de las Brigadas Internacionales fueron perseguidos por el FBI y por los «investigadores» del senador McCarthy. Otros fueron encarcelados, como Steve Nelson, condenado a 20 años de cárcel. La Brigada Abraham Lincoln, que se componía de numerosos comunistas, fue considerada desde su creación como una «organización terrorista». En un sitio francés especializado en el tema se puede leer lo siguiente: «Marinos de San Francisco, estudiantes y profesores de Wisconsin o Illinois, mineros de Pensilvania, obreros, poetas, pintores de Nueva York y de Nueva Jersey llegaban de todas partes de Estados Unidos. Modelo de integración antifascista, el 30% de los brigadistas estadounidenses era de origen judío y 90 voluntarios eran negros, entre ellos un comandante». Durante el verano de 2006, un documental televisivo titulado El laberinto español, que se transmitió en España, contenía un segmento titulado «Almas sin fronteras» con entrevistas de 12 estadounidenses sobrevivientes de la Brigada Abraham Lincoln, a la que desde 1936 se incorporaron 2.400 voluntarios. La mitad murió en combate. Los realizadores Miguel Ángel Nieto y Anthony L. Geist tuvieron acceso a los archivos fílmicos y sonoros de la Asociación de Brigadistas de Nueva York y a más de 200 horas de material inédito, olvidado en un depósito de la Universidad de Nueva York. En 2001 la biblioteca de esa misma universidad había adquirido todos los fondos de la Brigada Abraham Lincoln.

[4] El PSP, sucesor del Partido Comunista Cubano -la primera organización política comunista fundada en Cuba, en 1925-, es una de las organizaciones políticas que dieron lugar a la formación del actual Partido Comunista de Cuba (PCC). Nota del Traductor.

[5] El escritor cubano Alejo Carpentier (1904-1980), ampliamente traducido al inglés y al francés, entre otros muchos idiomas, dedicó algunas de sus Crónicas de 1937 a «España bajo las bombas». En una serie de entrevistas en 1979, Alejo Carpentier se refiere a «alrededor de mil cubanos» que se unen en su mayoría a la Brigada Abraham Lincoln. «El pintor Wifredo Lam fue de los primeros en enrolarse», dice también Carpentier. Y agrega: «Ese Batallón [Abraham Lincoln] constituye un ejemplo muy interesante porque en él había latinoamericanos. Había también un formidable contingente de mexicanos, y además había gente de otros países, 14 por aquí, 20 por allá, como unos 30 brasileños, más de 20 venezolanos, etc…». Es posible que esas últimas cifras carezcan de rigor desde el punto de vista histórico. El escritor se refiere probablemente a testimonios orales parciales.

En su novela La consagración de la primavera (1980), la guerra de España sirve de escenario a la primera parte de la obra. En entrevista publicada en el diario cubano Granma el 18 de diciembre de 1974, Carpentier deploró que no existiese una novela sobre el tema de la participación cubana en la defensa de la República española. Su novela La Consagración de la primavera no agota el tema.

[6] Un joven investigador cubano, Jorge Domingo Cuadriello, ya tiene en su haber varios trabajos y estudios sobre el exilio republicano español en Cuba. Tres de ellos han sido publicados en España (1- Introducción del libro Tres meses con las fuerzas de choque, de Carlos Montenegro, Ed. Espuela de Plata, 2006. 2- Su libro Españoles en Cuba en el siglo XX, Ed. Renacimiento, 2004. 3- Estudio publicado en El maquinista de la generación del 27, n°13, febrero de 2007, Málaga, número especial dedicado al exilio republicano español en Cuba). Actualmente trabaja en el Instituto de Literatura y Lingüística de La Habana.

[7] Sobre Lino Calvo, ver Lino Novas Calvo, periodista encontrado, de Norge Céspedes Díaz, Ed. Aldabón, Matanzas, 2004, 116 páginas.). En 1995, la Editorial Oriente publicó Ocho narraciones policiales de Lino Novas Calvo. Ver también La Gaceta de Cuba, edición de enero-febrero de 2003.

[8] Imposible concluir sin mencionar aquí el importante trabajo sobre Pablo de la Torriente Brau que realiza el Centro Cultural cubano que lleva su nombre, bajo la dirección de Víctor Casaus. El «Centro Pablo» ya ha publicado toda la obra de ese excepcional cubano, de origen portorriqueño, y casi todas las obras, ensayos y estudios sobre su vida, su acción, su pensamiento y sus escritos.  


Fuente: remitido por el autor

Artículo original publicado en abril de 2008

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