Para Palmira Julia Tello Landeta, Tellito, que arengaba a la ciudadanía, con razones y sentimientos, desde la plaza pública. In memoriam et ad honorem. Cualquier intento de entender la democracia sin tener en cuenta su relación con el capitalismo es dudoso. A pesar de que habitualmente se equipare el capitalismo -o el eufemismo de los […]
Cualquier intento de entender la democracia sin tener en cuenta su relación con el capitalismo es dudoso. A pesar de que habitualmente se equipare el capitalismo -o el eufemismo de los mercados libres- con la democracia, una y otra cosa siguen siendo proyectos distintos, con tensiones muy fuertes entre sí que pueden desencadenar un conflicto directo.
Robert W. McChesney (2013)
Este luchador, dirigente y diputado imprescindible en el que se está convirtiendo (que ya es) Alberto Garzón Espinosa [AGE] nos ha regalado otro de sus excelentes textos de intervención en el global-imperial-felipista. Como nos corren a boinazos a las de rebelión si reproducimos los artículos que publican, hago una glosa -con algún complemento- del artículo del diputado «casi medio millón de votos» de Unidad Popular-IU [1].
Para situarnos un poco el marco general, desde el punto de vista de la clase obrera (especialmente si pensamos en compañeras trabajadoras), podría ser descrito así: porcentaje de los contratos parciales en España en 2015: 35% (6,5 millones). Contratos realizados a lo largo de ese año: 18,6 millones. Contratos temporales: 17,07 millones, el 92% (los contratos por horas alcanzaron los 6,4 millones). Nivel de empleo en 2006: 20,6 millones; empleo en 2015: 17,9 millones. Duración media de los contratos en 2006: 79 días; en 2015: 53,4 (decremento del más del 30%). Tasa de temporalidad a finales de 2015: en torno al 26%. Porcentaje de los trabajadores a tiempo parcial que preferirían un empleo en jornada completa: 62%
Me centro en el artículo de nuestro joven diputado.
Durante los próximos meses nuestro país tendrá que enfrentar nuevos e importantes retos sociales, políticos, económicos y ecológicos, señala AGE (sin olvidarse del último atributo). Por eso no parece que tenga mucho sentido «que el debate actual, sobre la conformación de un nuevo Gobierno, esté girando en torno a abstracciones y riñas de poder en el seno de los partidos. El clásico quítate tú que me pongo yo». No, no lo tiene, o cuanto menos no tiene un sentido marcadamente democrático y de izquierdas. Al contrario, apunta, «lo sensato es el planteamiento de propuestas concretas, programáticas, que ofrezcan una respuesta válida a todos esos retos. Y, sobre esas propuestas, el debate serio y honesto». Es una razonable llamada al programa-programa-programa del que tanto se rieron (insultos incluidos) cuando fue formulado por el maestro Julio Anguita, alguien de quien un profesor mío, Francisco Fernández Buey, siempre hablaba con admiración y camaradería.
Uno de esos retos, recuerda AGE, es el que afectará al sistema financiero español. En el corazón de las tinieblas del poder, allí nos sitúa. «Como es sabido, la reciente crisis financiera y la política de los últimos gobiernos han cambiado completamente el panorama del sector». Casi de forma generalizada, las cajas de ahorro se han transformado definitivamente en bancos y unas pocas entidades se han hecho con el control del mercado». El viejo sueño de las familia Botín, los grandes muñidores del actual sistema bancario oligárquico. Al mismo tiempo, recuerda AGE, «la política de privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas del Gobierno del PP ha permitido sanear los balances de muchas entidades e incluso nacionalizar de facto algunas de ellas». Bankia sería un ejemplo.
Sin embargo, matiza el diputado de UP-IU, «la economía real no parece haberse beneficiado de todo ello y, en tanto el sistema financiero vive de la economía real -cosa que tiende a olvidarse demasiado a menudo-, han vuelto las tensiones al sector».
La presunta recuperación económica, que AGE describe muy bien como «en realidad bonanza macroeconómica y miseria microeconómica» (recuérdense los datos iniciales), está basada «en la inyección billonaria de dinero en el sistema financiero internacional». Lo sabido que no hay que olvidar digan lo que digan: «los principales bancos centrales del mundo desarrollado han abierto una barra libre de liquidez que ha inundado el sistema financiero y ha animado los mercados durante los últimos años». Subieron las bolsas, aunque no pasen ahora por su mejor momento, «bajó la prima de riesgo y, en suma, aquellos actores que operaban en el sistema financiero vieron cómo continuaba el flujo de dinero -y de especulación- y con ello también sus ganancias». Pero, y este es un punto muy importante, «por lo general ese dinero no ha bajado a la economía real, que sigue asolada por el paro, la precariedad y la desigualdad, y estas prácticas solo han servido para mantener los indicadores macroeconómicos aparentemente sanos». Su conjetura, incluso su predicción sin fecha (como no podía ser de otro modo): «Pero lo que realmente hay de fondo es la crudeza de las burbujas financieras, y las tensiones y las contradicciones no tardarán mucho en estallar. De hecho, ya vemos algunas señales en la situación reciente de las bolsas en Estados Unidos y China».
Para AGE, una nueva crisis financiera internacional «es una hipótesis cada vez más plausible». Las condiciones objetivas están dadas. «Las consecuencias para una economía como la nuestra serían dramáticas, más aún cuando los últimos años no han sido aprovechados para fortalecer los instrumentos públicos».
Empero, en su opinión, «estamos a tiempo de responder si un nuevo Gobierno manifiesta y pone en marcha tal voluntad política». La propuesta, para AGE, es aquí clara (y también distinta): «paralizar de forma inmediata el proceso de privatización de las entidades financieras nacionalizadas y aprovechar la situación actual para conformar y extender un polo de banca pública que permita afrontar con mayores garantías los retos próximos». NO es una quimera, no es radicalismo, no es la revolución socialista. Es una alternativa de política económica pensada desde los de abajo, como diría el autor de Leyendo a Gramsci.
Las observaciones y propuestas finales del dirigente de UP-IU: 1. No cabe duda de que el sistema financiero español, como el europeo, necesita una regulación más estricta que alinee sus intereses a los de la economía real. 2. Hay que revertir esa desconexión que existe entre el mundo financiero y la economía real. 3. Es fundamental que exista un polo de banca pública con la que poder proteger a la ciudadanía y a nuestros ahorros. 4. Con ello, facilitar una política de alquiler público barato. 5. Reducir el imponente poder de la oligarquía financiera, establecer líneas de crédito a sectores productivos relevantes y transformar nuestro modelo productivo.
Todo ello, afirma AGE de forma más que razonable, no sólo es necesario sino «que también posible… si se quiere». Y nosotras queremos por supuesto
PS. ¿Conjeturan la autoría de los siguientes pasajes? «La reciente recuperación del mercado laboral no se ha trasladado a una mejora de los índices de pobreza y exclusión social, que continúan creciendo y se sitúan entre los más altos de la UE». «Hay más pobreza en todos los niveles, incluida la pobreza severa, por elevado paro de larga duración y por el rápido crecimiento del trabajo a tiempo parcial, que se sitúa entre los más elevados de Europa».
¿En quién han pensado? ¿En Alberto Garzón Espinosa? Frío, frió. Son del informe «España 2016», que la Comisión Europea presentará el próximo 24 de febrero.
Notas:
[1] http://politica.elpais.com/politica/2016/01/31/actualidad/1454257306_200029.html
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