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La librería Dalcó se inaugura con la presentación de la novela de Felipe Alcaraz "La disciplina de la derrota"

Alcaraz: «Celebraremos otra derrota si no somos el tren»

Fuentes: Rebelión

 Hace unos días la Asamblea del Distrito Centro de Izquierda Unida Madrid inauguraba su nueva sede en la calle Olmo 18, un lugar de reunión espacioso y acogedor. A partir de hoy, la sede va a compartir espacio con la librería Dalcó. Los motivos los explica el coordinador local de IU, Juan Moreno, al contar […]

 Hace unos días la Asamblea del Distrito Centro de Izquierda Unida Madrid inauguraba su nueva sede en la calle Olmo 18, un lugar de reunión espacioso y acogedor. A partir de hoy, la sede va a compartir espacio con la librería Dalcó. Los motivos los explica el coordinador local de IU, Juan Moreno, al contar que es necesario crear una hegemonía cultural desde la que promover una transformación social. Y esta librería es eso, un lugar de cultura. Para inaugurarla han elegido presentar la novela de Felipe Alcaraz, La disciplina de la derrota y para escucharle nos hemos acercado unos cuantos camaradas. Los que llegamos pronto curioseamos por la librería, encontrando títulos que nos abren los ojos. Sobre una estantería, un tanto más baja, hay varios libros de Alcaraz y también un martillo y una hoz que se cruzan.

La regenta Antonio y él mismo la define como un librería básicamente comunista, como Olmo Dalcó, uno de los protagonistas de Novecento, o como Pepe Cabo, militante que da nombre a la Agrupación del PCE que aquí se reúne. Añade que es roja, verde y violeta como IU. A lo que aspira es a que la llamen simplemente «la librería». Antonio no para, está con los últimos retoques, sacando libros, colocando los últimos elementos. A Alcaraz le presenta de pie, desde fuera de la mesa y sin sentarse a ella. Cuando termina con su breve parlamento, nos dice que nos deja, que tiene que seguir trabajando.

Hugo Martínez Abarca explica el libro diciendo que es una aguda reflexión sobre la actualidad. Allí está lo de Bankia, por ejemplo. Cuenta que para esa reflexión el autor utiliza una ficción un tanto peculiar con personajes de la política andaluza que aparecen con su nombre propio o bien son fácilmente reconocibles. Si no es verdad, cuadra. Nos habla del ruido del poder político derrumbándose y mafioseando, y frente a él nos coloca un mundo resurgiendo, el que tenemos que construir. Por su parte Matías Escalera nos dice que el lector debe completar el libro al leerlo en nuestro mundo. La novela es el relato de una auténtica derrota asumida con el último resto de disciplina. Si no somos capaces de deshacernos de lo viejo, no vamos a ser protagonistas de lo nuevo. Escalera tiene miedo a que la izquierda quede arrumbada por los nuevos modos de acción social y porque la emergencia del hastío de todos estos movimientos no es fácilmente reducible a aritmética electoral.

Alcaraz toma la palabra para hacerlo desde el humor y con cierta retranca. El arte nos retrata más de lo que creemos, nos cuenta incluso lo que seremos. Sobre la derrota que da título al libro el autor realiza dos citas. La primera de Bertolt Brecht: «lo que demuestra nuestra derrota es que somos pocos todavía». La segunda del Ché Guevara: «No se vive de victorias, sino superando derrotas». Después de la Batalla del Jarama se acuñó la frase «No pasarán», pero lo cierto es que pasaron. Lo hicieron físicamente, pero no cultural ni ideológicamente porque mucha gente ha resistido. Esa es la moral que nos traslada y nos habla de que tenemos que mirar hacia Lationamérica porque allí han podido ganar al neoliberalismo.

De la coalición de gobierno PSOE-IU en Andalucía dice que ha servido para aprender que no es lo mismo el gobierno que el poder y que la sociedad no está ni organizada ni estructurada para un verdadero proyecto de izquierdas. Vienen dos años terroríficos, pues no hay estructura productiva, solo queda el turismo. Si no se van consiguiendo pequeños logros frente a los recortes, el paro y la misera les van a hundir. Mirando hacia España dice que el poder ha roto las dinámicas sindicales de presión, negociación y acuerdo. Hay chulería desde el gobierno contra los sindicatos y busca convertir las huelgas y manifestaciones en simples rituales. Igual ha hecho con la PAH y su ILP que ha tergiversado para hacerla morir sin resolver los problemas de los desahucios. Si no se permite la lógica de las cosas solo nos queda la desobediencia civil calentando la situación para ver si hay un estallido social. Se ve venir un Pacto de Estado para salvar el bipartidismo y a la monarquía y también para estabilizar estos niveles sociales y laborales como normales. El poder económico nos dice que la solución es que la gente se acostumbre porque esta situación es la que nos corresponde; otra cualquiera sería vivir por encima de nuestras posibilidades. Y a la vez vemos el trasiego del dinero de los trabajadores hacia la banca. Lo hacen sin escrúpulos, como si se hubiera descorrido la cortina detrás de la que se escondía el capitalismo. Han establecido una deuda que no podemos pagar y de la que tampoco somos responsables. Se domina a los países por la espada o por la deuda.

Tenemos dos años ante las elecciones. Si PP y PSOE preparan un Pacto de Estado para salvar el bipartidismo, el resto de las fuerzas tendrán que encontrarse y proponer un Proceso Constituyente que agrupe a los partidos políticos al margen del bipartidismo y a los movimientos sociales. Alcaraz se pregunta que van a hacer el 15M, la PAH, los movimientos de desobediencia civil y el resto de fuerzas durante estos dos años. Nos dice que si tenemos la capacidad de pensar que se puede, podemos ganar.

Desde la Colina del Suicidio el protagonista de la novela ve la dialéctica que se va a establecer: o gana el Pacto de Estado para que todo siga igual o ganan los que proponen un nuevo Proyecto Constituyente para cambiar las cosas. Celebraremos otra derrota si dejamos escapar ese tren cuando tengamos las elecciones generales. Tenemos dos años, no para coger ese tren, sino para ser el propio tren. O regeneramos esta situación o tendremos que resignarnos. Esa regeneración no puede ser una revolución, tendrá que hacerse como un proceso constituyente y para eso tenemos ejemplos en Latinoamérica (Venezuela, Ecuador, Bolivia…). Ellos lo tenían peor y sin embargo han sabido hacer un desbordamiento democrático, ganar siendo partidos que llevaban en su programa una asamblea constituyente. Han cambiado sus sociedades por la vía electoral. Vamos a un proyecto global y lo bueno es que ya tememos un modelo: agruparnos políticamente con la intención declarada de cambiar lo que hay, de establecer ese Proceso Constituyente. Esa es la solución desde un punto de vista novelesco y también real. No hay salida sin el imaginario colectivo que cree que se puede cambiar las cosas, sin esas gentes que se convierten en el motor para hacerlo.

La disciplina de la derrota es la segunda novela de una trilogía que se abrió con Tiempo de ruido y soledad. Alcaraz nos dice que ya está preparando la tercera parte.

Blog del autor: http://islainexistente.javialvarez.es/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.