Mientras que en Alemania aún se discute acaloradamente sobre la fijación de un salario mínimo, la mayoría de los Estados de la UE ya lo ha introducido -con éxito-.
Dentro de la Unión Europea no hay un sueldo mínimo vigente, sino que cada país lo adapta a sus posibilidades económicas y al costo de vida. Es así que los trabajadores en Gran Bretaña, Irlanda o Francia ganan unos ocho euros por hora. En el sur de Europa, los salarios mínimos van de 2,62 a 3,86 euros y en los países del Este europeo se les garantiza a los trabajadores un ingreso de hasta 1,58 euros por hora.
El Instituto de Ciencias Sociales y Económicas (WSI), de la Fundación Hans Böckler, cercana a los sindicatos, acaba de publicar un estudio comparativo al respecto. El investigador Thomas Schulten, investigador del WSI, resume los resultados del siguiente modo: ‘Hoy en día la mayoría de los investigadores internacionales parte de la base que no hay una relación sistemática entre el salario mínimo y el desarrollo de la ocupación, no lo hay en lo positivo, ni en lo negativo’.
Sindicatos, gobiernos y empleadores unidos
Por el contrario, el salario mínimo ha mejorado notoriamente los ingresos de los trabajadores de bajos ingresos. Claus Schäfer, colaborador del WSI, destaca además que las empresas también se benefician de una reglamentación de este tipo: El sueldo mínimo crea iguales condiciones de competencia entre los empleadores. ‘Esta función de protección al empleador es la razón por la cual el sueldo mínimo no ha tenido en el extranjero el temido efecto negativo a nivel ocupacional’, explica Schäfer.
En Gran Bretaña el desempleo incluso disminuyó en un 25 por ciento en los últimos años, aún a pesar de que desde su introducción, en el año 1999, el sueldo mínimo ha aumentado en un 40 por ciento. En Inglaterra, al igual que en muchos otros países europeos, los gobiernos, asociaciones de empleadores y sindicatos trabajan en conjunto para adaptar continuamente el salario mínimo al costo de vida.
Los sindicatos juegan un rol importante
El salario mínimo beneficiaría a trabajadores y empleadores. En Austria, Italia y los países escandinavos no hay un salario mínimo dictado por ley, sino que éste es acordado entre los sindicatos y las asociaciones de empleadores, sin participación del gobierno. Que aún así sea la norma vigente a nivel nacional se debe, en el caso de Escandinavia, al hecho de que el 90 por ciento de los trabajadores estén afiliados al sindicato. En Alemania, en cambio, los sindicatos sufren una pérdida masiva de miembros.
Aproximadamente siete millones de alemanes trabajan en el sector de bajos ingresos, ganan muy poco, dependen prácticamente del apoyo estatal y tienen un poder adquisitivo mínimo. Según los expertos del WSI, todo esto cambiaría si se introdujera un sueldo mínimo. Siempre y cuando el mismo tuviera un valor aceptable.
El WSI recomienda orientarse en el ‘mínimo no embargable’, fijado actualmente en 985 euros, lo cual correspondería a unos 8,10 euros por hora. Entonces el salario mínimo alemán coincidiría aproximadamente con el vigente en Francia, Gran Bretaña o Irlanda.