El documental Alex Saab, un diplomático secuestrado, realizado por la periodista Karen Méndez, producción ejecutiva de Pedro Carvajalino, publicado por Bunker, comienza con imágenes de fuerte impacto: la violencia callejera de los golpistas venezolanos, definidos por los medios hegemónicos como «manifestantes pacíficos contra la dictadura», mientras quemaban vivas a personas en la calle, sólo por tener la piel oscura y parecer chavistas. Los anaqueles vacíos de los supermercados, consecuencia de la guerra económica impuesta por EEUU y sus aliados. Y luego el ataque con drones, realizado el 4 de agosto de 2018 durante un acto público, que pudo haber causado una masacre, matando a los líderes políticos y militares de la revolución bolivariana.
“Todas las opciones están sobre la mesa”, dijo entonces el presidente norteamericano, Donald Trump, estrechando la mano de sus títeres favoritos: el ex presidente colombiano, Iván Duque, y el autoproclamado “presidente interino” de Venezuela, Juan Guaidó.
“Estoy anunciando $52 millones para nuevos fondos para ayudar al gobierno interino”, dijeron funcionarios de la administración estadounidense, actuando junto a representantes de la banda de ladrones -en ese caso Carlos Vecchio y Julio Borges- prófugos de la justicia venezolana, y pomposos por estar a un paso de poner sus manos en el botín. Siguen las imágenes de la invasión mercenaria, intentada en mayo de 2020 vía Colombia, y frustrada por la unión cívico-militar.
“Más sanciones, más presión!” fue el pedido de la oposición en el exterior, en la persona del golpista Leopoldo López, que vive de lujo en Madrid, mientras quieres hambre y muerte para su país. Mientras tanto, los representantes del gobierno bolivariano denunciaban en todos los organismos internacionales que las «sanciones» son un crimen, como también lo atestigua el informe de la relatora independiente de la ONU, Alena Douhan. Un crimen para provocar “el colapso del Venezuela, aún a costa del sufrimiento de la población», como ha declarado descaradamente Washington.
Como un puñetazo en el estómago, los testimonios recogidos señalan con sencillez y claridad las dramáticas consecuencias del bloqueo: la falta de 8 de cada 10 medicamentos, la falta de alimentos y las muertes provocadas, impensables unos años antes en un país que había venció el hambre y el analfabetismo, logrando las «metas del milenio» mucho antes de la fecha establecida.
Sin embargo, emerge con igual claridad la resistencia de un pueblo consciente, que ha apoyado a su gobierno, desanimando las expectativas imperialistas, y fortaleciendo su dignidad y creatividad. Entre los comentarios, los del padre Numa Molina, quien cuenta cómo algunos niños que padecían de enfermedades graves no pudieron seguir siendo atendidos en el extranjero (también en Italia), debido a la incautación de dos grandes empresas venezolanas: Citgo (sucursal de Pdvsa) en Estados Unidos, y Monomeros en Colombia, así como por el robo de activos venezolanos en el exterior, a través de operaciones de piratería real de los bancos europeos y norteamericanos. «¿Dónde están los defensores de los derechos humanos?», pregunta Molina, señalando con el dedo la complicidad de los grandes medios y la hipocresía de los representantes de la ONU.
La abogada Laila Tajeldine, quien forma parte del equipo de defensa del diplomático y coordina el movimiento internacional por su liberación, presenta la figura de su defendido, también con imágenes de archivo, que evidencian su colaboración con el gobierno bolivariano: “En 2018 -dice Laila mostrando el documento- Saab es designado como enviado especial de Venezuela, autorizado para realizar una determinada cantidad de acciones humanitarias en nombre del gobierno”.
Mientras tanto, imágenes de la distribución de bolsas Clap, los Comités de abastecimiento y producción, creados por Maduro para enfrentar la guerra económica, se desplazan por la pantalla. Los militantes llevan artículos de primera necesidad directamente a los hogares, con la ayuda de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Pero, la campaña mediática internacional trató de satanizar a los Clap, diciendo que las bolsas eran solo para chavistas, y que los alimentos habían caducado. Sin embargo, dicen los testimonios, los escualidos corrieron a buscar el Clap, aunque declararon que “estaban llevandoselo para el perro”. En verdad -dice una chavista- «eran ellos, los escualidos, los perros rabiosos».
Alex Saab no solo traijo alimentos y medicinas, sino también petróleo, enviado por Irán y rápidamente perseguido por Estados Unidos, que sancionó y amenazó a todo aquel que quisiera comerciar con Venezuela. Camilla Fabri, esposa del diplomático secuestrado, quien vive en Venezuela con sus hijos, cuenta las dificultades impuestas al país en medio de la pandemia, “porque a Estados Unidos no le importa el sufrimiento del pueblo, solo quieren alcanzar los objetivos».
“Estados Unidos vieron la alegría del pueblo venezolano y se preguntaron: ¿quién está detrás de todo esto? E identificaron a Alex, que se convirtió en objetivo”, dice Camila, rodeada de los niños a los que la fundación Alex Saab dedica atención en Venezuela, acompañando la acción del gobierno. Funcionarios estadounidenses -recuerda Camilla- confesaron sus objetivos en un libro: querían secuestrar a Saab para saber cómo había logrado «burlarse» de sus sanciones, y convencerlo de traicionar a Venezuela.
En 2018, Venezuela y EE.UU. aún mantenían relaciones diplomáticas, las rompieron en enero de 2019 tras la autoproclamación de Guaidó. En julio, Trump impuso su primera sanción a Saab a través de la Ofac, la organización encargada de controlar el blanqueo de capitales, sancionando también a sus hermanos e hijos cuando cumplieran dieciocho años. También se abrió una investigación en Italia contra Camilla Fabri que -dice Camilla- «no tiene ni pies ni cabeza, no hay ningún presunto delito, ni me han dado oportunidad de defenderme».
Durante una parada técnica en el viaje de regreso de Teherán a Caracas, las autoridades de Cabo Verde desembarcan por la fuerza al diplomático. Un secuestro y una detención que – explica el experto de la ONU Alfred de Zayas-, ha violado el artículo 29 de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas. Un caso político, según todos los expertos, y también según las altivas declaraciones de los medios de comunicación de derecha.
Alex fue torturado en dos prisiones de Cabo Verde, obligado a dormir sobre cemento y a llevar los mismos pantalones con los que fue detenido. Médicos, abogados y una ONG caboverdiana que pudo visitarlo y luego desapareció, constatan las consecuencias de las torturas infligidas a un sobreviviente de cáncer como Alex, al que se le impidió recibir tratamiento.
El documental muestra los dos pronunciamientos de la Cedeao, cuyas decisiones son vinculantes para los países miembros, como Cabo Verde, que sin embargo decidió someterse al chantaje estadounidense y no dar seguimiento a la justicia. Se denuncia también la actividad persecutoria del portal Armando.info
Cerca de las elecciones en Cabo Verde, luego ganadas por el candidato de izquierda que había prometido respetar las decisiones de la Cedeao, EE.UU. decidió acelerar el segundo secuestro de Alex Saab. El gobierno bolivariano decidió entonces interrumpir el diálogo con la oposición en México, nombrando al diplomático mediador en las negociaciones.
En los EE. UU., el bombo cae por completo, se retiran todas las acusaciones contra Saab. Solo sigue en pie la de «conspiración». Para evitar decidir sobre la inmunidad de Alex Saab, EE. UU. sigue postergando el juicio hasta el día de hoy.