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Algo está pasando

Fuentes: Aporrea

En amplios sectores del país, y no me refiero al antichavismo visceral sino a gente independiente que busca la paz y que Venezuela avance por la senda del progreso y la justicia, hay un sentimiento que exige atención. Converso con muchos compatriotas preocupados. Con unos lo hago personalmente, y otros se comunican conmigo por distintas […]

En amplios sectores del país, y no me refiero al antichavismo visceral sino a gente independiente que busca la paz y que Venezuela avance por la senda del progreso y la justicia, hay un sentimiento que exige atención.

Converso con muchos compatriotas preocupados. Con unos lo hago personalmente, y otros se comunican conmigo por distintas vías. En todos observo confusión. No rechazan lo esencial del proceso bolivariano. No quieren volver al pasado. Están de acuerdo con el aliento social de las políticas oficiales, pero sienten inquietos. No pretenden la perfección, ya que están conscientes de que ninguna obra humana lo es; pero no entienden algunas cosas que están pasando. Ejemplo, la falta de escenarios para dialogar sobre temas nacionales importantes. Extrañan que las decisiones no se tomen a través de mecanismos abiertos donde participen, además de los chavistas, muchos otros venezolanos con diferentes posiciones, que no tienen el propósito de derrocar el Gobierno. No entienden lo que sucede con la inseguridad que, por razones obvias, la oposición explota sin aportar soluciones, pero que constituye una pesadilla. Sin duda que hay esfuerzos del Gobierno para enfrentar tan grave problema, y negarlo a ultranza descalifica a quien lo hace, pero sus efectos no se sienten. Razón por la cual hay que preguntarse si lo que se hace es insuficiente, y si lo es qué otras medidas se deben adoptar. ¿Pero en qué nivel es posible considerar otras medidas que amplíen el espectro de consulta y se puedan evaluar otros criterios? La magnitud del problema lo reclama con urgencia.

Hay otros asuntos que deprimen a los venezolanos y contribuyen a agravar el pesimismo que peligrosamente se abre paso. Veamos: los reiterados apagones en todo el país. Es cierto que la desinversión en el sector eléctrico, legado de la IV República , y el abandono de las prioridades de la industria, es causa primordial en lo que ocurre.

Mas ya es hora de preguntarse si acaso diez años continuos de gobierno no son suficientes para aplicar correctivos y evitar lo que se convierte en trauma colectivo. Si es que acaso no influye en lo que pasa la desidia, la corrupción y el burocratismo. La creación del Ministerio para la Energía Eléctrica es un paso importante en el camino de rectificar, pero hay que observar con atención el formato y la política con que funcionará el nuevo despacho. Pregunta, ¿con el de la concepción burocrática que fracasó o con una audaz disposición a cortar nudos y a admitir la validez del reclamo popular? Lo que ocurrió con Barrio Adentro es ilustrativo. A los ojos de millones de venezolanos el deterioro de la emblemática Misión era evidente. No reseñaré sórdidos detalles de ese proceso degenerativo que ahora afloran. Lo cierto es que el desplome era verificable por los usuarios, millones de venezolanos de escasos recursos beneficiados por esa conquista social. ¿Qué paso? El silencio lo bloqueó todo; la complicidad se impuso en determinados niveles, hasta que un día Chávez reaccionó y ordenó medidas heroicas. Me pregunto: ¿acaso un proceso político y la marcha de la gestión pública tienen que depender de la capacidad para reaccionar de un hombre? ¡Absurdo! Tan sólo reconociendo que hay muchos involucrados en el acto de gobierno, responsables tanto o más que el Presidente, se hallarán salidas. Se evitará el engaño y la consiguiente frustración de la colectividad.

Lo cual sólo se logra con la participación del pueblo, no en abstracto sino en concreto, organizado y militante. No hay otra manera de que la función de gobierno tenga signo diferente: el de la eficiencia.

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Fuente: http://www.aporrea.org/tiburon/a90161.html