La reducción de los aranceles industriales que actualmente se negocia en la Organización Mundial de Comercio (OMC) podrían generar algunos beneficios en materia de exportaciones y bienestar social para los países en desarrollo, pero también podrían provocar una reducción de los ingresos fiscales, de la producción y del empleo en algunos sectores, según un estudio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Las negociaciones sobre la reducción de los aranceles industriales en la Organización Mundial de Comercio (OMC) «continuarán siendo difíciles a menos que se encuentre alguna forma de tomar en cuenta las necesidades especiales y diferentes de los países en desarrollo y se adopten otras medidas para mitigar el daño colateral», subrayó Santiago Fernández de Córdoba, economista del departamento de Análisis Comercial de la División de Comercio de la UNCTAD y autor junto a David Vanzetti del documento «Enfrentando las reformas comerciales: consecuencias de las negociaciones de la OMC sobre aranceles industriales en los países en desarrollo».
El documento, que fue presentado en el seminario realizado el 18 y 19 de enero en Bruselas por el Departamento de Análisis Comercial de la División de Comercio de la UNCTAD con el tema «Ajustándose a las reformas comerciales: ¿cuáles son las principales dificultades para los países en desarrollo?», analiza diversas propuestas presentadas durante las negociaciones de la OMC sobre acceso a los mercados para los productos no agrícolas, utilizando un modelo de equilibrio general. Señala las consecuencias en términos de cambios en las importaciones, exportaciones, producción, empleo y beneficios sociales para diversos países y regiones.
Las negociaciones sobre acceso a los mercados para los productos no agrícolas son una oportunidad para resolver los obstáculos arancelarios y no arancelarios, pero el texto del Programa de Julio al respecto deja bastantes dudas sobre la dirección futura de las negociaciones, sostiene. «Un acuerdo para reducir los obstáculos al acceso a los mercados para los productos no agrícolas podría generar beneficios importantes para los países en desarrollo en materia de exportaciones, empleo y eficiencia económica. No obstante, como demuestra este estudio, esos beneficios vendrán con costos de ajuste a corto plazo, tales como pérdida de empleos y de producción en sectores importadores competidores así como pérdida de ingresos fiscales».
Escenarios diferentes
Este documento utiliza escenarios diferentes basados en tres propuestas de reducción de los aranceles: una fórmula suiza de «armonización», la «propuesta de la OMC» (presentada por el ex presidente de las negociaciones sobre el acceso a los mercados para los productos no agrícolas Pierre-Louis Girard) y una fórmula de topes (reducción uniforme, con un tope en los aranceles que sea el triple de la tasa promedio aplicada a escala nacional). Cada propuesta es luego sometida a tres niveles de reducción arancelaria: ambicioso, moderado y flexible. El análisis demuestra que los resultados generales mayormente modestos esconden cambios importantes en determinados sectores. Algunos países se beneficiarán en sectores claves, pero en otros, algunos sectores enfrentarán importantes ajustes. «Además, las pérdidas estimadas de los ingresos por concepto de aranceles podrían tener repercusiones muy negativas en los ingresos fiscales de varios países», añade.
Los resultados del modelo demuestran que los países en desarrollo rebajarán sus aranceles considerablemente después del ejercicio de reducción arancelaria. La actual tasa media ponderada de los aranceles a las importaciones para los países en desarrollo es de 12,5 por ciento, y podría caer a tanto como a 3,4 por ciento, advierte. En la fórmula suiza, la tasa promedio se reduciría a 3,4, seis o 9,2 por ciento en los escenarios de reducción ambiciosa, moderada y flexible, respectivamente. En la fórmula de topes, la tasa arancelaria promedio caerá a 5,7, nueve y 10,5 por ciento.
Según el documento, la liberalización puede incrementar el bienestar social y las exportaciones de los países en desarrollo en el largo plazo. Los beneficios sociales – incluido lo que los consumidores ganan como consecuencia del menor precio de los artículos importados- varían de 41.000 a 69.000 millones de dólares, y las exportaciones podrían crecer entre 2,1 y 4,3 por ciento.
Sin embargo, los datos en el documento demuestran que en muchos casos el crecimiento de las exportaciones se equipara o es superado por el crecimiento de las importaciones, en cuyo caso habría un efecto negativo en la balanza comercial de esos países. Por ejemplo, en el escenario moderado de la fórmula suiza, China y Hong Kong tendrían un incremento de las exportaciones de 10 por ciento pero en las importaciones sería de 12,5 por ciento; las exportaciones de India crecerían 19,7 por ciento y las importaciones 21,1 por ciento; las exportaciones del sudeste asiático aumentarían 3,4 por ciento y las importaciones 4,7 por ciento; las exportaciones e importaciones del África subsahariana crecerían ambas 2,3 por ciento, mientras que el crecimiento de las exportaciones de Brasil, de 6,3 por ciento, excedería el crecimiento de las importaciones de 5,7 por ciento.
Pérdida de ingresos
Uno de los resultados del documento más preocupantes es que las propuestas sobre acceso a los mercados para los productos no agrícolas harían que los ingresos fiscales cayeran de manera sustancial o incluso drásticamente en el caso de muchos países en desarrollo, ya que sus aranceles aplicados se ven afectados por las reducciones arancelarias. El modelo de escenario más ambicioso (suizo) de los documentos demuestra una reducción mundial de los ingresos arancelarios (en los países en desarrollo e industrializados) del 50 por ciento.
Para los países en desarrollo en su conjunto, sus ingresos actuales generales por concepto de aranceles, de 156.000 millones de dólares, se reducirían por la fórmula suiza 41, 29 o 21 por ciento (en los escenarios ambicioso, moderado y flexible, respectivamente). Según la fórmula de la OMC, caerían 36, 14 o 12 por ciento, y según la fórmula de topes, 32, 15 y 12 por ciento.
Según el escenario ambicioso de la fórmula suiza, los ingresos actuales de 32.000 millones por concepto de aranceles de China y Hong Kong sufrirían una caída de 51 por ciento; de 63 por ciento los 12.900 millones de India; de 64 por ciento los 5.600 millones de Brasil; de 37 por ciento los 14.000 millones del sudeste asiático; de 42 por ciento los 4.800 millones de los países de la Comunidad Andina; de 22 por ciento los 3.600 millones de América Central y el Caribe; de 54 por ciento los 22.000 millones de Medio Oriente y África del Norte, y de 16 por ciento los 10.700 millones del África subsahariana.
Las pérdidas de los ingresos serían mayores en el escenario «ambicioso» en las tres fórmulas (suiza, OMC y de topes). Pero las pérdidas igualmente serían importantes en los escenarios moderado y flexible. «Claramente, las grandes caídas son más importantes en los países en desarrollo que son más dependientes de los aranceles como fuente de ingresos», dice el documento. «Los países en desarrollo con los ingresos más bajos tienden a tener mayor dependencia de los aranceles como fuente de ingresos».
El documento también demuestra que si bien podría no haber cambios generales o beneficios generales en materia de empleo en varios países en desarrollo, podría, no obstante, haber importantes pérdidas de puestos de trabajo en ciertos sectores de esos países.
Un anexo del documento demuestra que uno de los más afectados sería el sector de vehículos automotores de los países en desarrollo. Según la fórmula suiza (escenario ambicioso), el empleo en este sector caería 10 por ciento en China y Hong Kong, 5,6 por ciento en India, 36,8 por ciento en el resto del sur de Asia, 4,3 por ciento en Brasil, 6,6 por ciento en el sudeste asiático y 9,6 por ciento en los países de la Comunidad Andina.
En su presentación, Fernández de Córdoba dijo que los aranceles industriales de los países industrializados aplicados a las exportaciones de los países en desarrollo son el doble de la tasa impuesta a otros países industrializados, y son el triple para las exportaciones de los países menos adelantados. Añadió que la fórmula suiza y la de topes pueden lograr el mismo grado de liberalización comercial, pero la fórmula de topes tiene el beneficio agregado de la transparencia. También, permitir que los países en desarrollo consoliden al doble del promedio simple de los aranceles consolidados de los países en desarrollo (es decir, el doble de 29,4 por ciento) les ofrece mayor flexibilidad para los productos sensibles.
Podría haber beneficios en el largo plazo, pero costos de ajuste en el corto plazo, dijo Fernández de Córdoba y añadió que la dificultad para los países en desarrollo es definir el tratamiento especial y diferenciado que requieren. «Por lo tanto, es preferible un criterio cauteloso o mesurado, como se reconoce en la Declaración de Doha, que reclama reciprocidad no plena para los países en desarrollo. Los beneficios sólo serán posibles a través de un acuerdo centrado en el desarrollo y de estrategias para reducir los costos del ajuste», concluyó.