1.- Deje de intentar asustar con sus profecías apocalípticas y evite hacer el ridículo más espantoso. Aprenda de sus antepasados: cuando el walkman apareció en 1979 la industria de la música ya se dio por muerta y pronosticó su inmediata desaparición; cuando los escaparates se llenaron con el nuevo video casero, Jack Valenti, el que […]
1.- Deje de intentar asustar con sus profecías apocalípticas y evite hacer el ridículo más espantoso.
Aprenda de sus antepasados: cuando el walkman apareció en 1979 la industria de la música ya se dio por muerta y pronosticó su inmediata desaparición; cuando los escaparates se llenaron con el nuevo video casero, Jack Valenti, el que fuera presidente de la MPAA, lo comparó con «el estrangulador de Boston» y profetizó que acabaría ahogando a la industria cinematográfica. Si usted quiere que sus hijos no sean señalados en el colegio entre las carcajadas de sus vecinos de pupitre, evite jugar a adivinar el fin del mundo.
2.- Sea conciliador.
Pese a lo que piense María Jiménez, subirse a una apisonadora y aplastar compactos no muestra el talante dialogante y sereno que se pretende transmitir con tal acto. Tampoco es adecuado comparar el que copien su disco con el hecho de que la violen. La mayoría de las personas consideran un insulto que le llamen «violador», así que evite en la medida de lo posible tales comparaciones desafortunadas. Por otro lado recordarle que las copias realizadas para uso privado y sin fin lucrativo son legales en nuestro país, en tanto que las violaciones (incluso las que se hacen para uso privado) siguen siendo delito.
3.- Deje de mirarse el ombligo.
Recuerde que en el planeta existen extrañas criaturas que no trabajan en el mundo de la música y, aunque crea que las leyes se hicieron pensado solo en usted, lo cierto es que incluso los que no sabemos cantar tenemos algunos derechos sueltos (algunos, además de derechos, hasta tienen discos editados). Evite decir, como se hizo en una mesa redonda en Barcelona, que «la radio es el gran problema de este país» (a no ser que quiera que los afiliados al INEM jueguen al frontón con su cabeza), o que «acceder a la cultura no es acceder a la música sino respetar a los autores» o que, como dijo Teddy Bautista el pasado enero, la «propiedad intelectual debe ser más preservada que otro tipo de bienes».
4.- Cuide sus declaraciones.
Pese a lo que le pudiera parecer a Bautista, llamar «pendejos electrónicos» a los internautas no es gracioso por mucho que sus familiares y amigos se tronchen con la ocurrencia. Kamil Idris, director general de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, demostró que no es recomendable hacer declaraciones en ayunas el día que dijo que la copia de Cds era «un asunto de vida o muerte» y que es «como el terrorismo». Rizando el rizo un portavoz de la RIAA, después de leer el libro «Cómo hacer amigos por todo el mundo con desternillantes comparaciones» dijo que los que se descargan música de Internet son semejantes a los que derribaron las torres gemelas.
5.- No denuncie a sus clientes.
Si dirige usted una empresa que cree afectada por las redes de pares debe saber que denunciar a sus clientes no es la mejor forma de afianzar la fidelidad con sus productos. Piense que los jóvenes de hoy en día somos protestones y podemos enfadarnos si nos amenazan con llevarnos ante un juez para que decida sobre nuestra libertad. Ya sabe que la juventud actual es vaga y no queremos trabajar, ni estudiar, ni ir a la cárcel ni nada de nada. Existen, no obstante, otros medios alternativos más efectivos para recuperar clientela. Uno de ellos, y que se ha practicado con éxito durante siglos, se llama «adaptación a los nuevos tiempos». Según cuentan, los tipos que transportaban el hielo en vigas trataron de hacer tragar las cubiteras a los que usaban ese nuevo invento llamado frigorífico y que les dejaba en el paro. Recuerde: si su negocio se ha quedado tan obsoleto como los telares manuales (el Wall Street Journal dijo que «la actual industria del copyright son los telares manuales del siglo XXI») la única opción que le queda es la adaptación. No lo olvide: hasta ahora ni las leyes ni las amenazas han conseguido nunca congelar el tiempo.