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Algunos quieren empujar a Irak al borde de una guerra civil

Fuentes: Gara

La autoría del atentado contra la mezquita Askariyah es un factor importante para entender el devenir de los acontecimientos en Irak, pero probablemente no sea el determinante. El amplio abanico de posibles autores y la diversidad de intereses hace difícil señalar sin equivocarse en una sola dirección. Sin embargo, existen otra serie de hechos que […]

La autoría del atentado contra la mezquita Askariyah es un factor importante para entender el devenir de los acontecimientos en Irak, pero probablemente no sea el determinante. El amplio abanico de posibles autores y la diversidad de intereses hace difícil señalar sin equivocarse en una sola dirección. Sin embargo, existen otra serie de hechos que pueden ayudar a una mejor contextualización de las consecuencias.

Es evidente que el atentado ha sido contra la comunidad chiíta, la misma que horas previas a la bomba se estaba manifestando masivamente en Kerbala contra las caricaturas sobre Mahoma, aumentando entre ellos el sentimiento contrario a la ocupación y EEUU. La elección del momento, en plena celebración chiíta del martirio de Husayn, y el lugar, una de los cuatro lugares santos para esa rama del islam, que fue levantado en honor a tres imanes venerados por los chiítas, entre ellos Muhammad al-Mahdi, el decimosegundo, el desaparecido que los chiítas esperan su retorno, también es importante.

Y en este panorama tan oscuro aparece la figura de Muqtada al-Sadr, denostado y descalificado por Occidente, pero que estaría jugando un papel clave en la arena política del país. Los votos de sus seguidores, más del 20% dentro de la Alianza Unida Iraquí, y que podía contra con otro 12% de otros sadristas, han sido determinantes a la hora de elegir a Al Jaafari como primer ministro, en detrimento del favorito del CSRII. Este movimiento ha permitido que al Jaafari, cuyo partido tiene menos peso en la Alianza, dependa de la política de al-Sadr, y esto no es del agrado de kurdos y sunitas y, menos aún, de EEUU.

Recientemente al-Sadr ha visitado Irán, Jordania, Siria y Líbano, manteniendo reuniones al más alto nivel, prueba del peso que ha ganado en los últimos meses, una situación que desagrada a Washington.

Ante una relativa división chiíta, una incómoda situación entre los kurdos que se muestran críticos con la situación, una alianza sunita que asienta sus posiciones y una resistencia que se muestra cada día más audaz y con mayor capacidad operativa, el horizonte de una guerra civil no beneficia a las alternativas iraquíes. Algunos en Irak señalan que la estrategia del enfrentamiento civil ha fracasado con anterioridad y que ahora también fracasará, pero la pregunta es ¿hasta cuando se podrá mantener esa tesis?

Txente Rekondo,  GABINETE VASCO DE ANALISIS INTERNACIONAL (GAIN).