Después de siglos de luchas estériles que diezmaron su población y sembraron el hambre y la miseria, culminando con dos guerras mundiales en el siglo XX, los europeos entraron en razón y decidieron cambiar sus conductas y formas de trato, por otras basadas en el reconocimiento y la cooperación económica hacia objetivos comunes. Como resultado, […]
Después de siglos de luchas estériles que diezmaron su población y sembraron el hambre y la miseria, culminando con dos guerras mundiales en el siglo XX, los europeos entraron en razón y decidieron cambiar sus conductas y formas de trato, por otras basadas en el reconocimiento y la cooperación económica hacia objetivos comunes.
Como resultado, Europa ha experimentado una gran transformación, mejorando sus condiciones de vida, sus sistemas de educación y salud, a niveles inconcebibles hace tan sólo 40 años, cuando muchas de sus naciones vivían en crisis permanentes de desempleo, inflación e ingobernabilidad. La instauración de un tratado multilateral de libre comercio, denominado Mercado Común Europeo, les permitió intercambiar bienes y servicios, facilitando el crecimiento de sus empresas ante la presencia de mercados mayores para sus productos. A las alianzas entre países siguieron las alianzas entre empresas. Europa toda vivió un renacimiento económico y cultural mayor al experimentado por las ciudades italianas en el siglo XVI, creando las condiciones necesarias para un siguiente paso, el establecimiento de una Comunidad Europea que garantiza el libre tránsito de productos, de dinero y de personas entre sus países miembros.
Independientemente de los problemas de migración con la población de sus antiguas colonias, el éxito alcanzado ha constituido un ejemplo a seguir en otras regiones del planeta, dando lugar a proyectos como el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) promovido por Vicente Fox y rechazado en la pasada reunión de jefes de Estado realizada en Mar del Plata, Argentina. ¿Por qué este rechazo, si en Europa las cosas van tan bien?
La respuesta a esta pregunta radica en razones que Fox, su gobierno y un amplio conjunto de defensores a ultranza del libre comercio se niegan a ver. El Mercado Común Europeo estuvo basado en una alianza entre iguales: países tan distintos como Holanda y España fueron considerados iguales, las desigualdades económicas que desde luego existían pudieron ser eliminadas por el bien de todos, ante el supuesto de que la capacidad económica de la comunidad sería la suma de las capacidades económicas de sus miembros. No es este el caso del ALCA, como tampoco lo ha sido el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), establecido como un esquema de dominación imperial que por ningún lado considera un trato entre iguales.
En el caso del TLCAN, las inclinaciones dominantes de los estadunidenses y la ausencia de interés por el desarrollo de México han sido sus características centrales. No ha estado en la naturaleza de los gobiernos estadunidenses el trato a las naciones latinoamericanas como iguales, y México no es, ni ha sido, la excepción. Pero el problema no tiene en Estados Unidos al único responsable. La visión de Vicente Fox fue sabiamente expresada por él mismo hace algunos años, cuando habló de la oportunidad de los mexicanos de ir a dar mantenimiento a los jardines de los estadunidenses.
Por otra parte, se hacen tontos Fox, sus colaboradores y en general los defensores del TLCAN, que pretenden ofrecer cifras «que hablan por sí solas», como la del crecimiento de las exportaciones no petroleras de México, 10 veces mayores a las existentes antes del TLCAN. Se hacen tontos en cuanto a que 90 por ciento de esas exportaciones son realizadas por empresas extranjeras, con contribuciones marginales de mano de obra mexicana, y también lo hacen cuando señalan las decenas de empleos generados por las instalaciones de Wal-Mart en algún poblado, mientas las estructuras del comercio local son destruidas, junto con sus cadenas proveedoras de alimentos y de otros bienes de consumo.
Los ejemplos que muestran la verdad del modelo neoliberal abundan por todas partes. Por ello, el rechazo al ALCA externado en Mar del Plata por los pueblos sudamericanos, y respaldado por algunos de sus gobiernos, constituye una lección para los estadunidenses, para que dejen de ver a América como su territorio de dominación y nos empiecen a ver a los latinoamericanos como iguales. Será entonces cuando podremos hablar de alianzas comerciales con ellos y de esperar que éstas respondan a nuestras expectativas.
Fox y su equipo no entienden ni entenderán esto, y poco importa ya; el daño que han hecho a México es grande, y hecho está. Ha sido el precio del voto útil, pero pocas tonterías más pueden hacer; vendrán tiempos en que México recupere su dignidad y pueda retomar el papel que alguna vez tuvo entre las naciones americanas.