Las malas noticias se repiten en todo el mundo: los altos precios de los alimentos parecen haber llegado para quedarse. El trigo y la leche han alcanzado récord históricos en el mercado internacional, el arroz se encuentra en su nivel más alto de los últimos diez años, el maíz y la soja también están por […]
Las malas noticias se repiten en todo el mundo: los altos precios de los alimentos parecen haber llegado para quedarse.
El trigo y la leche han alcanzado récord históricos en el mercado internacional, el arroz se encuentra en su nivel más alto de los últimos diez años, el maíz y la soja también están por encima de los precios promedio de hace una década y la carne se ha disparado en muchos países.
La era de la comida barata parece haber terminado. Con una demanda que excede la oferta, hay preocupación de una escasez inminente, en tanto que las reservas declinan y algunos países restringen la exportación de alimentos.
No es raro que los precios de algunos alimentos aumenten repentinamente y que luego declinen. Esto se debe generalmente a que las cosechas se ven afectadas por sequías o por algún tipo de plaga. La actual sequía en algunos países productores de trigo es una de las razones del reciente aumento de este cereal. Sin embargo, esta vez parecen existir también factores estructurales y de largo plazo que sugieren que los altos precios de los alimentos se mantendrán o incluso continuarán aumentando.
El primero es el incremento de la demanda de alimentos en los países en desarrollo, debido al aumento de la población, los mayores ingresos y un cambio en las preferencias. China es un claro ejemplo, pero hay numerosos países donde la demanda está dejando atrás la oferta local, produciendo a su vez un aumento de la presión en los mercados internacionales.
El segundo factor es el aumento de precio de los insumos para la producción de alimentos. El petróleo constituye un claro ejemplo: su precio se ha disparado alcanzando la semana pasada el récord de noventa y dos dólares por barril y algunos expertos predicen que alcanzará los cien dólares. Esto impacta en el precio de los alimentos al menos en dos formas: produciendo un aumento del precio de insumos como el combustible para los tractores y los fertilizantes, y también de los costos de transporte marítimo de los alimentos.
El tercero es el auge de los biocombustibles, que está provocando que tierras que podrían utilizarse en la producción de alimentos sean usadas para cultivos destinados a la producción de combustibles.
Según un informe publicado en junio por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el aumento de la demanda de biocombustibles está produciendo cambios fundamentales en los mercados que pueden resultar en un aumento de los precios internacionales de muchos productos agrícolas.
El informe, titulado «Perspectivas de la Agricultura: 2007-2016», afirma que factores temporales como sequías y bajas reservas pueden explicar el reciente aumento del precio de los commodities agrícolas. «Pero se están produciendo cambios estructurales que bien podrían mantener los precios nominales relativamente elevados de muchos productos agrícolas en la próxima década», advierte.
El cambio más importante es «el creciente uso de cereales, azúcar y oleaginosas y aceites vegetales para producir etanol y biodiésel, sustitutos de combustibles fósiles. Esto sostiene los precios de las cosechas y, en tanto que el costo de las raciones es mayor, también sostiene el precio del ganado». Este cambio en el uso de la tierra, de la producción de alimentos a la de combustibles, está haciendo sonar algunas alarmas. Jean Ziegler, relator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, dijo el 26 de octubre en una conferencia de prensa que debería haber una moratoria de cinco años en la producción de biocombustibles, «ya que es un crimen contra la humanidad convertir en combustible cultivos que pueden ser utilizados como alimento». Y añadió: «Los biocombustibles están promoviendo un aumento de los precios de los alimentos mientras existen en el mundo 854 millones de personas que padecen hambre».
Otro informe reciente de la FAO, titulado «Perspectivas de cosechas y situación alimentaria», afirma que los precios internacionales del trigo han experimentado un fuerte aumento desde junio, alcanzando precios récord en setiembre debido a una reducción de la oferta mundial, bajas reservas y una demanda sostenida. Los altos precios de exportación y el aumento en el costo del transporte «impulsan al alza los precios internos del pan y de otros alimentos básicos en los países en desarrollo que dependen de la importación, y provocan tensión social en algunas áreas».
El alza en el precio de la harina de trigo, y su posible traslado inflacionario al pan y la pasta, han acaparado las noticias de prensa en Malasia. El gobierno, por su parte, hizo un llamado a los productores de alimentos derivados del trigo a no aumentar los precios excesivamente.
Se estima que los países en desarrollo gastarán globalmente este año una cifra récord de 52.000 millones de dólares en la importación de cereales.
El informe de la FAO también destaca que:
+ Los precios del maíz se encuentran muy por encima de los del año pasado, pese a las cosechas extraordinarias, debido a una fuerte demanda de la industria de los biocombustibles.
+ La cosecha de cereales de este año sólo alcanzará a cubrir los niveles de utilización de 2008, lo que significa que las reservas no se recuperarán. Las existencias permanecerán en niveles muy bajos en el futuro próximo.
+ Las reservas de trigo son preocupantes. La demanda sostenida y el aumento insuficiente de la producción en este año pueden provocar que las reservas mundiales caigan al menos en catorce millones de toneladas, hasta los 143 millones de toneladas, el nivel más bajo en veinticinco años.
+ Treinta y seis países enfrentan actualmente crisis alimentarias. Con los precios de los alimentos en alza y el aumento de la inseguridad alimentaria, en tanto que las reservas apenas se mantienen o caen, muchos países planean incrementar su propia producción. Como la importación de alimentos es tan onerosa resulta económicamente más rentable, tanto para los agricultores como para los países, comenzar a producir o aumentar la producción de varios tipos de cultivos destinados a la alimentación