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Altas finanzas y guerra perpetua

Fuentes: Rebelión

Traducido por Caty R.

La revista Afrique-Asie  de octubre de 2008 publicó un excelente dossier, recopilado por Rémy Herrera, que explica que la guerra es una cuestión fundamental para entender la gravedad de la crisis del sistema mundial. Hay que partir, en primer lugar, de un análisis de dicha crisis:

    «El fenómeno de partida es la crisis económica: los beneficios de la actividad capitalista -en tendencia creciente en Estados Unidos y en el resto de la tríada (Japón y Europa) desde principios de los años 80- no encuentran formas de inversión productivas que generen rentabilidad. En este contexto las altas finanzas, es decir los amos del capital mundialmente dominante, principalmente estadounidenses, se organizan. Las altas finanzas ponen en marcha una estrategia global que se designa con el nombre de neoliberalismo. Esto es lo que engendra todos los problemas económicos de la globalización: el déficit estadounidense, la deuda de los países del sur, la liberalización de las transferencias de capitales, la privatización de los patrimonios comunes de la humanidad, e incluso el desmembramiento de la protección social y las pensiones».

Estamos en un sistema en el que los despidos de trabajadores, las guerras de saqueo y la destrucción de los seres humanos hacen crecer los beneficios de los accionistas; y semejante sistema pretende impartir lecciones de moral al resto de la humanidad, pregonando hipócritamente los derechos humanos para perpetuar este horror.

Esta serie de artículos es una poderosa contribución para comprender, además de la crisis, la futura evolución del capitalismo y por lo tanto las formas de resistencia, nuestra propia estrategia. Habría que releer la obra fundamental de Lenin, El imperialismo, fase suprema del capitalismo, y ver qué es lo que se está transformando desde la gran crisis que abrió la puerta a dos guerras mundiales, a las revoluciones, y más recientemente a una contrarrevolución capitalista que es precisamente el neoliberalismo. La globalización es el imperialismo, un imperialismo totalmente dominado por un imperio que impone su hegemonía militar y se halla en una profunda crisis, Estados Unidos.

El sector del capital dominante, las altas finanzas, emprenden una estrategia neoliberal para luchar en un contexto de tendencia al alza de las tasas de beneficio (y no de bajada, como en un esquema marxista clásico) con dificultades para invertir. El objetivo de la estrategia neoliberal es ofrecer siempre a dicho capital dominante más oportunidades de inversión bajo una forma cada vez más especuladora. «No se trata, explica Rémy Herrera, de un proyecto de desarrollo, sino de dominación y saqueo. De ahí la impresión de caos».

Contradicciones, entre ellas «La ausencia de entidades políticas supraestatales frente a los mercados globalizados, la ficción de la libre competencia frente a la monopolización de la propiedad privada o la diferencia entre el discurso dominante de la «libertad individual» y la segmentación internacional de los mercados del trabajo por la construcción de «muros», como los de Río Grande, Schengen y Cisjordania».

El poder de las altas finanzas frente a esas explosivas contradicciones se mantiene por medio del ejército. Su característica principal, actualmente, es la militarización de la hegemonía estadounidense. El sistema capitalista mundial funciona cada vez más directamente gracias a la guerra. «Se trata de una combinación de la violencia visible de las guerras imperialistas y la violencia invisible de las relaciones capitalistas». El neoliberalismo está militarizado bajo la dirección de un imperio en crisis que conlleva la violación de los derechos de los pueblos, la negación del Derecho Internacional y el desprecio a las Naciones Unidas, y la pretensión de instituir, en el mejor de los casos, un directorio imperialista que vendría en apoyo de la hegemonía estadounidense.

Actualmente, para muchas personas, las guerras de Iraq y Afganistán, catalogadas como guerras contra el «terrorismo», aparecen cada vez más como guerras por el petróleo; es cierto. Pero considerar que se trata únicamente del petróleo no es suficiente, lo que está en juego es la dominación de todo el sistema por parte de las altas finanzas estadounidenses. Las guerras no sólo fueron desencadenadas por el calamitoso Presidente G.W. Bush, sus halcones o sus magnates del petróleo, sino por las instituciones del capital financiero, que sólo pueden mantenerse en el poder por medio de la violencia. Esta constatación origina más pesimismo en cuanto a qué podrá hacer Obama frente al monstruo en el que se ha convertido Estados Unidos. Y nosotros no asumimos debidamente que las estrategias de resistencia deben desarrollarse en todas partes; impedir las guerras, no ceder a la propaganda, forman parte de nuestras resistencias. Por eso necesitamos fuerzas políticas que conozcan con claridad la naturaleza de esta fase del imperialismo.

«Las finanzas están en guerra contra cualquiera que se oponga a ellas pretendiendo llevar a cabo un proyecto autónomo de desarrollo».

A la luz de esta evidencia es como hay que leer la violencia de los antagonismos en América del Sur, donde los pueblos y los gobiernos han elegido la resistencia. Pero también hay que leer las relaciones con Rusia, y sobre todo China, como una especie de juego entre el amo financiero y militar que no llega a imponer a los chinos su propio modelo neoliberal aunque China también arrastra, debido a los fallos de ese modelo, la dependencia de cara al exterior y su incapacidad de acumulación, evitando la amenaza militar en sus múltiples formas (incluidas las organizaciones de terrorismo separatista de los mercenarios).

En efecto, hay que ver con claridad las relaciones entre las altas finanzas y su poder sobre las grandes multinacionales y entre ellas, que se benefician de la externalización de la función defensiva de los Estados, el primero Estados Unidos. Dicha externalización no sólo concierne a los fabricantes de armas, sino también al entramado de los invasores y mercenarios de la guerra y la tortura; todo el conjunto cotiza en bolsa y pasa de mano en mano.

Al mismo tiempo, en otros artículos del mismo número, el mensual Afrique-Asie estudia la evolución del complejo militar industrial estadounidense. El peso de las empresas privadas en dicho complejo ya era considerable a la salida de la Segunda Guerra Mundial, hasta el punto de que a principios de la década de los 60, el Presidente Eisenhower alertó a sus conciudadanos de la amenaza del choque de los intereses militares del ejército y los de la industria sobre la democracia. La agresión imperialista estadounidense contra Vietnam aceleró la integración de las empresas privadas en el esfuerzo de guerra estadounidense después de la carrera armamentista contra la Unión soviética, pero la guerra de Iraq ha establecido un nuevo récord.

Una parte cada vez mayor de sociedades militares privadas pasa no solamente bajo la dirección de los grupos industriales proveedores de armas, sino también, y sobre todo, de las finanzas. Las sociedades militares privadas, cuyas competencias van desde el espionaje al mundo de los mercenarios pasando por las torturas-interrogatorios de los prisioneros, se cotizan en bolsa y los actos de guerra hacen que suban las acciones (2). Los beneficios de sociedades como Vinnell suscitan tanto interés en las altas finanzas que la firma ha cambiado de propietario varias veces y sus inversores son miembros del gobierno, adjuntos de la CIA, el ex presidente Bush, el ex secretario de Estado Barker, el ex Primer Ministro británico John Major, el ex presidente alemán del Bundesbank Karl Otto Pöhl y, por supuesto, Soros, así como miembros de la familia Bin Laden. Numerosos altos funcionarios de la CIA están empleados en sociedades militares privadas.

Actualmente se está abriendo un mercado prometedor, el del mantenimiento de la paz bajo la protección de las Naciones Unidas, los mercenarios están llamados a sustituir a los Cascos azules.

Hay que leer todo el dossier para descubrir esta extraordinaria imbricación y aunque el caso más ilustrativo es el de Estados Unidos, es obvio que Francia no le va a la zaga y que la integración de su defensa en la OTAN no se hace sin beneficios para los amigos del Presidente. Así, si las sociedades estadounidenses se llevan la parte del león en los beneficios de las guerras de Afganistán e Iraq, en el undécimo puesto de productores y proveedores de armas se encuentra la sociedad francesa Thales (6.997 millones de dólares en 2006).

Volviendo a la exposición de Rémy Herrera:

    «Según todas las señales, es evidente que Estados Unidos no podrá reanimar, por medio de la guerra, la acumulación de capital en el centro del sistema capitalista mundial. Las destrucciones de capital causadas por estos conflictos, enormes para los países del sur que los están padeciendo, no permiten promover un nuevo ciclo largo de expansión del capital en Estados Unidos, como ocurrió tras la Segunda Guerra Mundial con la reconstrucción.

    ¿Estados Unidos dispone de recursos para financiar eventuales nuevas guerras? Los gastos de defensa estadounidenses se sitúan actualmente un poco por debajo del 4% del PIB. Para el año 2008, G.W. Bush ha pedido al Congreso la suma global de 647.200 millones de dólares para el Departamento de defensa nacional (…) más una serie de gastos suplementarios de naturaleza militar a cargo de otros ministerios. En total, esa cantidad representa casi una quinta parte del presupuesto del Estado Federal y algo menos de la mitad del total de los gastos militares de todo el mundo.

    Pero la primera potencia militar mundial se halla inmersa en profundos desequilibrios económicos amplificados por la gestión neoliberal de la crisis. Estados Unidos está superenedeudado. Sus finanzas absorben la mayoría de los beneficios de la Bolsa y sólo dejan unos pocos recursos disponibles para la inversión productiva. Las clases dominantes, considerablemente enriquecidas desde hace veinte años, consumen sin freno.

    Sistema de saqueo mundial, el neoliberalismo en Estados Unidos es, además, un modelo de acumulación capitalista muy lento, de hecho casi es una no-acumulación. Aunque Estados Unidos siempre saca más beneficios que el resto del mundo depende mucho del exterior, y por eso bombardea o amenaza con bombardear a los pueblos desde su red de bases militares que cubre el planeta».

Las dimensiones económicas y militares de la crisis están estrechamente relacionadas: la guerra agrava los desequilibrios de la economía estadounidense que las altas finanzas tratan de resarcir por medio del saqueo y la guerra perpetua. La crisis actual revela que esta lógica destructora para la humanidad ha llegado al límite de lo soportable.

Notas:

(1) Ver especialmente, en el mismo número, el edificante palmarés de los principales beneficiarios de las guerras de Afganistán e Iraq y también el estudio del sistema Vinnell: inicialmente una empresa de construcción, se integró al esfuerzo de la guerra construyendo las bases durante la Segunda Guerra Mundial. Durante la guerra de Vietnam pasó de la construcción al mercado de los mercenarios, con más de 5.000 personas. Después de la guerra y los años de vacas flacas reapareció convertida en protectora de la familia real saudí y sus pozos de petróleo. Pero al mismo tiempo sigue vinculada a la CIA sirviendo de tapadera a sus agentes en Oriente Próximo. Actualmente, la presencia de Vinnell en Oriente Próximo presenta un cierto número de ventajas para el gobierno estadounidense: entrenamiento de fuerzas armadas en el extranjero, acceso a los servicios de seguridad a menor coste y estabilización, por procuración, de un aliado en la región. Cuando se analizan de cerca estas imbricaciones consideramos que las hipótesis relativas a los atentados del 11-S, y más recientemente a los de la India, no tienen nada de escandalosas, ya que revelan los poderosos intereses que existen para la continuación de la guerra y cómo ésta se halla en el centro del sistema neoliberal de las finanzas mundiales.

(2) En el otoño de 2006, la publicidad de un acuerdo de 43 millones de dólares para indemnizar al personal del MPRI (sociedad militar privada) enrolado en el ejército estadounidense y en Afganistán e Iraq hizo que subieran las acciones bursátiles de la empresa matriz del MPRI, L-3. Tenemos un sistema en el que los despidos, tanto en las empresas como en la guerra, son los medios para incrementar los beneficios de los accionistas.

Original en francés: http://socio13.wordpress.com/2008/12/01/haute-finance-et-guerre-perpetuelle/#more-8339

Danielle Bleitrach, socióloga francesa, perteneció al Comité Central del Partido Comunista Francés (PCF) y después al Comité Nacional de dicho partido desde 1981 a 1996. Fue Consejera Regional responsable de cultura de la región PACA (Provenza-Alpes-Costa Azul) y fundadora de la revista de los intelectuales comunistas Révolution, en la que escribió numerosos artículos que se caracterizan por su espíritu polémico. Dimitió del Comité Nacional del PCF en 1996, en desacuerdo con la participación del partido en el gobierno. En 2003 salió del PCF, aunque sigue declarándose comunista.

Últimamente Danielle Bleitrach se ocupa en especial de Cuba y América Latina. Además de Cuba es una isla (traducción española de Maira Góngora, Ed. de Intervención Cultural, 2005), ha escrito con Viktor Dedaj y Maxime Vivas Les États-Unis de Mal Empire, ces leçons de résistance qui nous viennent du sud, Adén, 2005, traducido al español por Aurora Fibla Madrigal con el título Estados Unidos o el imperio de mal en peor, ed. José Martí, La Habana, 2006.

 

Estas obras suponen una ruptura con sus análisis sociológicos anteriores y enlazan con la reflexión sobre la globalización, el desarrollo, el trabajo y la ciudadanía.

Ha escrito una quincena de obras entre las que destacan tres de sociología sobre la clase obrera y la ciudadanía, ensayos como Le Music hall des âmes nobles (sobre los intelectuales) y novelas como Un bouquet d’ortie o L’infortune de Gaspard.

Su último libro, en colaboración con Jacques François Bonaldi, es Cuba, Fidel et le Che ou l’aventure du socialisme (Cuba, Fidel y el Che o la aventura del socialismo), Le Temps de Cerises, 2008.