Quince rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han sido rescatados por el ejército colombiano. Entre ellos se encuentran Ingrid Betancourt, candidata presidencial colombiana que ha estado en cautiverio por seis años, y tres contratistas militares estadounidenses. Según la página web de la revista estadounidense Time, el victorioso Ministro de Defensa colombiano, Juan […]
Quince rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han sido rescatados por el ejército colombiano. Entre ellos se encuentran Ingrid Betancourt, candidata presidencial colombiana que ha estado en cautiverio por seis años, y tres contratistas militares estadounidenses. Según la página web de la revista estadounidense Time, el victorioso Ministro de Defensa colombiano, Juan Manuel Santos, declaró que «Esta operación no tiene precedente»[1]. Dicha operación de rescate, denominada Jaque, indica el nivel de confianza que tiene el ejército colombiano en su ofensiva contra las FARC. Al parecer hay un espía del ejército infiltrado dentro de las FARC que logró que se trasladaran a los quince rehenes hacia otro campamento, donde los esperaban un grupo de militares colombianos disfrazados de guerrilleros, que engañaron a los verdaderos guerrilleros y se llevaron a los rehenes en helicópteros. «Las FARC nunca podrán recuperarse luego de esto,» afirmó un analista militar colombiano.
La liberación de Betancourt y los demás catorce rehenes ha recibido extensa cobertura en los medios de comunicación dominantes, que celebran el suceso como un triunfo más en la lucha del presidente colombiano Álvaro Uribe contra el grupo guerrillero. También se ha revelado en la prensa que el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, el senador John McCain, se encontraba «coincidencialmente» en Colombia mientras se llevaba a cabo el rescate. Algunos especulan que quizás haya brindado un poco de su «conocimiento militar» al ejército colombiano, ya que fue piloto y prisionero de guerra en Vietnam. Es dudoso que McCain haya aconsejado al ejército colombiano, puesto que lo mejor que sabe hacer es bombardear personas desde un avión. Lo que no es difícil de imaginar es que quizás McCain supiera que el ejército estaba planeando algo contra las FARC y decidiera ir a darle una «visita de cortesía» al Gobierno de Uribe para explicarle que su condición de vasallaje continuará si él resulta vencedor en noviembre. Así McCain gana cobertura en la prensa internacional como asesor en el rescate de Ingrid Betancourt y los otros rehenes y también logra recordarle a Uribe quién manda al mismo tiempo.
El ejemplo de McCain, sin embargo, no es la primera vez que sucede algo parecido en Colombia. A lo largo de la llamada «Guerra Fría», Colombia recibió enorme ayuda y entrenamiento militar de EE.UU. bajo el pretexto de fomentar una contrainsurgencia que pudiera enfrentarse a los supuestos «grupos guerrilleros aliados a la Unión Soviética» que estaban surgiendo en el país. En 1962, el general estadounidense William Yarborough, uno de los principales encargados de esta estrategia de contrainsurgencia, dijo:
«Es la opinión considerada del equipo de prueba que un esfuerzo concertado en equipo debe hacerse ahora en el país para seleccionar personales civiles y militares que reciban entrenamiento clandestino en operaciones de resistencia en caso de que se necesiten más adelante. Esto debe hacerse con vista hacia el desarrollo de una estructura civil y militar lista para la explotación en caso de que el sistema de seguridad interna colombiano deteriore aún más. Esta estructura se debe utilizar para ejercer presión con el fin de lograr las reformas necesarias, realizar funciones de contra-agente y contra-propaganda y si es necesario, ejecutar actividades paramilitares, de sabotaje y/o terroristas contra actores comunistas conocidos. Esto debe ser apoyado por los Estados Unidos. El aparato se debe encargar de la ejecución clandestina de los planes desarrollados por el Gobierno de los Estados Unidos hacia objetivos definidos en los campos políticos, económicos y militares. Esto permitiría pasar a la ofensiva en todos los campos de esfuerzo en lugar de depender de los colombianos para que encuentren su propia solución.»[2]
En ese discurso se puede notar el inicio de lo que serían billones de dólares otorgados al Gobierno colombiano por parte de EE.UU. a lo largo del tiempo. Con el paso de los años, los pretextos fueron cambiando. Primero el dinero era para ayudar en la lucha contra el comunismo, pero con la caída de la Unión Soviética la excusa pasó a ser la lucha contra el narcotráfico y ahora es la lucha contra el terrorismo. Así es que surgen extraños términos inventados por el Gobierno estadounidense y sus lacayos, como «narco-guerrillas» y luego del 11 de septiembre «narco-terroristas». Como mencionó James Petras en Rebelión el 27 de mayo del 2008:
«Con una financiación sin precedentes y un apoyo tecnológico ultramoderno de USA, el nuevo presidente Álvaro Uribe -socio de narcotraficantes y organizador de escuadrones de la muerte- adoptó una política de tierra quemada para ensañarse con el campo colombiano. Entre su elección en 2002 y su reelección en 2006, más de 15.000 campesinos, sindicalistas, trabajadores de derechos humanos, periodistas y otros críticos fueron asesinados. Regiones enteras del campo fueron vaciadas: de la misma manera que en la Operación Phoenix usamericana en Vietnam, se contaminó la tierra de cultivo con herbicidas tóxicos. Más de 250.000 soldados y sus compinches paramilitares de los escuadrones de la muerte diezmaron amplias zonas del campo colombiano controladas por las FARC. Helicópteros proporcionados por Washington bombardearon la selva en misiones de búsqueda y destrucción (que no tenían nada que ver con la producción de coca o con el envío de cocaína a USA). Al destruir toda la oposición popular y las organizaciones campesinas y al desplazar a millones de colombianos, Uribe logró empujar a las FARC hacia regiones más remotas.»[3]
A pesar de todo esto Uribe, la copia barata latinoamericana de Bush, aparece en los medios de comunicación dominantes como un héroe de la «guerra contra el terrorismo» en América Latina. Tras el rescate de los quince rehenes de las FARC, nadie pregunta porqué no fueron liberados antes por los mismos guerrilleros. Resulta que Raúl Reyes, el comandante de las FARC que fue asesinado en el bombardeo en territorio ecuatoriano por parte del Gobierno colombiano, se encontraba en Ecuador al momento de su muerte precisamente para negociar con las autoridades francesas la liberación de Ingrid Betancourt.[4] Reyes era considerado el vocero internacional de las FARC[5] y por lo tanto era uno de los principales encargados de negociar el intercambio de rehenes. No hay que ser un aficionado de las conspiraciones para sospechar lo oportuno que fue para Uribe y sus maestros la repentina muerte de Reyes justo cuando las FARC iban a liberar rehenes.
Y hablando de liberar rehenes, vale recordar que el presidente venezolano Hugo Chávez jugó un papel importante en esas negociaciones prematuras. Sin embargo, recientemente cambió su posición. En lugar de pedir un intercambio de rehenes, Chávez ahora demanda que las FARC liberen a sus rehenes incondicionalmente con la esperanza de que esto le quite el pretexto de la necesidad de agresión en Sudamérica al imperio. Como lo explica Heinz Dieterich, el discurso de Chávez es «característico de una situación militar en el cual el enemigo tiene, o parece tener, una abrumadora superioridad de fuerzas que aparenta dejar una sola alternativa: la propia inmolación o la rendición sin condiciones. En otras palabras, Hugo Chávez parece interpretar la correlación de fuerzas norteamericanas, latinoamericanas y europeas en su contra, como una situación de jaque mate, en el cual la única salida para su sobrevivencia presidencial a mediano plazo reside en una oferta de alianza estratégica con Barack Obama y los presidentes europeos Sarkozy, Zapatero, Merkel, Berlusconi y Browne.»[6]
Así pues, Chávez parece estar dejando su suerte en manos de Obama, pues sabe lo que le espera si McCain resulta elegido. Pero Chávez se confía demasiado de que Obama verdaderamente llevará a cabo un cambio en Washington. Con la reactivación de la Cuarta Flota estadounidense, Uribe buscando un tercer mandato y la liberación de Betancourt y los demás rehenes, América Latina debe preguntarse: «¿Y ahora qué?».
[1] http://www.time.com/time/world/article/0,8599,1819862,00.html
[2] http://bailey83221.livejournal.com/54324.html
[3] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=67973
[4] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=68104
[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Ra%C3%BAl_Reyes
[6] http://www.rebelion.org/docs/68806.pdf