Sumamente importante y halagüeña para los gobiernos del Tercer Mundo resultaron las declaraciones realizadas en Chile por el presidente de la República Popular China, Hu Jintao, ante más de 50 empresarios que participaban en la reunión del Comité Asesor de los países de Asia-Pacífico (APEC). Jintao llamó a los países industrializados a esforzarse por mejorar […]
Sumamente importante y halagüeña para los gobiernos del Tercer Mundo resultaron las declaraciones realizadas en Chile por el presidente de la República Popular China, Hu Jintao, ante más de 50 empresarios que participaban en la reunión del Comité Asesor de los países de Asia-Pacífico (APEC).
Jintao llamó a los países industrializados a esforzarse por mejorar la cooperación con los que están en vías de desarrollo, aumentar las ayudas hacia ellos y fundamentalmente, condonar sus deudas.
Las posiciones realistas del mandatario chino fueron dirigidas directamente al centro de muchos de los problemas que afectan a gran parte del mundo actual, cuando señaló que ante todo se debe promover un desarrollo saludable en los países menos desarrollados y mantener un crecimiento económico sostenido en el orbe.
Seguidamente puntualizó,»los países desarrollados deben reducir y perdonar las deudas que tienen las naciones menos desarrolladas y otorgarles más ayuda oficial sin condicionamientos».
En los años ’80, Cuba fue la abanderada de la lucha contra las nefastas consecuencias que tendría la deuda externa para la mayoría de los países del mundo, y en ese sentido, en la Isla del Caribe se efectuaron numerosos encuentros, reuniones y conferencias en las que participaron destacados economistas con el fin de alertar que la deuda, además de onerosa y abusiva, resultaba impagable.
En esa época, aparecía congran fuerza por América Latina las nuevas tesis capitalistas de libre comercio y globalización de la economía que impactaron seriamente en las naciones menos aventajadas del hemisferio occidental.
El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI),las dos principales organizaciones financieras que han insistido y presionado para que se impusieran esos sistemas en el orbe, revelaron en un reciente informe que en poco más de dos décadas, los países de América Latina transfirieron a los centros de poder de las naciones desarrolladas, 2 540 billones de dólares para cubrir el pago de la deuda externa, por fugas de capital y por el diferencial de precio a los que son vendidas las materias primas.
Para que se tenga una pequeña idea del daño producido, esa cantidad representa el 1,5 % del total del Producto Interno Bruto producido en un año por las naciones de toda Latinoamérica y el Caribe.
La crisis de la deuda externa en este hemisferio germinó en agosto de 1982, cuando México anunció a sus acreedores bancarios que carecía de recursos para seguirles pagando.
En 1970, según datos del FMI y del BM, la deuda total de América Latina ascendía solo a 29 000 millones de dólares y se acrecienta en 1973 con la segunda gran crisis petrolera cuando los precios del crudo alcanzan los 34 dólares por barril y en 1974-75 ante una recesión mundial, se desploman los precios de las materias primas.
Con un endeudamiento en la región de 159 000 millones de dólares, en 1979 aparece otro choque petrolero, se acelera la fuga de capitales y la carga de intereses de los países en desarrollo, que era de 15 800 millones, sube a 41 000 millones en 1980, y la mayoría de los nuevos créditos que se reciben entre 1979-82 se utilizan para pagar el servicio de la deuda.
Pero a pesar de los llamados a la cordura y a las funestas secuelas que provocan esos endeudamientos, las cuentas negativas continuaron en aumento. A principios de siglo, en el 2001, la deuda externa creció 68 %, o sea, 725 805 millones de dólares con una altísima concentración, el 71 % entre Brasil, México y Argentina.
En el 2003 la relación en toda la región entre los intereses totales devengados por la deuda y lo recuperado por exportaciones de bienes y servicios fue del 15,2 %. Datos comparativos aportados por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) indican que entre 970 y 2002, los desembolsos crecieron 1 800 %, mientras que la deuda a largo plazo creció
1 600 %, lo que es cada vez más desfavorable en relación con el PIB.
Es decir, los pueblos latinoamericanos se han endeudado bajo el supuesto de alcanzar el desarrollo, y la realidad es que 30 años después, los indicadores sociales aparecen más depauperados con enormes bolsones de hambrientos, desempleados y analfabetos.
Eric Toussaint, presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), Organización No Gubernamental con sede en Bruselas, señaló que desde el estallido de la crisis en los años 80, los países pobres han pagado a sus acreedores el equivalente a 50 veces los recursos que Estados Unidos canalizó para la reconstrucción de Europa mediante el Plan Marshall tras la Segunda Guerra Mundial.
En conclusión, el saqueo de las economías del Tercer Mundo ha sido constante y abundante, en beneficio de las naciones industrializadas.
En esas circunstancias, las declaraciones del presidente chino Jintao, cuya nación con su enorme potencial marcha en la actualidad como impulsor de la economía mundial, representan noticias prometedoras para los más de 5 000 habitantes que viven en naciones subdesarrolladas.
Habrá que esperar que la ceguera permanente de los poderosos no les impida analizar que la deuda externa, como se ha reiterado, es impagable.