En días recientes, el Secretario de Defensa Estadounidense, Chuck Hagel, afirmó en un foro sobre la seguridad de EEUU que el mundo está viviendo tiempos que darán lugar a un «Nuevo Orden Mundial», ante lo cual pidió al pueblo norteamericano que se prepare para una «Guerra sin Fin.» No cabe duda, que en las palabras […]
En días recientes, el Secretario de Defensa Estadounidense, Chuck Hagel, afirmó en un foro sobre la seguridad de EEUU que el mundo está viviendo tiempos que darán lugar a un «Nuevo Orden Mundial», ante lo cual pidió al pueblo norteamericano que se prepare para una «Guerra sin Fin.»
No cabe duda, que en las palabras de Hagel se impone la lógica imperialista, pues en su ambición por prolongar la época del dominio yanqui, al igual que hicieron todos los antiguos imperios, ha puesto sus esperanzas en la violencia, en la guerra.
Ha sido justamente esta estrecha visión de mundo la que ha hecho que los grandes gurúes y analistas políticos pro-imperialistas no hayan sido capaces de entender que el debilitamiento del poder hegemónico norteamericano se corresponde a la misma crisis estructural del sistema capitalista, la misma que en el pasado reciente creó las condiciones objetivas y subjetivas para su consolidación y hoy operan en su derrumbe.
Basta evaluar el proceso histórico de ascenso de EEUU a su actual posición de primera potencia imperialista para ubicarse en el escenario de contradicciones interimperialistas que hoy vive la humanidad y cuyo punto de partida fue la recesión económica mundial de 1873. En aquel momento tanto Estados Unidos como Alemania se consolidaron como potencias emergentes en los mercados globales a expensas del debilitamiento estructural del sistema productivo que hasta entonces lideraban el Reino Unido y Francia. Fue justamente el arrollador económico emprendido por Alemania y EEUU a principios del siglo XX lo que abrió las puertas para los conflictos imperialistas, que desde el punto de vista militar, vieron en la I y II guerra mundial, incluso con su terrible saldo de muerte y destrucción, el escenario adecuado para dirimir dichas contradicciones.
Sin embargo, al analizar en un espectro mucho más amplio y con mayor profundidad las variables económicas, políticas e ideológicas que signaron los años de hostilidades que van desde 1914 a 1945 podemos observar que dicho período histórico se enmarca en un sólo proceso dialéctico, conocido como Crisis General del Capitalismo. La Crisis General del Capitalismo, tal cual analizó Lenin, es un periodo propio de la época del imperialismo, caracterizado por un largo intervalo de poderosas sacudidas políticas, económicas y sociales, donde un grupo de países potencias entran en conflicto con potencias emergentes que vienen a disputar zonas de influencias con la firme intención de redefinir las esferas del poder en el mundo.
Ciertamente, desde la antigüedad han existido grandes confrontaciones que han culminado de una u otra forma en repartos del mundo. Por ejemplo, el antiguo Egipto, Grecia, Roma, Persia, fueron imperios que labraron sus dominios en medio de grandes derramamientos de sangre, lo mismo ocurrió cuando vieron derrumbar su poder y predominio territorial. Con el surgimiento de los Estados-nación poco cambió esa realidad, pues siguen siendo los más poderosos quienes, aplicando de la ley del más fuerte, establecen sus áreas de influencia a escala global. Como prueba de ello basta analizar cómo la ONU nada tuvo que ver con la delimitación geopolítica hecha luego de concluida la II Guerra Mundial, sino que el acuerdo de Yalta, suscrito dos meses antes de la creación de las Naciones Unidas, fue donde Estados Unidos, la Unión Soviética y en menor grado Reino Unido y Francia fijaron las áreas de influencia de las potencias ganadoras. De igual manera, tampoco fue una resolución de la ONU la que determinó en 1991, el fin de la Guerra Fría y la proclama de George Bush padre sobre el Nuevo Orden Mundial bajo dominio omnipresente de EEUU, sino la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS.
En base a ello, es importante evaluar el momento histórico que vive en esta etapa la humanidad. Han pasado más de tres décadas desde el derrumbe del bloque soviético, ello fue presentado como un triunfo definitivo de Estados Unidos como amo y señor del mundo, como juez y verdugo de la humanidad, como imperio eterno para la posteridad. A pesar de ello, el sistema mundial ha entrado en un nuevo ciclo de lucha por el poder.
No fue suficiente que el Imperio Norteamericano impusiese al neoliberalismo como doctrina; que EEUU desplegara junto a sus aliados-vasallos de la OTAN toda una acción genocida por el planeta; y que el complejo industrial y financiero de la burguesía generara toda una endiablada movilización de capitales y mercancía para solidificar su reinado, pues ha sido la misma crisis orgánica del capitalismo la que ha creado un nuevo ciclo en el frenesí y especulación que ha venido a revivir en términos mucho más profundos la depresión económica de 1929, poniendo en entredicho su malsana hegemonía.
Como es sabido, el capitalismo empuja a los dueños del capital a la búsqueda permanente de la máxima ganancia. Fue precisamente esto lo que les llevó a convertir a China en la maquila más grande de la historia, y lo que, a su vez, permitió que se transformara en la primera potencia económica mundial, acreedora del 40% de la gigantesca deuda externa norteamericana, y poseedora de un poder industrial ante la cual no hay potencia occidental que pueda competir.
A lo anterior se suma el resurgir de Rusia como temida potencia militar, siendo capaz de producir armas que superan en muchos casos a las más avanzadas de la OTAN, y al desarrollo tecnológico militar de la propia China, país que (en palabras de Frank Kendall, vocero del Pentágono) en poco tiempo «podría destruir toda la marina del pacífico estadounidense y lograr su predominio en el aire en el 2020.» Como respuesta, Washington ha venido impulsando todo un monumental despliegue militar con más de mil bases norteamericanas colocadas estratégicamente por los cinco continentes, concentrando cerca de la mitad de ellas en los alrededores de China y Rusia, tanto por el Pacífico como por tierras continentales en Eurasia. Esto sin olvidar las bases gringas colocadas en el Magreb y la Península Arábiga, muchas de ellas en las proximidades de Irán, zonas estas que han sido sacudidas por cruentas guerras civiles promovidas y direccionadas por la gran burguesía internacional, cuyo punto de partida fue la denominada Primavera Árabe.
Confrontadas con esta realidad, las potencias emergentes, en el marco de una coalición estratégica de primer orden, han venido desarrollando un planteamiento alianza con el objeto de abrir sus esferas de influencia a lo ancho y largo del globo: el BRICS. El BRICS es una asociación político-comercial, que acumula casi la mitad del PIB mundial, y que hoy se plantea la creación del Banco de Desarrollo del BRICS, como alternativa al Fondo Monetario Internacional, lo que unido al nacimiento en China de l Banco de Inversión e Infraestructuras de Asia como opción al Banco Mundial, apuntan directamente al desmoronamiento de la principal arma económica que hasta ahora ha evitado la abrupta caída del imperio norteamericano: el patrón dólar como principal moneda de intercambio comercial del mundo.
Es importante destacar que en la lógica del régimen de mercado cada superávit supone un déficit. Es así como el gran dividendo comercial obtenido por China agudiza la devastadora recesión de EEUU, cuyas repercusiones ha hecho que personas como Martin Armstrong (el mismo que predijo el crash económico de 1987, el cual arrancó por Hong Kong, paso por Europa y aterrizó el 19 de octubre de 1987 en EEUU, produciendo caídas entre un 20% y un 45% en las distintas bolsas del mundo) vaticina severas revueltas en Estados Unidos para 2016. «Es la fórmula mágica: si pones patas arribas a la economía obtendrás revolución y disturbios», aseguró Armstrong.
Por si lo anterior fuese poco, cada vez se observa con más firmeza la asociación estratégica manifiesta entre Rusia y China, toda vez que existe un enemigo común y una complementariedad geopolítica, tanto en lo económico territorial, como en lo militar y en el manejo de las grandes reservas de recursos con las cuales cuentan ambas naciones.
Cuando ha transcurrido un siglo desde la I Guerra Mundial, muchos podrían creer que los indicadores socioeconómicos nos ponen frente al fin de la hegemonía estadounidense debido a que uno de sus pilares, el dólar, está en franca ruina, lo cierto es que su otro pilar, el complejo militar-industrial, continúan contando con un potencial demoledor. En este escenario mundial de confrontación por el dominio del planeta, existen tres zonas vitales sobre las cuales se ha venido desarrollando toda una ofensiva imperialista a efectos de preparar una nueva embestida contra la paz mundial, dichas zonas son: El este de Europa, el Norte de África junto al Oriente Medio y Latinoamérica.
No es casual, que desde el estallido de la Primavera Árabe hasta el repentino surgimiento del Estado Islámico, la presencia militar de la OTAN y en particular de Estados Unidos se haya incrementado exponencialmente tanto en el Mar Negro, el Mediterráneo, el Mar Arábigo, Golfo Pérsico y el Mar Rojo. La mencionada presencia ejerce una permanente presión sobre los países de dicho hemisferio, ya que bajo la excusa de las ayudas humanitarias y la lucha por la democracia, han cometido los peores crímenes de lesa humanidad que jamás se tenga referencia en la historia.
El devenir de los tiempos nos demuestra, que las intervenciones imperiales sólo dejan atrás sociedades barbarizadas, arruinadas y en manos de los señores de la guerra. Hecho éste que se reafirma con la ofensiva a gran escala desatada por las potencias occidentales en la actualidad. Más del 5% del pueblo libio fue asesinado gracias a los bombardeos masivos que realizó la OTAN en apoyo a Al Qaeda, lo peor es que estas matanzas siguen su curso ante la mirada indiferente del mundo. En la misma tónica, Siria, uno de los siete países que el General Wesley Clack, ex Comandante Supremo de la OTAN, mencionó entre los próximos o bjetivos militares de Washington, viene sufriendo una guerra civil sangrienta, con mercenarios de más de 60 países capturados por las fuerzas leales al gobierno de Bashar al Assad, quien, justo cuando parecía que estaba próximo a vencer gracias al apoyo político de Moscú, vio empeorar la crisis humanitaria de so nación a raíz del movimiento terrorista de reciente creación, llamado Estado Islámico.
En relación al Estado Islámico (EI) queda claro que esta agrupación es una nueva versión de Al Qaeda, pero mucho más poderosa, con mayor capacidad de reclutamiento y concebida para administrar territorios y recursos, obtenidos, no sólo a través de la venta de esclavos (como algunos medios pro-imperialistas intentan hacer ver) sino principalmente por medio de la venta de petróleo. Sus clientes son los mismos grupos económicos que financiaron el asesinato de Al Gadaffi, el derrocamiento del gobierno en Ucrania e incluso a los grupos terroristas que intentan derrocar a la Revolución Bolivariana.
Es importante dejar claro, que el Estado Islámico, que en principio limitó su radio de acción a las regiones Kurdas en Irak y Siria (donde ya controla un tercio del territorio), amenaza con avanzar rumbo al Líbano (país considerado enemigo mortal por el sionismo israelí) y plantea conquistar territorios en el sur del Cáucaso, específicamente en Armenia, Georgia y Azerbaiyán, fronterizos con Rusia (Georgia y Azerbaiyán) e Irán (Armenia y Azerbaiyán). En otras palabras, busca posicionarse en territorios próximos a los países que vienen impulsando un Nuevo Orden Mundial basado en la multipolaridad.
A Pesar del alharaca surgida desde Washington sobre la necesidad de una coalición para enfrentar al Estado Islámico, lo cierto es que detrás de esos llamados se esconde un plan para desarrollar toda una reingeniería geopolítica en la región (divide y vencerás) que rememora la guerra de los Balcanes y la separación de Yugoslavia. De estos nuevos fraccionamientos territoriales del antiguo Imperio Otomano, no se salva ni Arabia Saudí, reino cuyas disputas internas son cada vez más notorias, producto de las operaciones que ha venido desarrollando la inteligencia yanqui.
El objetivo del imperio es claro: hacer más manejable esta vasta región petrolera a través de Estados-nación menos poderosos, desmoralizados, debilitados institucionalmente y con un pueblo infectado por odios sin sentido.
En torno al Este de Europa, no solo llama la atención la guerra de posiciones que intentan las potencias de la OTAN sobre las fronteras occidentales de Rusia, sino también la influencia neonazi de los movimientos que lograron derrocar al gobierno de Kiev aplicando el manual de Gene Sharp (De la Dictadura a la Democracia).
Es importante destacar, que con la guerra civil en Ucrania, EEUU ha impuesto a Europa la dinámica de la Guerra Fría contra Rusia, agudizando por un lado la posibilidad de que Moscú corte el suministro de gas y petróleo al viejo continente, lo que sin duda, les obligara a abrazar «preventivamente» el espejismo energético del fracking estadounidense. Masificando con esto las nefastas consecuencias geológicas y medioambientales que trae consigo la fractura hidráulica (fracking), pues esta técnica de extracción supone un proceso en el cual se inyectan litros de agua, arena y sustancias químicas peligrosas a alta presión en formaciones rocosas subterráneas a fin de crear fracturas que facilitan el flujo del petróleo o gas recuperables, produciendo daños irreversibles al ecosistema y un aumento considerable en el número de terremotos en las zona afectadas por esta práctica.
En torno a Ucrania, importante fue la respuesta dada a este avance del Atlántico Norte por parte del gobierno presidido por Vladimir Putin: la reinserción de Crimea y la defensa humanitaria hecha por Rusia en Donetsk, Lugansk y Járkov a favor de la mayoría ruso-parlante (quienes plantean su independencia de Kiev) ha impedido un genocidio mayor al que ha ocurrido, logrando un efectivo control de daños, frenando por ahora el plan de asedio orquestado en su contra.
Todo esto ocurre en medio de una devastadora depresión que azota a los pueblos de la vieja Europa, siendo tal vez España, la que evidencia con mayor claridad las distintas fases de la crisis orgánica.
Por un lado, la hambruna, el desempleo, la perdida de hogares de humildes trabajadores o pensionados; por otro, las poderosas movilizaciones independentistas como las de Cataluña y el País Vasco; la descomposición estructural del sistema bipartidista tradicional (Partido Popular y Psoe) que, ante el avance de un movimiento que el pueblo español identifica con el chavismo (PODEMOS) ha logrado desplazar en cuanto a simpatía, por primera vez en la era posfranquista, a los partidos tradicionales y amenaza con sacarlos del poder.
Lo increíble de todo, es que los gobiernos de la Unión Europea, por instrucción de EEUU, han iniciado un bloqueo económico contra Rusia, que en nada favorece a sus intereses y que, lejos de lograr aislar a Moscú, ha servido para que Vladimir Putin acelere y solidifique sus acuerdos políticos, económicos y militares con China, el BRICS y Latinoamérica.
En cuanto a Latinoamérica, territorio considerado por muchos años, bajo la doctrina Monroe, como área exclusiva de influencia norteamericana ha pasado en el presente a constituirse en uno de los hemisferios claves para el afianzamiento del Nuevo Orden Mundial.
Más del 50% de la biodiversidad del planeta, gigantescos océanos subterráneos de agua dulce, las grandes reservas de oro, litio, diamantes, los voluminosos yacimientos de petróleo y gas, el principal pulmón vegetal de la Tierra, forman parte de los abundantes recursos encontrados en los territorios que están al sur del continente americano y que cada vez son más escasos en el resto del planeta. No en vano Vladímir Putin y Xi JinPing realizaron recientemente visitas simultáneas, con objeto de fortalecer los vínculos políticos y comerciales de Rusia y China con América Latina. Tan importantes fueron estas visitas, que el propio comandante Fidel Castro escribió al respecto: «No albergo la menor duda de que cuando el Presidente Xi Jinping culmine las actividades para cumplimentar su gira en este hemisferio, al igual que el Presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, ambos países estarán culminando una de las proezas más grandes de la historia humana.»
Lógicamente, el Comandante Fidel, exponía en su reflexión un claro entendimiento de que vivimos tiempos en donde se disputa la instauración de una nueva hegemonía o en su defecto la posible desaparición de la especie. En este sentido expresó: Rusia y China son los «dos países llamados a encabezar un mundo nuevo que permitiría la supervivencia humana si el imperialismo no desata antes una criminal y exterminadora guerra.»
Ciertamente, ya nadie duda de que el poder político de Estados Unidos ha entrado en franco deterioro, prueba de ello se ve en las repetidas derrotas sufridas por los candidatos pitiyanquis a manos de Evo Morales en Bolivia, de Dilma Rousseff en Brasil, así como el inminente triunfo del Frente Amplio en Uruguay, algo inimaginable hace quince años.
Estas derrotas se vienen repitiendo, desde que en 1998 el Comandante Hugo Chávez logró ascender a la presidencia en Venezuela y asumió, a través de la Revolución Bolivariana, la bandera antiimperialista, primero en nuestro país, para luego transformarla en un huracán que llevó al poder a importantes líderes revolucionarios y progresistas en el centro y sur del continente: Lula Da Silva, Rafael Correa, Néstor Kirchner, Evo Morales, el Comandante Daniel Ortega, entre otros. Reivindicando además a la Revolución Cubana y su heroica gesta antiimperialista.
Obviamente, la visión integradora del comandante Chávez, permitió que se alcanzaran y se sigan alcanzando importantes victorias en los países opuestos a los designios de los amos del norte, siendo el primer grito antiimperialista aquel rotundo NO al ALCA. Luego vino la creación del Alba y Unasur, finalmente la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), ente que ha venido a convertirse en un gran frente político en defensa de los pueblo que van desde Rio Bravo hasta la Patagonia.
Sin lugar a dudas, a pesar de sus diferencias, y de nuestras reservas, grandes batallas ha librado Latinoamérica unida en lo que va del siglo XXI, tal fue la decidida acción en defensa de Argentina contra los fondos buitres, que posteriormente terminó por convertirse en un apoyo asumido (salvo pocas excepciones) por los países de las Naciones Unidas. Con el cual un grupo de especuladores (muy vinculados a los grupos de poder en la Casa Blanca y al Senado norteamericano) buscaban producir la bancarrota del Estado Argentino, cosa que si no se evitaba, amenazaba con desencadenar una ola de embargos internacionales de la cual casi ningún país quedaba exento a ser víctima.
Todo lo antes expuesto, nos lleva a asegurar que definitivamente se observa un manifiesto declive de poder discrecional del imperio yanqui, siendo tal vez, una de las pruebas más manifiestas de su debilitamiento las conversaciones de paz que se vienen desarrollando en la Habana, donde primero las Farc-EP y más recientemente el ELN, han sido reconocidos como factores beligerantes por el gobierno colombiano.
No fueron suficiente los miles de millones de dólares invertidos por el gobierno de EEUU masacrando al pueblo neogranadino, ni las bases norteamericanas allí instaladas, ni los mercenarios gringos cometiendo todo tipo de atrocidades, ni los miles de paramilitares cometiendo crímenes de lesa humanidad, para vencer a la insurgencia colombiana. No le quedó otra salida al gobierno compartido entre Washington y Bogotá, que aceptar el dialogo con ambas organizaciones, claro está, no para lograr la paz como anuncian con bombos y platillos, sino para ver cómo logran desmovilizar a las históricas guerrillas que hoy controlan extensas zonas del territorio donde se localizan grandes reservas de materias primas que el imperio yanqui añora explotar lo antes posible.
Es importante acotar que a pesar de que todo apunta que los EEUU ha perdido terreno en su capacidad de impone sus designios, no quiere decir que haya dejado de ser un peligro inminente para cualquier pueblo. Una mirada rasante sobre dicho país es más que suficiente para comprender cómo Washington puede organizar un Estado Canalla como el de México. Donde los carteles de la droga operan públicamente junto a un gran número de los cuerpos de seguridad del Estado, tal como ocurrió con los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, quienes fueron entregado por la policía a los Guerreros Unidos para que fuesen «castigados» ejemplarmente por luchar por su derecho a una educación de calidad. Donde una gran cantidad de alcaldes, gobernadores y demás funcionarios son miembros activos de las mafias organizadas; y donde, entre tantos horrores cometidos, la decapitación y el acribillamiento de hombres, mujeres y niños es una práctica cotidiana, así como las fosas clandestinas para desaparecer miles y miles de cadáveres… Cabe recordar aquella frase atribuida a Porfirio Díaz: «¡Pobrecito México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!»
Todo lo antes expuesto, nos lleva a una importante conclusión: Venezuela, en el marco de la actual crisis orgánica, por su importancia geopolítica y geoestratégica es un territorio fundamental en la definición de ese Nuevo Orden Mundial frente al cual nos encontramos. Esto no es nada nuevo, ya en los tiempos de las luchas libradas contra la corona española, fue Venezuela, con nuestro libertador Simón Bolívar a la cabeza, la gran protagonista en la lucha contra el colonialismo y promotor de la integración de Nuestra América. Asimismo durante la Segunda Guerra Mundial Venezuela, como proveedor de recursos energéticos, fue el mayor exportador de petróleo del planeta. Más de 3 millones de barriles diarios fueron enviados a las fuerzas aliadas que enfrentaban a la Alemania Nazi.
Hoy, Venezuela con el estandarte de la Revolución Bolivariana, con su carácter antiimperialista y en su condición de potencia energética mundial, nos hemos convertido en un factor clave en la batalla por el Nueva Hegemonía de Poder planteada para el mundo. No en balde, desde que el camarada Hugo Chávez asumió la máxima magistratura del país, a Venezuela le ha tocado sortear múltiples ataques que van desde las operaciones sicológicas para sembrar el caos, el odio y la desesperanza en el pueblo venezolano, hasta llegar al golpe de Estado que sacó del poder al líder histórico de la Revolución Bolivariana por 47 horas en abril del 2002. Todas estas embestidas fueron sorteadas gracias al gran liderazgo del Comandante Eterno y a la determinación de un pueblo que a pesar de las presiones se negó y se niega a revivir la era del puntofijismo.
Ahora bien, ante la prematura desaparición física del comandante Chávez, la burguesía nacional e internacional, en vista de las debilidades lógica de liderazgo que este hecho trajo como consecuencia, han visto en este, el momento propicio para derrocar a la Revolución Bolivariana del poder político.
Sin embargo, en su desesperada acción, dos fuertes golpes recibió la contrarrevolución durante el año 2013, primero, la victoria popular del camarada Nicolás Maduro en abril, y luego, el arrollador triunfo obtenido (en medio de un ambiente hostil y reaccionario) por la alianza revolucionaria en las elecciones municipales efectuadas en diciembre pasado.
Luego de estas victorias populares, muchos en su buena fe, llegaron a creer ilusamente que estas derrotas asestadas a la ultra derecha ayudarían a calmar el ambiente de confrontación que desde hace mucho tiempo viene afectando al pueblo venezolano. Camaradas, algo debe quedarnos bien claro: así como el capital recorre el globo terráqueo las 24 horas del día, igualmente opera la gran burguesía contra los pueblos que defienden el derecho soberano de la autodeterminación, sin tregua y con el solo fin de garantizar la permanencia del decadente Bloque Histórico Burgués.
Operaciones psicológicas, guerra económica, infiltración apátrida en las estructuras del Estado y la violencia desatada por poderosos grupos paramilitares que hoy dirigen el crimen organizado, este ha sido el guion que a diario nos toca convivir al pueblo venezolano. Es bueno recordar que fue en febrero de 2014 cuando ocurrió la primera gran asonada contra el gobierno revolucionario que preside el camarada Nicolás Maduro, la cual logró ser desmantelado gracias a la acción de un grupo de patriotas que no se prestaron al juego de los traidores, que no cesan en su deseo de entregar las riquezas de nuestro país a grupos económicos extranjeros y llevarnos nuevamente al abismo neoliberal. El mismo abismo que sumió en la miseria más terrible al 85% de los venezolanos a finales de la década de 1990.
A partir de ese momento, hemos sido testigos de cómo el fascismo ha desatado toda una ofensiva conspirativa, nacional e internacional, que incluye una devastadora guerra económica y la propagación de la violencia a efectos de mantenernos en zozobra para debilitar la base de apoyo al proceso de cambios.
Comparativamente hablando, la actual guerra económica en sus distintos estamentos (contrabando, desmantelamiento del sistema productivo nacional, acaparamiento, especulación, robo de divisas, guerra de precios contra el petróleo) representa un impacto estructural contra nuestro país, mucho más terrible a los vividos durante el Paro Petrolero (diciembre 2002-marzo 2003). Ante esta realidad, la actual conspiración requiere de una respuesta mucho más amplia que la sola recuperación de nuestra capacidad de extracción de hidrocarburos o la recuperación en el precio del petróleo. No, lo que se impone es la necesidad de concretar un plan estratégico que destruya desde su núcleo a las mafias que amenazan la estabilidad del gobierno revolucionario.
Para revertir esta situación hemos planteado en distintos escenarios:
A corto plazo: a) iniciar un proceso de reingeniería fiscal que implique el aumento de la tasa de impuesto para los grandes capitales, a los efectos de obligar que lo dueños de esos recursos mantengan un proceso de reinversión permanente en el país; reducir drásticamente el flujo de recursos del Estado en la banca privada para disminuir las nocivas tendencias del dinero electrónico usado para los procesos de presión contra el dólar y la creación de empresas fantasmas; b) creación de un equipo de inteligencia financiera para detectar manejos dudosos de capitales integrado por un equipo multidisciplinario con expertos de distintas especialidades, informática, matemáticas, economía y finanzas, etc.; c) para reducir las distorsiones en materia macroeconómica, hemos dicho que debe ajustarse a precio de costo la gasolina, aplicando un plan progresivo de tres años para los vehículos particulares y a cinco años para el sistema de transporte; d) fortalecer la red de suministro del Estado (Mercal, Pdval, etc.) haciendo una distribución equitativa de los productos de primera necesidad para el pueblo a bajo costo; continuar con las políticas de integración y solidaridad internacional como frente de lucha a las prácticas injerencistas de Washington.
A mediano plazo: hemos planteado la centralización de las operaciones de comercialización, que con bases en una economía planificada nos permitan establecer las reales necesidades de consumo del país, para así derrotar a las mafias especulativas que han operado en el desangre de nuestras divisas.
A largo plazo: a) hemos propuesto la creación de zonas especiales de desarrollo en las áreas industrial, agroindustrial y de alta tecnología para el logro de la Venezuela productiva; b) en relación a nuestras industrias básicas, hemos planteado la necesidad inmediata de desarrollarlas aguas abajo para desconcentrar el exceso de personal y el burocratismo que afectan la funcionalidad de las mismas; igualmente aplaudimos la iniciativa asumida por el camarada Maduro en lo que corresponde con la reducción del burocratismo dentro del Estado, tarea asignada al compañero Dante Rivas, a lo cual le damos nuestro total apoyo.
En lo relacionado a la violencia, desde 2007 hemos venimos denunciando la penetración paramilitar en territorio nacional, asimismo hemos indicado que el hampa común ha desaparecido de manera sistemática para dar paso a toda una red de crimen organizado muy al estilo de Colombia y México, donde actúa coordinadamente tanto el paramilitarismo, el narcotráfico, elementos infiltrados en los cuerpos de seguridad, e incluso miembros del sistema judicial.
Todo lo cual, configura una estructura mercenaria que en esta nueva fase conspirativa, viene operando sobre objetivos políticos, asesinando líderes populares, escolta de personalidades, funcionarios del Estado, lo que unido a la lista de asesinatos que a diario muestran los medios de comunicación, crean un clima de tensión y terror en el pueblo, propicio para que el complejo mediático desarrolle sus operaciones sicológica mostrando a Venezuela como un Estado Fallido. c) En tal sentido, apoyamos la iniciativa del gobierno nacional, en lo relacionado al importante proceso de reorganización de los cuerpos de seguridad. Debemos recordar que durante el golpe de Estado de abril de 2002, tanto el Cicpc y en aquel entonces la Disip, eran parte activa del plan golpista. No obstante, dicho proceso de revisión no tendrá éxito si en el mismo no se involucra al Poder Popular, ya que es justamente el pueblo organizado el llamado a asumir el planteamiento de Defensa de Todo el Pueblo.
d) De igual manera, dicho proceso de restructuración quedará a medio camino, si no se hace una evaluación descarnada sobre nuestro sistema judicial, el cual requiere de una profunda revisión para colocarlo a tono con los objetivos trazados en el combate al crimen organizado, en el fortalecimiento institucional del gobierno nacional y la desarticulación de las motivaciones insurreccionales que se mueven detrás de la violencia que opera en nuestro territorio.
En el plano investigativo, es importante detectar las fuentes de financiamiento interno del paramilitarismo, para ello proponemos e) profundizar el trabajo de inteligencia para desarticular la red de prestamistas a pago diario, así como revisar las adquisiciones de fincas y empresas hechas recientemente por personas extranjeras o recientemente nacionalizadas.
En líneas generales, observamos que la acción desarrollada por la contrarrevolución en Venezuela, trabaja en dos líneas de acción claramente delimitadas. La primera de ellas, fortaleciendo el proceso de infiltración, incorporando y captando gente para el debilitamiento y desgaste estructural del gobierno revolucionario, fomentando un consecuente proceso de ingobernabilidad, que deje al Estado sin capacidad de respuesta ante la crisis inducida que afecta a Venezuela. La segunda, se corresponde a un plan se asedio permanente en términos económicos, políticos y mediáticos. Donde la guerra económica y la violencia, actúan sistemáticamente para anular la capacidad de respuesta del gobierno y de las fuerzas populares que le apoyan. El plan apunta a desarticular cualquier capacidad de respuesta ante un golpe de Estado al modo tradicional, o a debilitar la alianza revolucionaria rumbo a las elecciones parlamentarias, con objeto de que la contrarrevolución logre una mayoría que le permita dar un golpe institucional al estilo Honduras o Paraguay.
Desde Tupamaro, estamos convencidos de que toda crisis puede ser transformada en una crisis revolucionaria, lo cual implica estudiar y entender las oportunidades táctico-estratégicas que surgen en medio de una determinada coyuntura, para actuar con claridad en un plan de acción que siendo analizado científicamente nos conduzca por el sendero del éxito.
En este sentido, la militancia del MRT lejos de desesperarse por las contradicciones que hoy se expresan en Venezuela ve, por el contrario, que esta se convierte en un momento oportuno para reimpulsar y radicalizar el proceso venezolano.
Fue gracias al análisis permanente de la realidad y la comprensión de la naturaleza de los ataque que sufrimos, como logramos este año transformar todo la embestida mediática desarrollada nacional e internacionalmente contra nosotros en un trampolín para dar un gran salto adelante en el conocimiento de quienes somos realmente los tupamaros, nuestra visión de mundo, nuestro programa de lucha, aparte de demostrar una férrea disciplina militante y nuestra capacidad para adaptarnos a distintos escenarios, para actuar de manera decididas sobre ellos. Es importante señalar que, dentro de todo el avance conspirativo desarrollado en Venezuela, Tupamaro no quedó exento del proceso de infiltración, el cual, gracias a un eficiente trabajo de contrainteligencia, pudimos detectar a tiempo y cortar de raíz de manera efectiva. Ciertamente, el plan que buscada dividir a Tupamaro fue muy bien orquestado, de no haber sido detectado a tiempo pudo haber creado una fractura importante de nuestra organización. Sin embargo, lejos de ocurrir eso, hemos salido fortalecidos en la acumulación de fuerzas, sobre todo en las regiones donde estos grupos infiltrados operaron con mayor diligencia, en especial en el occidente del país.
Con nuestra efectiva respuesta, hemos enviado un mensaje claro a nuestros enemigos: Tupamaro es una organización de conducta revolucionaria, donde existe una permanente vigilancia revolucionaria de nuestros cuadros, bien sea para evitar desvíos en su conducta, o, cuando la situación lo amerite, para depurar y seguir adelante.
En el quehacer, Tupamaro ha definido una hoja de ruta en la coyuntura actual, la cual detallamos a continuación.
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Avanzar con nuestro proceso de expansión y crecimiento de la militancia, para lograr una efectiva acumulación de fuerzas en la suma de voluntades al proyecto Tupamaro, así como en la formación de nuestros cuadros y en la acción permanente de calle.
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Dar continuidad y fortalecer el trabajo de formación y capacitación de la militancia y en especial de nuestra juventud, tanto en lo académico y lo político.
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Seguir desarrollando nuestra campaña de agitación e información, fortaleciendo los medios de difusión propios para contrarrestar la compaña infame de la canalla mediática.
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Continuar con el desarrollo de los bloques políticos de la organización, para incrementar nuestra dinámica de trabajo, aumentar los niveles de solidaridad y hermandad de nuestros cuadros, y nivelar los procesos de desarrollo de la organización.
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Siendo consecuentes con el planteamiento de que Tupamaro debe prefigurar a lo interno la sociedad que quiere construir, hemos asumido como meta lograr nuevos niveles de organización, orientado hacia consolidar territorios controlados por el partido, masificando de manera militante el trabajo productivo ya emprendido por la organización en combate a la guerra económica; nos planteamos usar nuestras áreas de trabajo productivo como experiencias consejistas en el desarrollo del poder autónomo; avanzar en el proceso de autogestión financiera, tanto para el partido, como de la militancia. Los nuevos niveles de organización deben servir para impulsar la construcción del poder dual, base fundamental para la transformación revolucionaria del Estado burgués en Poder Comunal.
Queremos ratificar que para Tupamaro la lucha por el poder existente en Venezuela es una oportunidad única para comprender las dimensiones reales del enemigo al que nos enfrentamos, pues no son los lacayos nacionales quienes realmente dirigen el plan conspirativo que a muchos agobia, son poderosos sectores de la burguesía internacional, los mismos que han logrado sembrar el caos en Irak y Siria creando el Estado Islámico, los mismos que demolieron a Libia, los mismos que derrocaron el gobierno en Ucrania para instalar el fascismo más cruel en su versión neonazi más pura. En fin, son las mismas mentes macabras que son capaces de ordenar asesinatos masivos de niños bombardeando Palestina, matar de sed y hambre a criaturas indefensas en África, y lanzar guerras biológicas (Ébola, VIH, H1N1, etc.), solamente para subir las acciones de una determinada empresa farmacéutica. El imperialismo como fase superior del capitalismo, ese es nuestro enemigo fundamental.
Estamos en tiempos donde la comprensión de las contradicciones es clave para poder asumir con convicción, la unidad revolucionaria. Desde nuestra trinchera, daremos nuestros humildes aportes para lograrla, involucrándonos cada día más en los distintos ámbitos de acción política, bien sea obrera, campesina, estudiantil, comunal, etc.
De ninguna manera vamos a aceptar que la contrarrevolución nos intimide con su práctica de inculcar al pueblo la angustia e impotencia mediante el uso del terrorismo. Como vanguardia revolucionaria debemos aprovechar la actual crisis para tomar de ella la fuerza necesaria para vencer. Esta fuerza que mencionamos debe estar fundada en una inquebrantable unidad antiimperialista basada, en primer término, en una alianza revolucionaria consolidada mediante el debate y la conjugación de ideas, donde lo estratégico siempre esté por encima de lo meramente táctico.
Tal ha sido la preocupación histórica de nuestra organización sobre el tema de la Unidad como elemento fundamental para el triunfo de la Revolución que en marzo de 2011, compilamos una síntesis de nuestros debates en un documento (de vigencia irrefutable) titulado Propuestas del Movimiento Revolucionario Tupamaro sobre la Unidad en el Polo Patriótico , donde definíamos:
«… proponemos que la política de alianzas que hoy debemos construir se consolide a través de la unidad, la fusión y la síntesis de las necesidades, reivindicaciones, aspiraciones e intereses de todos los sectores clasistas, oprimidos y explotados, no como una coyuntura de unificación electoral. Por el contrario, como un proceso estratégico, concebido a largo plazo, donde se construya mediante el consenso, un programa común de acción colectiva que enfrente y derrote las nefastas políticas neoliberales, la social democracia y el neoreformismo.»
A lo cual añadíamos:
» En definitiva, en el MRT somos de la idea que la meta política trazada estratégicamente para la Alianza Revolucionaria debe ser convertirnos, como frente de lucha, en constructores de un modelo alternativo al capitalismo y generar desde la racionalidad comunicativa, un plan de acción común, donde el debate, las ideas, valores y relaciones en términos sociales tengan coherencia en lo colectivo y esté por encima de lo individual. Se oriente a unificar voluntades en torno a una estrategia de organización no burocrática […] De lo contrario, habremos dejado de asumir la función básica de una Alianza Revolucionaria, la cual, tiene que ver con la participación activa a favor de los oprimidos en la polémica existente entre burgueses y proletarios, siendo esta la contradicción antagónica fundamental del capitalismo.»
Como se puede evidenciar, la conjugación de ideas y planteamientos hechos por el intelectual colectivo de Tupamaro en torno a la política de alianzas, nos lleva directamente a reflexionar sobre quién es nuestro verdadero enemigo, sobre todo, en medio de la lucha por la redefinición de hegemonías que hoy existe en el sistema, donde potencias mundiales disputan zonas de influencia, en medio de una gigantesca depresión económica mundial, de cruentas operaciones militares imperialistas, de sangrientas guerras civiles inducidas, así como de masivas protestas anticapitalistas y antiimperialistas que sacuden el orbe.
Hace poco, el camarada José Tomas Pinto, Secretario General de nuestro Partido, expresó en una entrevista hecha por Vladimir Villegas: «Hoy en día, muchos revolucionarios no entienden la naturaleza de las contradicciones que se están expresando en Venezuela, por eso yerran en el análisis y se equivocan a la hora de definir quién es el verdadero enemigo de la Revolución Bolivariana.»
Efectivamente, en tiempos recientes, hemos sido testigo como desde algunos sectores enmarcados dentro de la revolución han desatado un ataque sistemático contra el gobierno revolucionario presidido por el camarada Nicolás Maduro, que a nuestro modo de ver sólo favorece a la contrarrevolución. Dichas críticas en muchos casos, aparte de no estar hechas con métodos y estilos revolucionarios, han sido formuladas en base al mero teoricismo abstracto, sin tomar en cuenta la realidad concreta y sin exponer propuestas viables, peor aún, sin mostrar experiencias tangibles del qué hacer .
Es verdad, la crítica y la autocrítica son armas fundamentales para que los revolucionarios erradiquemos las nefastas prácticas del grupismo y amiguismo, que son alimentadas cuando, en actitud liberal, surgen la complicidad, la conciliación y la condescendencia con los errores y desviaciones. Sin embargo, sólo cuando dicha crítica se hace con los métodos y estilos revolucionarios, es que esta permite generar una verdadera camaradería, solidaridad y unidad en la acción; del resto, sólo favorece al enemigo, al motivar el fraccionalismo, la dispersión en la lucha y en muchos casos hasta la desmovilización.
Bastaría considerar el proceso histórico actual en su justa dimensión, para evidenciar las implicaciones reales de las contradicciones internas y externas que estremecen a Venezuela, Latinoamérica y al mundo y así distinguir con claridad quienes deben ser objeto de nuestros ataques.
Es cierto, que la Revolución Bolivariana ha venido a agudizar las contradicciones antagónicas existentes entre socialismo y capitalismo en nuestro país, pero, dentro del mundo globalizado en el cual vivimos, esta batalla que muchos creen únicamente nacional, en realidad forma parte fundamental de las relaciones y contradicciones internacionales que definirán el rumbo de la historia por muchos años.
Basándonos en lo antes expuesto, Tupamaro, como intelectual orgánico, ha decidido defender con todas nuestras fuerzas la permanencia de la Revolución Venezolana y al Gobierno Revolucionario en el poder, como única garantía para lograr:
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En lo nacional: Defender el legado histórico del Comandante Chávez, la Revolución Bolivariana, como única vía posible para la consolidación del Poder Comunal, capaz de convertir los lugares naturales de los obreros, campesinos, estudiantes, etc. en espacios propicios para el surgimiento de las organizaciones autónomas de clase, que se consolidarán en un nuevo poder hegemónico enfrentadas al poder burgués: el llamado Bloque Social Revolucionario.
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En lo internacional: Continuar siendo un faro de integración, impulsor de la multipolaridad como eje motor de un mundo, cuyos intereses globales se basen en el interés colectivo y no en el de un imperio genocida. Faro capaz de despertar la conciencia de los explotados en tanto que sí es posible construir una alternativa viable al capitalismo.
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En lo táctico electoral, definitivamente después del receso vivido este año Venezuela va rumbo a un nuevo proceso trascendental: Las parlamentarias 2015, en el cual, se conjugarán los elementos tácticos y estratégicos que implican el derrocamiento de un gobierno antiimperialista o la reafirmación de un pueblo que ratifica su compromiso de seguir por la senda de la Revolución.
De por sí, Tupamaro siempre ha definido que lo electoral es un elemento meramente táctico para la Revolución, y que, tal como lo explicamos con anterioridad, la Alianza Revolucionaria debe transcender a los acuerdos electoralistas. Sin embargo, para 2015 vamos rumbo a un proceso electoral que implica que se pueda allanar el camino donde la contrarrevolución nos aseste un golpe de Estado institucional, muy al estilo del vivido por Manuel Zelaya en Honduras o por Fernando Lugo en Paraguay.
Sin temor a equivocarnos, la depresión económica global y voracidad del Imperio yanqui, harán que el contexto electoral parlamentario del próximo año en Venezuela transcurra en medio de un ambiente de confrontación de gran magnitud, lo cual implica que para superarlo, se requerirá del mayor esfuerzo unitario de los y las revolucionarias. En este sentido, a las fuerzas de la Revolución nos toca la gran tarea de unificar esfuerzos hasta lograr la articulación de una Alianza Perfecta donde quede expresada una verdadera Unidad en la Diversidad Revolucionaria , eso sí, con cuadros comprobados, leales al proyecto socialista, cuya moral y ética revolucionaria sea reconocida por el pueblo.
Dado que está en juego la continuidad del legado histórico del camarada Hugo Chávez, se hace necesario abrir un debate sincero, donde de manera honesta se evalúe uno a uno los cuadros que serán postulados por los partidos de la revolución. No puede haber allí, ni potenciales traidores, ni flojos, ni incapaces; sino mujeres y hombres leales, trabajadores y competentes.
Sólo de esta manera, podremos garantizar la continuidad de un proceso que inició de manera constituyente el comandante Hugo Chávez en aquella insurrección popular del 4 de febrero de 1992, donde, ahora como tributo, nos toca a los revolucionarios honrar su memoria con una gran victoria popular, una victoria donde resuene el rugido de un país que decidió ser libre y soberano: La República Bolivariana de Venezuela.
Hasta La Victoria Siempre
¡Patria o Muerte!
Secretariado Ampliado Nacional
A los quince días del mes de noviembre de 2014
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