En contraste con el valor visible acumulado directamente por los capitalistas existe otro tipo de valor, valor invisible que beneficia a los capitalistas pero también a los consumidores viviendo en los países capitalistas más desarrollados, como lo demuestra Clelland en su artículo sobre «El núcleo de Apple». En el caso de un modelo de Apple, […]
En contraste con el valor visible acumulado directamente por los capitalistas existe otro tipo de valor, valor invisible que beneficia a los capitalistas pero también a los consumidores viviendo en los países capitalistas más desarrollados, como lo demuestra Clelland en su artículo sobre «El núcleo de Apple». En el caso de un modelo de Apple, en cuyos detalles no podemos entrar, el costo de su producción en EEUU, sería de 652 dólares, de estos el valor oculto correspondería a unos 572 dólares, así pues la economía mundial opera con base en una energía (valor oculto) no contabilizada y no reconocida. El papel de las élites mundiales es transformar esta energía oculta o secreta en valores declarados que pueden ser vendidos y pueden dar lugar a una mayor acumulación capitalista. En el ejemplo de Apple el valor oculto o secreto es por cada Ipad 1.077dolares, 10 veces más que el margen de beneficio aparente y más de 2 veces más el precio de su venta al detalle.
Como J. W. Mason destaca: la economía mundial capitalista podría asemejarse a un Iceberg que oculta una mayor parte no visible en los flujos de valor desde «la periferia» al centro (países centrales). Estas formas de valor las constituyen las corrientes monetarias (que Clelland le llama valor visible u obvio que se expresan en corrientes monetarias y otro el mayor flujo de valor oculto o invisible de los que asumen un trabajo barato, los costes de reproducción de la mano de obra y los costos asumidos casi totalmente por los habitantes de los sistemas periféricos – Lo que conviene subrayar es que el valor invisible es una especie de subsidio para los capitalista pero que también beneficia a los consumidores del centro y opera con un mecanismo de legitimación ideológico-político universal. Naturalmente existe un resultado para cada producto que depende de su poder incorporado al mercado; basado en su grado de monopolio o monopsonio. En industrias caracterizadas por innovaciones rápidas operan también las adquisiciones de patentes; y en ellas son corrientes amplios márgenes de beneficios.
En su libro Anwar Shaikh, siguiendo el trabajo de Emmanuel Arghiri, nos señala que aunque la productividad directa del trabajo es generalmente menor en los países subdesarrollados en un 50 o 60% la de un trabajador de las áreas industrializadas, el salario medio de los países desarrollados es generalmente 30 veces superior al de los países atrasados.
Desarrollo de estos temas
El pasado mes de enero J W Mason ha escrito un breve pero enjundioso análisis sobre la realidad de los intercambios comerciales entre México y EEUU. Muchas «estadísticas» publicadas o destacadas por los medios de información de masas; inducen a la mayoría de sus lectores a pensar que unas mercancías son producidas en un país determinado y consumidas en otros u otros países. Por ejemplo, los mexicanos producen tomates, hacen camisas, extraen petróleo, mientras los estadounidenses consumen los tomates en su ensalada, visten camisas mexicanas en su ropa y llenan su depósito de gasolina o se trasladan de un lugar a otro en sus coches importados. La realidad que existe en el mundo dista mucho de corresponder a esta imagen. Lo que sucede es que el intercambio entre países es parte de una larga cadena de intercambios de mercancías en la que los compradores muchas veces no son los consumidores ni tan siquiera los contribuidores sino que tan solo importan determinados productos como insumos de un producto que va a ser posteriormente terminado. En muchos casos ni tan siquiera forma parte de los intercambios en un mercado general, sino más bien que ejecutan transferencias internas, que operan dentro de las estructuras de una sola empresa o firma multinacional. Pongamos un ejemplo, para ser mejor comprendidos; los españoles podemos importar un coche de los que ahora se llaman de alta gama, de un país de Europa que incorpora un lujoso volante de madera, que el país o firma extranjera había comprado a un productor español. Esto conlleva a una estadística repetida y exagerada en la valoración de la importación española. Lo que conviene subrayar es que, como norma general los productos en los que se llevan a cabo inversiones así como en los productos exportados, tienen un elevado contenido de bienes importados. Sucede lo contrario con los bienes de consumo, como señala J W Mason. Las empresas que se dedican al limitado comercio transfronterizo y las que producen para comerciar más ampliamente están estrechamente integradas entre ellas y generalmente con el conjunto de la economía.
Traemos esto a colación, debido a las unilaterales amenazas proteccionistas de la presente administración de EEUU del Presidente Donald Trump podrían éstas, parecer efectivas para ciertos bienes de consumo, pero el análisis de las estructuras del comercio mexicano con EEUU, muestra que este ejemplo no es representativo ya que la mayoría de las importaciones estadounidenses desde México no son bienes intermedios, ni productos de consumo, como las camisas, e incluso en este caso podrían parecer poco eficaces dado la enorme importancia del turismo de los estadounidenses que van a México.
Los estudios realizados por Mason nos indican claramente que los cambios en la apertura o restricción del comercio de un país a otro exige un estudio detallado de las corrientes de comercio existentes. En el caso concreto, podemos observar que las importaciones desde México de los EEUU, constituyen solo un 26% de los bienes de consumo. Contrastando con ello importan por 28% de insumos industriales y más de un 35% de productos para la inversión. Sorprendentemente entre estos bienes de inversión figura un 13 % de exportaciones de computadores, podemos por tanto concluir que la mayoría de las importaciones estadounidenses desde México, son insumos intermedios y productos de inversión y no bienes de consumo. Un aumento unilateral de la protección arancelaria podría conducir a una elevación de los costos de las compañías estadounidenses, incluyendo aquellas que principalmente se dedican a la exportación y no conduciría a la sustitución de productos mexicanos por otros llevados a cabo dentro de EEUU.
Algunos autores piensan que la política comercial de Trump, puede desencadenar una guerra comercial con otros países lo que podría conducir a una ruptura o dislocación de las cadenas de producción y podría llevar a una nueva posible recesión. Según mi pensamiento no conviene sin embargo, que exageremos este peligro puesto que Trump puede ser influenciado por ciertos expertos como el recién nombrado director del Consejo económico del Gobierno, (N E C) Gary Cohn, que fue empleado durante largos años por la gran institución bancaria Goldman Sachs.
Reflexiones finales
Entre las muchas contribuciones que se ocupan de los anteriores temas que hemos tocado anteriormente, es un ejemplo fundamental la de Zak Cope; en su libro del año 2015 «Mundo divido clase dividida» que basa sus teorizaciones en los de las llamada «sistemas-mundo» y las teorías de la dependencia que contribuyen a definir las etapas que ha atravesado el sistema capitalista hasta llegar al momento actual. Esta etapa actual se caracteriza por una reconstitución del sistema imperialista mundial bajo la hegemonía del capitalismo monopolista basado en los EEUU que se sustentó en el desarrollo del consumismo y el aumento de los gastos vinculados a la llamada «economía del bienestar» centrada en los países más desarrollados, ocurrida después de la 2ª guerra mundial. La consecuencia de la desregulación de los flujos de capital exportado y la tendencia sistémica a unas relaciones de intercambio desigual han resultado entre otras cosas en que en los países del centro, se ha creado una «aristocracia» entre las clases trabajadoras. Ello conduce a que esta clase se puede considerar como una especie de «sub-burguesía» . A esta clase deja de interesarle que existan corrientes de intercambio más justas a nivel global. Los peores temores expresados por Marx en el suprimido capítulo sexto de su obra El Capital, aparecerían; de este modo confirmados; pues una parte muy importante de los trabajadores se incorporarían o según el enunciado de Marx: se subsumirían al sistema capitalista.
El extenso libro de Cope (de más de 400 páginas), ha sido tildado de pesimista pues parece que niega la capacidad revolucionaria de los trabajadores en los países imperialistas. Cope señala que una «auténtica izquierda» requiere una oposición clara y fuerte a la vez tanto del imperialismo como del sistema capitalista. Citando a este autor se afirma que: «Mientras el imperialismo exista no podrá haber un movimiento revolucionario en los países imperialistas del centro». El autor termina su libro con una nota más optimista. Según esta la lucha, a nivel mundial depende de una toma de conciencia de la realidad actual. Esta toma de conciencia permitiría a que ciertas instituciones progresistas como sindicatos y trabajadores e incluso individuos progresistas pudiesen vincular muchas acciones valiosas, como las que se realizan en pro de una autentica democracia, así como los intentos antibelicistas de las luchas mundiales de las poblaciones híper-explotadas del mal llamado «tercer mundo»; que es nuestro mundo. Mucho habría que discutir dentro de estas posiciones sobre si «El ser determina la conciencia» o puede en algunos casos suceder lo inverso. En cualquier caso, lo que sí parece obvio es que aunque existen algunos ejemplos en los que los ingresos per cápita de ciertos países se acercan a los ingresos per cápita de los del «centro», esta disminución de las diferencias; viene enmarcada en crecientes discrepancias en los ingresos y en la concentración de la riqueza dentro de cada país.
José F. Pérez Oya. Exfuncionario del Consejo Económico y Social en las Naciones Unidas. (ECEE y CEPAL). B.A. y M.A. por la Universidad de Oxford.