En 281 municipios de los 335 del país se impuso el Sí, en 191 de ellos lo hizo por más del 60%, el No se impuso en 54 municipios y en sólo 13 de ellos superó ese margen… son algunos de los datos que arroja el último -por ahora- proceso electoral venezolano. Los números son claros. ¿Y las conclusiones?
De 335 municipios que tiene Venezuela, en 281 se impuso el Sí, mientras que el No se alzó con la victoria en 54. Dicho de otro modo, en el 83,88% de los municipios venezolanos se apostó a la postulación continua para cargos públicos, entre ellos el de Presidente de la República.
En modo visual:
Más allá de esta primera aproximación, que complementa al análisis estadal, podemos extraer conclusiones mucho más interesantes analizando la holgura de cada resultado municipal. Es decir, más allá de si se ganó o se perdió, fijarse en el margen de esa victoria o derrota.
Por ejemplo, podemos ver en qué municipios los resultados fueron relativamente ajustados (entre 50 y 60% para la opción ganadora) y observaremos un cierto equilibrio entre municipios donde la mayoría se inclinó por el Sí y municipios donde se impuso el No, siempre por ese margen de 50-60%:
90 municipios que dijeron Sí lo hicieron dentro de este margen, por 41 que se inclinaron por el No. Comparado con los 281 contra 54 a nivel nacional, en este margen la relación es más equilibrada. Veremos que este cuasi-equlibrio no se repetirá para márgenes mayores.
Llama la atención cómo cinco Estados cuyos Municipios votaron íntegramente por el Sí no aparecen en este gráfico: es decir, todos los municipios de Sucre, Cojedes, Portuguesa, Apure y Amazonas votaron Sí con al menos un 60% de los sufragios.
A partir del 60% es donde se ven resultados menos ‘equilibrados’ que en el mapa anterior:
Sólo siete municipios votaron por el No alcanzando entre 60 y 70% de los votos, ¡contra 97 que lo hicieron por el Sí dentro de ese mismo margen!
Se obtienen números similares para márgenes todavía más holgados, entre 70 y 80%:
En este margen, se impuso el No en apenas dos municipios, ¡mientras que el Sí lo hizo en 72!
Finalmente, en el margen de más de 80%, el resultado es de 22 municipios que apoyaron al Sí por encima de ese porcentaje, contra 4 que lo hicieron por el No:
Para los coleccionistas de curiosidades, anoten que el Municipio más rojo rojito de Venezuela ha sido, en este Referendo, Antonio Díaz en Delta Amacuro (97,67% de votos por el Sí) y que por contra el más opositor resultó El Hatillo en Miranda (83,14% por el No).
Como hemos visto en estos mapas, la aplastante mayoría de victorias holgadas fueron para el Sí, mientras que el No obtuvo sobre todo victorias más modestas. Es decir, de 281 municipios donde se impuso el Sí, en 191 lo hizo de manera incontestable, con más del 60% de los votos. Mientras tanto, de 54 municipios donde triunfó el No, sólo 13 de ellos lo hicieron con un margen superior a ese mismo 60%.
Dicho de otro modo, en el 68% de los municipios donde se impuso el Sí, lo hizo de manera contundente (más del 60% de sufragios a su favor), mientras que el No apenas alcanzó esos márgenes en el 24% de los municipios donde se alzó con la victoria.
De 335 municipios que hay en Venezuela, el 57% votó por el Sí de manera clara, mientras que apenas el 4% de los municipios del país se expresó contundentemente por el No. El resto -39%- se pronunció por una u otra opción de manera más tímida.
¿Cómo, con estos resultados tan geográficamente holgados, el resultado final en votos fue mucho más ajustado, en números redondos 55% del Sí contra 45% del No?
Si nos fijamos, por ejemplo, en los extremos, veremos que Antonio Díaz (Delta Amacuro), con su 97% por el Sí aportó 15 mil 992 votos, mientras que El Hatillo (Miranda), con su 83% por el No aportó 28 mil 657 votos por esa causa, prácticamente el doble. Esta relación se ve en otros lugares.
Por ejemplo, apenas cuatro municipios superaron el 80% de votos por el No, pero estos fueron Chacao, Baruta, El Hatillo (Miranda) y Diego Bautista Urbaneja (Anzoátegui). Entre los cuatro suman 218 mil 391 votos.
Los 22 municipios que apoyaron al Sí con más de 80% de votos suman, en conjunto, 136 mil 776 votos. Es decir, los 4 municipios que apoyaron aplastantemente al No superan por 90 mil votos a los 22 municipios que apoyaron aplastantemente al Sí. He ahí la clave: la población numéricamente hablando.
Los bastiones opositores son zonas urbanas densamente pobladas, mientras que los bastiones revolucionarios son zonas rurales comparativamente poco pobladas. La oposición gana en pocos lugares, pero lugares claves numéricamente hablando: la Caracas metropolitana, Valencia y su cinturón urbano, Maracaibo y la mayoría de sus vecinos en la otra orilla del lago que lleva su nombre, las capitales de Táchira, Mérida y Nueva Esparta, etc. Pocas veces se imponen de manera aplastante, pero esa diferencia basta para maquillar resultados en el cómputo final, por tratarse de centros muy poblados.
Un municipio que apoya por más del 60% a los procesos de cambio es, evidentemente, porque se ha sentido beneficiado por la Revolución. A diez años de gobierno no pueden ser «esperanza», «enamoramiento» ó «carisma presidencial» las variables de ese entusiasismo electoral. Tampoco dádivas ni regalos, como afirman muchos voceros de la oposición, calificando de esta manera como mendigos y flojos a millones de venezolanos.
Ahora, la pregunta es: parece obvio que los municipios que apoyaron aplastantemente el No se han sentido perjudicados o amenazados por la Revolución bolivariana, pero… ¿realmente es así? ¿Uno da una vuelta por Chacao, Baruta o Lecherías (Diego Bautista Urbaneja) y percibe a una población depauperada, humillada y perseguida? Difícil creerlo.
La estrategia opositora es clara: ¿cuándo han visto a un militante de UNT o Primero Justicia paseándose por Amazonas, Delta Amacuro o Apure? Ellos centran todos sus esfuerzos en un segmento poblacional que les pueda dar gran cantidad de votos. El resto del país no es su problema, porque votan pero no aportan tantos votos como los otros. Así de simple. Y así de clasista.
¿Cuál debe ser la estrategia revolucionaria para contrarestar este relativo acercamiento electoral opositor, que no por basarse en una táctica que margina y desprecia es menos efectiva en lo que a votos se refiere?
Fundamentalmente se me ocurren tres:
a) Afianzar lo conseguido en los bastiones del interior venezolano, depurando errores y reforzando aciertos en zonas donde el apoyo es masivo. La lucha campesina es uno de los principales motores de este proceso, es intolerable que 213 luchadores contra el latifundio hayan sido asesinados en estos diez años…
b) Corregir con extrema urgencia los errores en zonas urbanas -fundamentalmente inseguridad, vivienda, transporte y limpieza- para impedir que la ultraderecha siga ganando espacios en barrios y zonas populares. Los sectores reaccionarios han sacado ventaja electoral de estos problemas sin ningún tipo de escrúpulos.
c) Evitar que sectores de oposición se sientan agredidos por el lenguaje revolucionario. No la mayoría, pero un buen número de opositores no se activarían contra el proceso de cambios de no sentirse agredidos o amenazados mediante una hábil victimización mediática a la que a menudo contribuimos los que apoyamos la Revolución. Lo advirtió Fidel Castro en 2004: no hay cuatro millones de oligarcas en Venezuela. Menos va a haber cinco.
¡Ojo! No se trata de hacer electoralismo para ganar elecciones. Esta Revolución se legitima en las urnas, pero se consolida en el trabajo diario de todas y todos. Nuestra fuerza no está en el número de votos, está en la profundización de los cambios iniciados en 1999. Estamos ante una encrucijada: o profundizamos los logros y enmendamos los errores, o retrocederemos.
Adelante es para allá. Y para allá vamos.