La crisis sistémica y la agudización de las contradicciones de clase consecuencia de esta, además de la reimpresión de las obras del pensamiento marxista y una creciente reivindicación social de un cambio de sistema, está provocando un rebrote del rancio anticomunismo que brotó ya sin disimulo tras la caída del bloque socialista en el Este […]
La crisis sistémica y la agudización de las contradicciones de clase consecuencia de esta, además de la reimpresión de las obras del pensamiento marxista y una creciente reivindicación social de un cambio de sistema, está provocando un rebrote del rancio anticomunismo que brotó ya sin disimulo tras la caída del bloque socialista en el Este europeo.
La clase dominante no sólo domina la esfera económica, sino que consiguió hacer hegemónico su discurso, su pensamiento. Es justo en la esfera del pensamiento, del que en el proceso globalizador se dio en llamar «pensamiento único», dónde se circunscriben las ofensivas conceptuales más relevantes. El campo de la historia, a través de un obsceno y cínico revisionismo, también ha sido víctima de esa brutal opresión.
La generalización de los medios de comunicación de masas y el manejo de instrumentos de comunicación masiva como Internet, ligados o controlados en muchos casos por el capital, han hecho que el discurso sistémico se extienda por todo el globo, llegando a los rincones más inhóspitos del planeta en forma de verdades presuntamente irrebatibles.
La resolución anticomunista de la OSCE
El pasado 3 de julio de 2009 la Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), aprobaba en sesión ordinaria una resolución en la que, bajo el título «La re-unificación de la Europa dividida», equiparaba comunismo y fascismo negando el papel de la URSS en la derrota del nazismo y abriendo la puerta a la persecución de la ideología y organizaciones comunistas. Este episodio es apenas un intento más de reescribir la historia, favoreciendo obviamente los intereses de la clase dominante y de su cuerpo ideológico, y de ofrecer legitimidad a las violaciones antidemocráticas contra los partidos comunistas (prohibición de la simbología comunista, ilegalización de partidos…) por parte de varios países miembros de la propia OSCE, que siguen teniendo lugar a día de hoy.
El papel de la URSS en la Segunda Guerra Mundial.
Curiosamente se omite el carácter imperialista y de clase del fascismo, y particularmente del nacional-socialismo alemán. La negación del papel capital jugado por la extinta URSS en la derrota del Eje fascista, es a lo mejor el ejemplo más paradójico. Para poner en evidencia lo falso, antihistórico e injusto de este hecho, tan sólo hay que profundizar en los hechos históricos y echar mano de unos pocos datos.
Por ejemplo, si los EUA tuvieron 300.000 bajas, se cuantifica que la URSS tuvo casi 100 veces más víctimas mortales, acercándose a los 30 millones, de los que 2/3 eran población civil. Sólo en la famosa batalla de Stalingrado, el ejército soviético perdió algo más de 1.100.000 soldados, frente a los 850.000 del ejército nazi. Todo esto a pesar de que el cine de Hollywood se empeñe en destacar sólo las pérdidas y el protagonismo estadounidenses.
Para hacernos una idea de la ferocidad de la guerra patria de la URSS contra la Alemania nazi y sus aliados del Eje, está el hecho de que las batallas del frente occidental, abierto tras el mitificado desembarco de Normandía de 1944 (la guerra había comenzado en el año 1939), significó la muerte de 200.000 nazis, mientras que en el frente oriental (en el que combatía la URSS) murieron 4 millones (20 veces más).
El propio Winston Churchill reconocería el papel determinante de la acción de los soviéticos afirmando que «Fue el ejército ruso lo que le sacó las tripas a la maquina de guerra nazi», ya que los rusos provocaron la destrucción del 75% del material de guerra nazi y del 70% de sus tropas.
Las consecuencias económicas del conflicto bélico sirven también para refutar las falsedades del revisionismo anticomunista. El 41% de las pérdidas económicas del total de los participantes en la guerra, fueron a parar a la cuenta de la URSS. Pues casi 2.000 ciudades, 70.000 aldeas, 6 millones de edificios, 32.000 industrias y 65.000 kms de línea férrea, fueron destruídas en la Unión Soviética.
El mito falso de que la URSS y el nazismo fueron en algún momento aliados, se sustenta en un hecho que hoy con la proyección temporal completa fue indispensable para la derrota posterior de los nazis. Se trata del acuerdo de no-agresión, que no de apoyo ni alianza, firmado en 1939 entre la URSS y la Alemania nazi. Los dos años que median entre la firma de ese tratado y la entrada en guerra de la URSS, sirvieron para que el ejército soviético se dotara de los recursos humanos y materiales con los que no contaba, y que fueron la garantía no ya del triunfo soviético en el frente oriental, sino también de no haber sido finalmente conquistados por el equipadísimo ejército alemán.
El solapamiento del Día de la Victoria, 9 de mayo, en el que se celebraba el fin de la Segunda Guerra Mundial, con el denominado Día de Europa, es otra muestra más de ese deliberado intento por ocultar todo lo que tenga que ver con la URSS.
La reacción internacional frente el anticomunismo
Frente a la inadmisible resolución de la OSCE, reaccionaron cerca de 80 partidos comunistas de Europa (entre ellos la gallega UPG), a través de una declaración clarificadora en la que denuncian que es justo en escenarios políticos como este, en los que se prevé una importante regresión en materia de derechos sociolaborales y de ataque contra los intereses de las clases trabajadoras, cuándo el anti-comunismo vuelve reaparecer con fuerza.
Si la amnesia forzosa, como la instaurada en el Estado español tras la legalización del franquismo (denominada «transición»), es un atentado contra nuestra historia, y por tanto, contra nuestra propia identidad que se construye en la memoria, la deliberada falsificación histórica es a lo mejor un fenómeno aún más peligroso, pues nos hace correr el riesgo de acabar confundiendo víctimas y verdugos, y equiparando elementos antitéticos, tal y como pretende el capital articulado en la OSCE.
Todo sea por ocultar a los ojos del mundo, la más avanzada experiencia (pese a sus contradicciones, deficiencias e insuficiencias) de igualdad social, a través del socialismo real, que tuvo la humanidad en la URSS.
Sin embargo, el pensamiento marxista está más vivo y actuante que nunca, mal que les pese, pues la crisis está avalando aquella vieja afirmación de Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.
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Xabier Pérez Igrexas,(Vigo, 1984), colaborador de opinión en diferentes medios de comunicación, forma parte de diversos colectivos sociales; Politicamente está vinculado al nacionalismo gallego, siendo en la actualidad miembro de la Dirección Comarcal de Galiza Nova (organización juvenil del Bloque Nacionalista Galego) en Vigo.
Es autor del blog [CONTRADISCURSO] (www.contradiscurso.net) www.contradiscurso.net)