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Antisemitismo francés

Fuentes: El País

Parece necesario volver al antisemitismo francés porque la calumnia no cesa. Ayer, aquí, el escritor político André Glucksmann, llamado «filósofo francés» pero escritor judío comprometido, explicaba las «Fuentes del antisemitismo francés» como una cuestión de la izquierda y de los árabes franceses y sus descendientes. El empeño de estos pensadores es el de mostrar que […]

Parece necesario volver al antisemitismo francés porque la calumnia no cesa. Ayer, aquí, el escritor político André Glucksmann, llamado «filósofo francés» pero escritor judío comprometido, explicaba las «Fuentes del antisemitismo francés» como una cuestión de la izquierda y de los árabes franceses y sus descendientes. El empeño de estos pensadores es el de mostrar que el antisemitismo es de izquierdas, unido al «antiamericanismo», que es algo que no existe. El antisemitismo francés tiene un origen en la extrema derecha intelectual que reaccionó a la revolución de 1789 y contra la igualdad: escribió entonces el conde de Gobineau su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, y escribieron Gustavo Le Bon y Joseph de Maistre (no confundirle con Xavier); ellos, el inglés W. H. Chamberlain y otros pensadores de las «democracias» dieron la letra al fascismo de Mussolini y el nazismo de Hitler. El activismo del coronel La Roque, los «Cruces de Fuego», puso la violencia («cruces de fuego» se tomó de las del Ku Klux Klan en el sur de Estados Unidos) desde su condición de antiguos combatientes. El Ejército en pleno, y el Estado, y media Francia, fueron antisemitas en lo que se conoce como caso Dreyfuss: un oficial judío juzgado, condenado y enviado al penal como culpable de traición; fue salvado por los intelectuales de izquierdas, encabezados por Zola: la palabra «intelectual» tiene desde entonces el sentido que apenas conserva hoy de sumar el valor de unas firmas tenidas por importantes en el campo del pensamiento científico, artístico o literario contra una injusticia de Estado. Dos jefes de Gobierno, Mendes-France y antes Leon Blum, fueron boicoteados porque eran judíos, y un presidente del Senado no pudo ser presidente de la república porque era negro (Gaston Monnerville).

El racismo francés se manifiesta hoy de manera especial contra los árabes en mucha mayor medida que contra los judíos: como en España. El partido de Le Pen, segundo en las elecciones presidenciales francesas, está fundado en el racismo contra los islámicos, a los que su fundador torturó con sus propias manos cuando era paracaidista en Argelia. La intención de estos «filósofos»: apoyar a Israel y Estados Unidos en la guerra contra el mundo árabe, y denunciar como antisemita de izquierdas al que no acepta lo que hace Sharon en Palestina. Y los filósofos de aquí llaman terrorista a quien pretende un diálogo vasco. No tienen límites. Fascistas.