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Aportes para la defensa de la Nación y la consolidación del Poder Popular

Fuentes: Aporrea

I. El contexto internacional Como sucede en todas las revoluciones, el movimiento transformador que definimos inicialmente como proceso bolivariano, impulsa un conjunto de acciones que ponen en movimiento a la mayoría de las fuerzas sociales, económicas, políticas, culturales y militares, del país; fuerzas que, en medio del reacomodo a los cambios que ocurren en las […]

I. El contexto internacional

Como sucede en todas las revoluciones, el movimiento transformador que definimos inicialmente como proceso bolivariano, impulsa un conjunto de acciones que ponen en movimiento a la mayoría de las fuerzas sociales, económicas, políticas, culturales y militares, del país; fuerzas que, en medio del reacomodo a los cambios que ocurren en las superestructuras del Estado y en la sociedad, se enfrentan unas a otras por el control del poder político, económico, cultural y militar combatiendo sin cuartel; unos combaten por la entrada en vigencia de lo nuevo y la captura del poder, y otros combaten por la defensa de lo viejo y del poder. Como es lógico esperar, el éxito de la revolución dependerá tanto de la condición material, conocimientos, cualidades, habilidades y destrezas de las fuerzas transformadoras, de la resistencia de las fuerzas reaccionarias a los cambios propuestos y de las condiciones materiales presentes; es decir, dependerá también de la existencia del suficiente desarrollo de las fuerzas productivas internas del país capaz de sustentar y llevar a cabo hasta lo último las transformaciones revolucionarias. Pero ocupados de la conspiración interna y externa que nos ha acechado, de lo que como gobierno, como revolucionarios y por mandato formal, debemos hacer, nos hemos olvidado del viejo axioma: «No hay acción revolucionaria sin teoría revolucionaria». De manera pues, que hemos descuidado la discusión y la elaboración teórica sobre el proceso que vivimos. Este material, modestamente, pretende abordar algunos aspectos para el análisis del contexto internacional y la necesidad de fortalecer la organización popular. Son algunas reflexiones, o intento de recopilación de ideas, producto de innumerables encuentros y discusiones entre militantes del MVR, dirigentes bolivarianos de diversos sectores, y vínculos con protagonistas de otros procesos de América Latina y del mundo. II. El Pacto Andino y la CAN

Si algo ha caracterizado la política internacional que dirige el comandante Chávez, es el desarrollo de una intensa agenda dedicada a esa área. Ello le ha dado un protagonismo a la Revolución Bolivariana no sólo en el continente, sino también en el mundo. Actualmente, se han tomado importantes decisiones como el ingreso al Mercosur, y el retiro de la CAN, que debemos analizar.

Como todos recuerdan, el Pacto Andino surge como un intento «integracionista» de la Comunidad Andina (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Venezuela), el 26 de mayo de 1969 (posteriormente Chile se retira), cuando suscribieron el Acuerdo de Cartagena. En agosto de 1997, se conforma la Comunidad Andina de Naciones (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), siendo la expresión de los intereses económicos de los sectores económicamente más fuertes que gobernaban esos países. Así vimos cómo pequeñas y medianas empresas, de alguna forma, fueron afectadas por dichos convenios. Pero no sólo eso afectaba a los pueblos, sino que los acuerdos no preveían el resguardo de los intereses Estado-Nación; simplemente eran convenios arancelarios guiados por la máxima capitalista del libre mercado. Aún así, los sectores económicos de esos países, muchos de los cuales estaban y están ligados al capital transnacional, nunca lograron ni siquiera el arancel común.

Con el paso dado por Colombia y Perú de suscribir ambos tratados bilaterales de libre comercio (TLC) con los Estados Unidos, se decretó de hecho la muerte de este intento de integración que nunca lo fue. Así, una vez más, se traicionaba el pensamiento bolivariano que señalaba Bolivar: «Yo soy del sentir que mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos, los enemigos obtendrán la más completas ventajas» / «No creo que los americanos (del Norte), deban entrar en el Congreso del Istmo» / «Formando una vez el pacto con el fuerte, ya es eterna la obligación del débil» / «Si los indígenas de Ecuador pueden vestir América, para que vamos a importar confecciones».

El presidente Chávez, conociendo de la inoperancia de la CAN antes de esta última crisis, tomó la decisión política de que Venezuela ingresara a Mercosur. Consciente de que la revolución bolivariana debe impulsar la integración, hasta por razones de subsistencia, formuló el planteamiento de la Alternativa Bolivariana para la América (ALBA), proyecto éste basado en una filosofía totalmente diferente a la del libre mercado que impulsa el neoliberalismo colonial con el ALCA. El ALBA, va más allá de un acuerdo económico de intercambio comercial. Pone el énfasis en el fortalecimiento de los Estados-Nación y de sus ciudadanos frente al planteamiento del ALCA que privilegia el libre mercado para debilitar a los Estados-Nación, fortalecer los grandes monopolios vinculados al capital transnacional y la apertura de las economías de América, para que éste retome y controle de manera absoluta las economías del continente. El ALBA se basa en los principios de humanidad, solidaridad y cooperación.

III. El caso Mercosur

Mercosur posee debilidades parecidas a las de la CAN. El Mercado Común del Sur, también nació como expresión de los intereses económicos de las burguesías de los países miembros (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay), pero tiene algunas diferencias significativas con el mercado andino; Brasil, es la octava economía del mundo, y Argentina, en franca recuperación luego de la quiebra a la que la sometió el neoliberalismo, es un país con un grado de desarrollo industrial y agrícola importante. De no producirse cambios significativos en la orientación de Mercosur, a juicio de casi de todos los presidentes del acuerdo, esta organización corre los mismos riesgos que la CAN.

A diferencia de los países andinos, las burguesías de Brasil y de Argentina, por su grado de desarrollo, hasta ahora vienen enfrentando el ALCA. Ellos, tienen perfecta conciencia de las asimetrías con el coloso del Norte y de los inmensos subsidios que el estado norteamericano asigna a su economía, que los haría entrar en una competencia absolutamente desleal. Vemos pues, cuántos factores diversos tiene que enfrentar la Revolución Bolivariana para avanzar en el terreno de la integración.

Comprendiendo que la globalización es una estrategia imperial para el mundo, debemos entender también que la Revolución debe tener una estrategia continental y mundial. Como dijera el Ché, la revolución no es posible en un solo país de América, la revolución debe ser continental. Señalaba Bolívar: «La opresión está reunida en masa bajo un solo estandarte y si la libertad se dispersa no puede haber combate» / «Unidos seremos fuertes y mereceremos respecto, divididos y aislados pereceremos».

Paralelamente a lo anterior, y más allá de los sectores económicos, está también el sentir de los pueblos. En el seno de ellos no me cabe la menor duda que la revolución bolivariana gana amplio respaldo. Pero debe ser un trabajo de todos los revolucionarios y de sus organizaciones fortalecer vínculos, lazos y acuerdos con ellos, y no dejar sólo al líder de la Revolución, el presidente Chávez, la apertura y consolidación del respaldo a la Revolución Bolivariana de los pueblos de América Latina.

IV. CARICOM

A todo ello debemos sumar la importancia del CARICOM, que congrega a quince naciones del Caribe, asocia a cinco más e integra a otros como observadores. Esta comunidad de pueblos y naciones invadidos, al igual que nosotros en el pasado, por los imperios españoles, ingleses, franceses y holandeses, tiene problemáticas políticas y sociales similares a las nuestras; son parte de nuestra frontera norte, que debemos y necesitamos atender a objeto de cualquier política internacional que tracemos para la liberación de América. Ello va más allá de la simple correlación de fuerzas en la OEA, se trata de principios, se trata de la esencia Bolivariana que revivió con Petión en Haití, cuando perdimos la Primera República. Nunca debemos olvidar a la quisqueña del Coronel Caamaño que en 1965 enfrentó la intervención gringa en Santo Domingo, jamás debemos olvidar a los borinquenses que con Filiberto Ojeda han resistido el coloniaje en Puerto Rico, tampoco podemos olvidar a Beltrán Aristide, el Presidente secuestrado de Haití, a Cheddi Jagan uno de los grandes pensadores socialistas de Guyana y América, a la heroica resistencia de la insurgencia colombiana y del pueblo de Cuba, ejemplo de dignidad, entre otros pueblos.

V. La estabilidad de la revolución bolivariana

Hemos derrotado en casi todos los terrenos las pretensiones fascistas de derrocar al Gobierno Bolivariano. Hemos ganado más de diez batallas electorales. Y estoy seguro que obtendremos una contundente victoria el próximo 3 de diciembre, pero ello no es óbice para comprender que este es un proceso que sigue lleno de riesgos. Y cuánto más avance, mayores serán los riegos si es una revolución verdadera, como dijera el Ché.

Si bien los factores internos de conspiración lucen derrotados y desarticulados, no debemos descuidarlos, sobre todo porque ellos son ejecutores de políticas de un imperio que, bajo ningún concepto, puede permitir que Venezuela «se les escape de las manos».

El imperialismo sabe perfectamente que Venezuela es la primera reserva estratégica de petróleo del mundo. Ya lo declaran abiertamente a través de la Agencia Internacional de Energía. Por otra parte, la posición geográfica de nuestro país es estratégica; es la entrada por la fachada norte al continente que posee el 56% de los bosques tropicales del planeta; por el Amazonas corren más de 6 billones de metros cúbicos de agua potable. Suramérica, con el 12% de la población mundial, posee el 40% del agua potable del planeta, sólo la Amazonia tiene el 20%. De manera pues, que para el imperio lo que ocurra con la revolución bolivariana es de vital importancia.

Así entendemos, que no es casual la presencia en el Caribe de la flota norteamericana encabezada por el portaviones US George Washington , con su inmensa maquinaria de destrucción y muerte a bordo de sus buques y submarinos. De esta forma ensayan el aislamiento y las posibilidades de ataque a Venezuela por el norte. Mientras, por el sur y al oeste, en territorio colombiano desarrollan el Plan Colombia, operación militar ésta no sólo dirigida a enfrentar a la combativa insurgencia colombiana, sino que persigue de manera clara aislar a Venezuela del sur del continente a la hora de un conflicto. A todo ello, se suma la inmensa presencia de bases militares que han instalado en todo el continente con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico. Estas son señales claras de la disposición de la mafia Bush-Chenyn-Rumsfeld, que dirige el complejo energético militar de los Estados Unidos.

Si bien toda esta presencia militar es una amenaza real para la revolución bolivariana, ello no quiere decir que la invasión es la única alternativa para el imperio. El empantanamiento en las guerras de Irak y Afganistán es un fardo que cargan a cuestas. La resistencia a la guerra en el interior de los Estados Unidos y en el mundo cada vez crece más. Sus cálculos sobre las repercusiones de una intervención directa en América Latina, parecen no estar muy claros. Los costos económicos y políticos son muy altos. Frente a todo ello, ¿podemos pensar que están de brazos de cruzados esperando su oportunidad? ¿No será más «barato» activar a sus agentes internos, que aprovechen nuestras debilidades; la corrupción e ineficiencia en el seno de algunas estructuras del estado, que aprovechen a los oportunistas y traidores que dividen y obstruyen el trabajo organizativo del pueblo? ¿No será más fácil «desmovilizar» a los paramilitares en Colombia, movilizándolos en Venezuela? Recordemos que no todas las invasiones han sido sobre la base de una gigantesca mentira, como la supuesta presencia de armas nucleares en Irak, para realizar una invasión directa trasmitida por CNN. La mayoría de sus intervenciones, ¡claro que se han hecho sobre la base de la mentira y tergiversación de la verdad!, pero por cosas a veces insignificantes, como la invasión a Panamá, en 1856, cuando un marine norteamericano le solicitó un trozo de patilla a un vendedor de frutas y se negó a pagarlo, lo que ocasionó que el vendedor agredió al marine (que estaba en estado de embriaguez), interviniendo en la refriega otros marines, quienes superados por un mayor número de panameños fueron agredidos, justificando esta escaramuza la intervención de la flota norteamericana en la famosa «Guerra de las sandías».

Por otra parte, no debemos olvidar que todo pueblo invadido, previamente ya lo ha sido. Las maquinarias de la muerte y dominación no son sólo de guerra, también son comunicacionales. Sobre todo nosotros, en la Revolución Bolivariana, sabemos de ello. Las maquinarias de desinformación y comunicación de las políticas del Departamento de Estado siguen controlando buena parte del espectro radioeléctrico audiovisual y los medios informativos impresos. Pero no solo eso, también controlan organizaciones e instituciones, incluso oficiales donde el reggaeton o el rock es más importante que las músicas, sonidos y cantares que identifican a nuestro pueblo. Recordemos que pese a la invasión y a la alienación Puerto Rico sigue existiendo porque es Latino; su salsa, sus cantores son símbolos de América, son puertorriqueños y pese a estar invadidos; con su lenguaje, su música y su cultura, se parecen a los musulmanes con turbantes, como los de Argelia que resistieron las prohibiciones francesas de usarlos, a los Irakíes o a los Afganos que resisten con sus saberes. Debemos entender que es una prioridad enfrentar la penetración cultural mediática. Cuando Chávez decreta el uno por uno en radio, no es porque es campesino, barinés, pueblerino que le gusta el joropo, sino porque está reafirmando valores e identidades que deben ser reivindicadas y formar parte otra vez del sentir nacional perdido. De manera pues, que esta lucha es diversa y múltiple; pero lo que debamos hacer, hagámoslo y no permanezcamos en estructuras burocráticas o representativas «echando carro».

VI. Guerra de resistencia y organización popular

Es obvio que no pretendemos un enfrentamiento militar con el imperio, pero también es obvio que hemos decidido no vivir de rodillas. Como parece inevitable una agresión, debemos comenzar la discusión sobre las formas y maneras de desarrollar la guerra de resistencia popular. Y este no es sólo un problema militar.

Prioritario es la politización y organización popular, por ello el desarrollo de los Consejos Comunales, que es una de las tareas fundamentales a realizar hoy, debe ir mucho más allá de prepararlos para administrar obras pequeñas en la comunidad. Alrededor de ellos deben articularse y nuclearse las diversas formas de organización popular, CTU, Comité de Salud, Mesas Técnicas de Agua, etc., las cuales también deben trascender al diseño de las poligonales en el barrio, al chequeo de los módulos de Barrio Adentro, o al arreglo de una tubería de agua. También debemos fortalecer las Redes Sociales de Prevención y las Unidades de Defensa Popular, discutiendo sus formas organizativas, preparación y estrategias cívico-militares, en real unidad ejército-pueblo.

Se que muchos de ustedes conocen, o han oído de esto que digo o repito, pero hay una gran diferencia entre saber y hacer, los convido a que lo hagamos juntos.

Los invito pues a que profundicemos este debate, y como decía al principio, a que teoricemos y elaboremos políticas sobre estos temas, entre otros, para orientar la acción revolucionaria.

¡Patria y Vida! ¡Hasta la Victoria Siempre!

Lic. Freddy Bernal Rosales Coordinador Político del MVR Caracas