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Aquella crisis y la nuestra

Fuentes: Rebelión

La crisis de 1929 fue encarada de un modo que consiguió contener y revertir su impacto inicial sobre el sistema mundial y además lo condujo a un escalón superior de desarrollo. En el proceso, aquella gestión introdujo importantes novedades, como la participación estatal directa en la economía, la ampliación de los derechos democráticos de las […]

La crisis de 1929 fue encarada de un modo que consiguió contener y revertir su impacto inicial sobre el sistema mundial y además lo condujo a un escalón superior de desarrollo. En el proceso, aquella gestión introdujo importantes novedades, como la participación estatal directa en la economía, la ampliación de los derechos democráticos de las capas medias y los trabajadores, y la creación de servicios públicos masivos de salud pública, educación masiva y seguridad social. En una medida importante, sin embargo, aquellos logros dependieron de circunstancias que no tienen equivalente en la crisis actual.

Aquellos fueron tiempos de certidumbre: el liberalismo, el fascismo y el comunismo soviético definían opciones claramente diferenciadas. El nuestro es un tiempo de incertidumbres. Entonces existían espacios sociales, ambientales y políticos de maniobra que no están disponibles hoy, que incluían por ejemplo un vasto sistema colonial a que ponía a disposición de las potencias que lo controlaban enormes reservas de recursos humanos y naturales. En lo político, a su vez, el carácter restrictivo de la vieja democracia liberal dominante en esas ponencias ofrecía múltiples posibilidades de ampliación de los derechos ciudadanos, en lo social las demandas de cambio más urgentes se definían a partir de un nivel de expectativas muy primario y en las colonias se fortalecía la opción de transformarlas en Estados nacionales. Y la población del planeta era, por último, la mitad de la que tenemos hoy.

El sistema mundial fue, así, dotado de un sistema internacional integrado por Estados proveedores de servicios públicos masivos, vinculados por un mercado mundial dolarizado y dotado de una teoría del desarrollo – esto es, del crecimiento sostenido por el bienestar social y la participación política ciudadana – como herramienta para construir consensos y legitimar resultados. Hoy, la economía, el sistema internacional y la geocultura mundial que han entrado en crisis son las que emergieron de aquellas transformaciones, y la crisis que enfrentamos expresa el agotamiento de las formas de autoridad moral y política que sustentaron el desarrollo del sistema mundial entre las décadas de 1950 y 1980.

De esto viene que el primer peligro inmediato que enfrentamos hoy consista en la multiplicación de fenómenos morbosos que van desde el renacer de los fundamentalismos hasta el recurso creciente a la violencia como mecanismos de control social. Pero, y por esto mismo, el peligro principal que nos presenta la crisis es el que emerge de l agotamiento de la geocultura que hasta ayer animó el desarrollo del sistema mundial, cuyas posibilidades de recomposición parecen ser cada vez más limitadas.

Todo esto demanda percibir con la mayor claridad posible la rica complejidad de los factores involucrados en el desarrollo de la crisis, desde la destrucción masiva de empleos y empresas hasta los extraordinarios incrementos en la productividad derivados de la innovación tecnológica y organizativa, pasando – y esto es especialmente importante – por la formación de sectores de actividad económica nueva, como el mercado de bienes y servicios ambientales, y de sus protagonistas. Así, en América Latina operan procesos simultáneos y combinados, que van desde la intensificación de la transformación de la naturaleza en capital natural y los crecientes conflictos entre grupos y sectores sociales y económicos que aspiran a hacer usos excluyentes de un mismo sistema natural, hasta la formación de grupos empresariales asociados al mercado de bienes y servicios ambientales, a menudo en contradicción con otros sectores más tradicionales.

Creación

La actual circunstancia latinoamericana favorece la creación de nuevos espacios para el desarrollo de opciones de política que faciliten la creación colectiva de formas renovadas de expresión del interés general de comunidades territoriales, regionales y nacionales complejas. Aun cuando ninguno de los sectores involucrados en el proceso dispone aún de un verdadero proyecto alternativo, están definidas las líneas fundamentales para elaborarlo. Ellas incluyen, por ejemplo, el gobierno basado en el consenso; una autoridad funcional, no jerárquica ni de casta; la igualdad sustentada en la equidad; la armonía en las relaciones sociales, y en las interacciones entre sistemas sociales y sistemas naturales, y una producción centrada en valores de uso para la atención a las necesidades sociales, y en la valoración de los recursos a partir de la función que cumplen en los ecosistemas que los proveen.

Las cosas, en suma, ya no son lo que eran, ni han llegado a ser lo que serán. Por lo mismo, la crisis nos plantea en primer término un desafío de orden ético y cultural. Aquí, el problema medular consiste en vincular en términos nuevos la teoría y la práctica, el interpretar y el transformar, el pensar haciendo y el hacer pensando, según lo expresara José Martí en sus Cuadernos de Apuntes de 1881:

«Nacidos en una época turbulenta, arrastrados al abrir los ojos a la luz por ideas ya hechas y por corrientes ya creadas, obedeciendo a instintos y a impulsos, más que a juicios y determinaciones, los hombres de la generación actual vivimos en un desconocimiento lastimoso y casi total del problema que nos toca resolver. […] Establecer el problema es necesario, con sus datos, procesos y conclusiones.- Así, sinceramente y tenazmente, se llega al bienestar: no de otro modo. Y se adquieren tamaños de hombres libres.»

Para esa tarea disponemos del rico legado de pensamiento y acción que va del propio Martí a José Carlos Mariátegui, a Paulo Freire y Gustavo Gutiérrez. Lo demás, ya es cosa nuestra. Y a quien se queje, responderle con la reflexión de nuestros mayores: «si fuera fácil, ya estaría hecho; como es difícil, te toca a ti.»

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.