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Gilad Atzmon y su banda The Orient House Ensemble actuaron ayer en Valencia (España)

Ardió Bush

Fuentes: Rebelión

Anoche, en el auditorio de la Universidad Politécnica de Valencia y en el marco del Festival de Jazz Novembre 2008, actuó el saxofonista Gilad Atzmon con su banda The Orient House Ensemble. Atzmon, un autor habitual en las páginas de Rebelión y Tlaxcala, donde defiende a capa y espada la causa del pueblo palestino contra […]

Anoche, en el auditorio de la Universidad Politécnica de Valencia y en el marco del Festival de Jazz Novembre 2008, actuó el saxofonista Gilad Atzmon con su banda The Orient House Ensemble. Atzmon, un autor habitual en las páginas de Rebelión y Tlaxcala, donde defiende a capa y espada la causa del pueblo palestino contra el racismo y la ocupación sionistas, fue fiel a su aureola de músico virtuoso y artista comprometido. El concierto, hora y media de intensas emociones musicales, se basó en cuatro temas de dos importantes álbumes de la banda, MusiK (2004) y Refuge (2007), con los que Atzmon articuló una línea argumental explícitamente dedicada a describir con escalas cromáticas la actual tragedia iraquí a manos del imperio. Entre esos cuatro temas, que comentaré a continuación, la banda interpretó otra media docena más de su repertorio, para lucimiento personal del propio Atzmon, del pianista Frank Harrison y del batería Asaf Sirkis, sólidamente acompañados por el bajista Yaron Stavi. 

El concierto se inició de forma reposada con los compases de la célebre «Autumn in Baghdad», en los que el saxo soprano conversa limpiamente con el piano y crea una atmósfera de paz y sosiego, fácilmente reconocible como la de un Iraq anterior a la guerra. En «Spring in New York», de ritmo más veloz, resonancias ellingtonianas y fraseos enloquecidos, el diálogo cambia de instrumentos y se establece entre el saxofón alto y el teclado eléctrico. Tras estos dos temas, una vez establecidos los personajes principales, la banda tomó partido con la maravillosa e inquietante «Burning Bush», en la que el músico ex israelí hizo alardes de un virtuosismo sin límites y su saxo soprano -al que en un momento dado le quitó la boquilla para soplar sin ella y arrancar sonidos guturales al instrumento- juzgó, condenó y ejecutó metafóricamente al presidente genocida en ese arbusto ardiente al que alude el título de la composición. Para entonces, el público que abarrotaba el auditorio estaba ya totalmente entregado.

Pero Atzmon quiso dejar claro que él no tiene nada en contra del pueblo usamericano, víctima de la desinformación y de una elite que lo mantiene mentalmente prisionero, de ahí que cerrase el círculo de su discurso musical con un tema de MusiK, «Liberating the American People».

Es Atzmon un músico que se entrega por completo y termina agotado tras cada concierto. Anoche, se notaba. Pero el público quería más y aplaudió incansablemente cuando los cuatro hombres dieron por acabado su trabajo, hasta que minutos después volvieron a salir al escenario y, entonces, Gilad Atzmon y The Orient House Ensemble ofrecieron como regalo de despedida final un hermoso homenaje al jazz y a la esperanza con una versión libre del «What a Wonderful World», de Louis Arsmtrong, a quien Atzmon describió jocosamente como «aquel gran músico palestino».

El escritor y traductor Manuel Talens es miembro de los colectivos de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente