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Hidrocarburos del Mercosur

Argentina, Brasil y la cuestión del petróleo

Fuentes: APM

Mientras el primero no vislumbra un futuro próspero, el segundo descubre más reservas. Los especialistas hablan de falta de inversión privada y planificación estatal en el caso argentino.

Como bien se recordará, en los últimos días de marzo una conferencia de prensa ofrecida en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil, sorprendía a propios y extraños. El principal orador fue un sonriente José Gabrielli, presidente de la estatal petrolera Petrobras, quien dio a conocer «una noticia extremadamente auspiciosa»: Su empresa había hallado vastas reservas de petróleo y gas en la cuenca de Santos, en el sudeste de Brasil. «Hoy estamos con 14.400 millones de barriles de reservas de crudo y gas equivalente. Con esa reserva -se entusiasmaba Gabrielli- imaginamos que podremos estar en algún lugar entre Nigeria y Venezuela».

En la región, Venezuela influyente socio de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), cuenta con reservas de unos 80.000 millones de barriles, mientras que Nigeria, otro socio del grupo de países que controla seis de cada 10 barriles que llegan a los mercados mundiales, dispone de unos 36.000 millones de barriles. Según Petrobras el yacimiento encontrado requirió una inversión de 1.000 millones de dólares en los últimos dos años.

Este descubrimiento debe sumarse a lo ocurrido en noviembre de 2007, cuando la estatal brasileña anunciaba mediante un comunicado el hallazgo de otros tres yacimientos submarinos con reservas estimadas en 500 millones de barriles de crudo. Los pozos habían sido ubicados tras exploraciones en la plataforma continental al sur del estado de Espíritu Santo, en el océano Atlántico, a profundidades de entre 1.473 y 1.535 metros.

De esta manera -con un mercado que paga más de 100 dólares por barril de petróleo crudo- y en un lapso de 4 meses, Brasil se encontró con un volumen de reservas que le permitirían aumentar, de una sola vez, un 50 por ciento sus reservas de hidrocarburos, ubicando a Petrobras en el Top-ten de las empresas del sector.

Desde el otro lado, en Argentina y su cuestión petrolera, cabe recordar que en diciembre de 2007 se conmemoró el centenario del descubrimiento del petróleo. Ante tal acontecimiento, el Ingeniero Ernesto López Anadón, presidente del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG) pronunció un sentido discurso en el que evocó tiempos pasados:

«En 1907 nuestra Patagonia era un territorio inexplorado, alejado de los centros poblados y con muchísimas carencias que hacían muy dura la vida. Muy cerca del caserío que era por entonces Comodoro Rivadavia, y luego de una larga noche junto al pozo, el 13 de diciembre de 1907, alrededor de las 8 de la mañana, Humberto Beghin y José Fuchs comprobaron que lo que surgía del pozo que perforaban en busca de agua, en realidad era un líquido viscoso de color negro. Habían descubierto petróleo a 535 metros de profundidad».

Luego, el Estado Nacional canalizó por medio de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) este hecho fundacional que daba inicio a la industria petrolera y gasífera, que se iba nutriendo «del esfuerzo de los pioneros que recorrieron toda la geografía argentina para descubrir otras cuencas productoras», y de «la visión de hombres que supieron rápidamente reconocer la importancia que el petróleo y el gas tendrían durante todo el siglo XX y hasta la actualidad».

Pero el legado, el esfuerzo y la visión estratégica que reconocía el titular del IAPG, en hombres como Enrique Mosconi, pronto serían dilapidados por administraciones de facto y democráticas.

Durante la última dictadura militar que castigó a la Argentina a partir del 24 de marzo de 1976, YPF formaba parte del selecto grupo de empresas estatales que, con importantes ganancias y balances positivos, podía sostener su propio crecimiento. Pero poco tiempo después, su deuda con bancos privados internacionales crecía a ritmo similar con el que lo hacía la deuda externa del país y la desnacionalización de la economía del Estado: en tan solo siete años sus compromisos se multiplicaron por 16 (de 372 a 6.000 millones de dólares).

A pesar de que la productividad del trabajador de los yacimientos aumentaba un 80 por ciento, el periodista argentino Jorge Lanata en el tomo 2 de su libro «Argentinos» explica que el endeudamiento se justifica por el buen tino de las medidas adoptadas por la dictadura que «bajó a la mitad el dinero por comisiones de venta de combustibles que recibía YPF», al mismo tiempo que «fue obligada a refinar su petróleo en Shell y Eso, aunque contaba con propias refinerías (en) La Plata, Luján de Cuyo y Plaza Huincul».

Multiplicada la deuda y 17 años más tarde, el gobierno de Carlos Saúl Menem terminó por convertir a la petrolera estatal en un bien más que tentador. Con la sanción de las leyes de Emergencia Económica y de Reforma del Estado, YPF se convirtió en una de las ofertas del proceso de privatización, que en 1993 cotizó en la Bolsa de Valores de New York por la irrisoria suma de 3.000 millones de dólares. La empresa española Repsol aprovechó tan generosa oferta y se quedó con YPF.

Según un informe elaborado por Diego Mansilla sobre la situación del petróleo y del gas en la Argentina, datos oficiales de la Secretaría de Energía develan que «las reservas comprobadas de petróleo y gas natural de Argentina están cayendo desde el 2000». En este sentido, «no sólo se estarían perdiendo reservas relativas desde 1989 (el horizonte de reservas, es decir cantidad de años de extracción que permiten las reservas, cayeron de 14 a 9 años para el petróleo y de 36 a 10 años para el gas natural), sino que también en los últimos años están cayendo las reservas absolutas. De esta manera, las reservas de petróleo descendieron un 25 por ciento y las de gas natural lo hicieron en un 28 por ciento en sólo 5 años».

A este panorama negativo se le suman las voces de alerta de diferentes expertos en la materia.

Eduardo Corti profesor de Seminario de Grado y Sísmica de Pozos de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y consultor geofísico en la industria del petróleo, afirma que «la exploración bajó mucho en la Argentina».

Además sostiene que «las inversiones de la mayoría de las compañías están hoy dirigidas a producir petróleo, no a explorar en nuestro país. Básicamente, porque es más tentador invertir en otros campos, como Venezuela, Ecuador o Brasil. Allí hay mayor potencial».

Luego, explicando la lógica empresarial, describe: «La empresa que asigna el capital de exploración lo pone donde tiene el retorno mayor. Como consecuencia inmediata de ese cálculo, todas las empresas se dedicaron a producir y no a explorar».

Es decir que -como completa el informe de Diego Masilla- «luego de la desregulación y privatización de YPF, las empresas privadas no buscaron la preservación futura del recurso, sino que se limitaron a aumentar la extracción en el corto plazo gracias a las inversiones de riesgo ya realizadas por la petrolera estatal».

Para entender mejor: los pozos se dividen en pozos de exploración, de avanzada y de explotación. Los pozos de exploración son las perforaciones realizadas para buscar nuevas reservas y su riesgo minero es muy alto, dado que se realizan únicamente sobre informes de compatibilidad geológica. Los de avanzada se realizan con el objetivo de delimitar la reserva en las zonas donde, gracias a los pozos de exploración, se conoce la existencia de hidrocarburos. Los pozos de explotación, finalmente, se encargan de extraer el petróleo en zonas ya delimitadas, donde se tiene la seguridad de la existencia de petróleo.

Dicen las estadísticas ofrecidas por la Secretaría de Energía que los pozos de explotación sin riesgo aumentaron un 56 por ciento en 15 años, mientras que los de avanzada se mantienen y los de exploración caen estrepitosamente (en el 2004 sólo se perforó un 70 por ciento menos que en 1989).

Luis Bernabé Cazau titular de la cátedra de Geología de Combustibles en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNLP, trabajó para YPF en los años ’80, y brinda su diagnóstico con el respaldo de más de 30 años de experiencia en el sector: «El problema central (de Argentina) es la falta de planificación».

Ante las petroleras noticias que llegan desde las costas brasileñas este especialista no se inmuta en lo más mínimo y afirma categóricamente: «En la actualidad, no tenemos la tecnología ni las instalaciones que desarrolló Brasil». Luego, dice que el mayor socio del Mercosur «se preparó durante años como si tuviera petróleo al nivel de Arabia Saudita. Colocó becarios en las principales universidades del mundo y desarrolló la mejor tecnología de perforación aguas adentro del planeta. Hoy nos superó ampliamente».

Su incursión en la ex petrolera estatal le permitió participar en un episodio que tomó plena significancia veintiocho años después. Cazau rememora: «cuando trabajaba en YPF en los ’80, Argentina producía 10 veces más que Brasil. En ese momento, la empresa contrató a un consultor italiano, que daba clases en la Universidad de Illinois (Estados Unidos). Nos decía que no entendía cómo Brasil tenía tantos becarios con tan poco petróleo».

Mientras que el gobierno argentino carga culpas de la crisis sobre el sector privado (que a su vez dice que el congelamiento de tarifas torna inviable su negocio), la estatal brasileña Petrobras desembarcó hace un año en las costas de la ciudad argentina de Mar del Plata para llevar adelante tareas exploratorias, en un bloque sobre la plataforma marítima (a 250 kilómetros de la costa), en sociedad con YPF y Enarsa (la empresa estatal nacional de energía).

Este puede ser el tímido comienzo de una sincera reactivación del sector petrolero estatal argentino, al cual no le vendría nada mal la sanción de una ley nacional de hidrocarburos que recupere el rol del Estado en la regulación y control del negocio petrolero, y que ponga claro sobre oscuro con respecto a los derechos y obligaciones de las empresas privadas que participan del mismo.

(*) El autor de esta nota es alumno del Seminario «Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos» que actualmente dicta la Agencia Periodística del Mercosur (APM) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP