El gobierno ha abierto una nueva instancia en la ‘negociación’ de la Deuda Externa con ‘un sector’ de los acreedores; para ello ha diseñado el canje de bonos con quita de capital para los bonistas privados. El resaltado de las palabras (negociación, sector), no es inocente, ya que ellas encierran la esencia de lo que […]
El gobierno ha abierto una nueva instancia en la ‘negociación’ de la Deuda Externa con ‘un sector’ de los acreedores; para ello ha diseñado el canje de bonos con quita de capital para los bonistas privados. El resaltado de las palabras (negociación, sector), no es inocente, ya que ellas encierran la esencia de lo que la administración ‘K’ quiere ocultar.
Como se viene diciendo desde hace tiempo, el santacruceño se empeña tozudamente en demostrar que tienen razón aquellos que denuncian que sus dichos tienen poco que ver con sus hechos:
- Reivindica los reclamos por los derechos humanos de los que lucharon por una sociedad mejor en la década del ’70, pero no le tiembla el pulso para mandar a reprimir a los que lo hacen hoy, ya no por un horizonte igualitario, sino por poder tener acceso a cubrir las necesidades mínimas de cualquier ser humano para sobrevivir. Para empeorar las cosas, si -como pretenden algunos oficialistas- no pergeña una política de criminalización de la protesta social -que mantiene casi 5000 compañeros procesados-, tampoco hace nada para evitar o subsanar semejante afrenta a la dignidad popular.
- Declama transparencia política, ser bisagra en la triste historia de corrupción en nuestro país, pero se sienta en la misma mesa o tiene de aliados o parte de su estructura a los que contribuyeron a la destrucción nacional y la desintegración ética de las instituciones (la lista es larguísima, y, para no ser reiterativos, podemos poner como ejemplo la íntima relación con el nefasto Domingo Cavallo y su diálogo fluido y periódico; o el aliento y beneplácito oficial por la designación de J.J. Alvarez como responsable de la seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el mismo responsable de la salvaje y criminal represión del Puente Pueyrredón, con las terribles consecuencias de las muertes de Kosteki y Santillán, además del asalto -digno de la dictadura- al local del Partido Comunista de Avellaneda).
- Se vanagloria del crecimiento económico del país, pero desespera en tratar de ocultar que la desigualdad ha crecido también a niveles nunca vistos, lo que indica que el beneficio de aquel crecimiento va a parar a pocas manos -las mismas de siempre-, mientras se mantienen las oprobiosas cifras de millones de pobres, indigentes, desocupados y subocupados (recordemos que esta administración considera ‘ocupados’ a aquellos que cobran los humillantes $150 de los planes sociales, y clasifica como pobres a los que ganan menos de $730, cuando la canasta familiar es de $1700).
- Se proclama antiimperialista y alaba procesos de ese tipo que se desarrollan en Latinoamérica, pero acepta el ALCA (light o no, la acepta), envía tropas a Haití, acepta tropas y bases norteamericanas en el país, saluda la asunción del fascista y genocida Bush, se pone de acuerdo a través de su canciller (Bielsa) en criticar de la forma más rastrera a la Revolución Cubana en el mismo centro del Imperio junto con el saliente Secretario de Estado yanqui, Colin Powell.
- Critica con dureza a los organismos de crédito internacional, culpándolos de todas las desgracias de nuestro pueblo, pero les paga puntualmente y los considera acreedores privilegiados, por lo que se comprometió a cancelar el 100% de lo que, dice, les adeudamos; además de aceptar los condicionamientos que de allí le imponen (como la Ley de Responsabilidad Fiscal, entre otras).
Es decir: dice una cosa y hace otra.
Esa misma lógica -la lógica del engaño- es la que utiliza, nuevamente, en el Canje de Deuda con quita hacia los bonistas desarrollado por Lavagna y delineado por Kirchner.
Al comenzar este análisis subrayábamos dos palabras: sector y negociación, y planteábamos su significación. Que la quita se le haga sólo a una porción de los acreedores significa, como se insinuó más arriba, que hay otro al que se le paga todo. Y antes de que los apóstoles de la ola K hinquen sus dientes sobre estas líneas y las parangonen con la derecha (que se queja, sí, pero porque quieren que el pueblo argentino pague en su totalidad la ‘deuda’ a los organismos internacionales de crédito y a los bonistas particulares, planteo que está en las antípodas de los que se originan en el campo popular), pasemos al significado de la negociación. En primer lugar, el hecho de que se hagan propuestas de pago de la Deuda -sin quita o con ella- implica la aceptación de esa deuda. Recordemos que estamos hablando de una deuda ilegítima, ilegal, fraudulenta e inmoral. Una deuda que ha sido investigada judicialmente gracias a la denuncia presentada por Alejandro Olmos, y que tuvo un fallo histórico del juez Ballesteros (que no es un bolchevique ni nada que se le parezca), en el que se demostró que el endeudamiento fue pergeñado e instrumentado a través de prácticas fraudulentas e ilegales desde los centros del poder económico internacional con complicidad de la burguesía local (con nombres ‘ilustres’ implicados, como Martínez de Hoz, Domingo Cavallo, Guillermo Klein, José Luis Machinea). Por supuesto, Ballesteros no condenó a nadie, alegando la prescripción de la causa (dado que la investigación demandó ¡dieciocho años!), aunque los efectos los sigue sufriendo el pueblo argentino, pasando la responsabilidad política para una decisión en tal sentido al Congreso de la Nación. En el Congreso el caso, hasta ahora, está cajoneado, y el oficialismo nada ha intentado para sacarlo del ostracismo. En segundo lugar, y de una gravedad comparable a lo recién expuesto, es que tanto el canje de deuda como el viaje de la comitiva oficial a Europa responden a la misma lógica neoliberal impuesta fundamentalmente a partir de los ’90, en el que se establece que nuestro país no puede desarrollarse autónomamente, sino que sólo podrá hacerlo si llegan inversiones desde el extranjero (lo cual, por supuesto, es completamente falso y atiende a intereses opuestos a los populares). Es por eso que el propio presidente viaja al exterior a buscar y tentar esas inversiones, es por eso que continúa con la política de gestión privada de las áreas estratégicas de nuestra economía, es por eso que ni se piensa en reestatizaciones (las concesiones que se caen vuelven o volverán a ser privatizadas), es por eso que se negocian a escondidas aumentos de tarifas, es por eso que ni se menciona o es calificado como ‘demencial’ la posibilidad de la nacionalización de YPF. Es por ello que la política que emana de semejante estrategia de ‘desarrollo’ económico es la de favorecer los intereses del poder económico transnacionalizado (y por supuesto a sus socios locales), en detrimento de los de la inmensa mayoría del pueblo argentino, irreconciliables unos con otros. Lo que define el carácter neoliberal y antipopular del gobierno kirchnerista, cuyo discurso -mal que les pese a los que desde una pretendida ‘izquierda nacional y popular’ o del ‘progresismo transversal’ apoyan sin miramientos, haciéndose cómplices de esta nueva etapa de entrega- son sólo espejitos de colores tácticos para engañar a los engañados de siempre.