La UNESCO, organismo de las Naciones Unidas, aprobó por amplia mayoría de votos de los países que la integran, reconocer como patrimonio de la humanidad al Museo que funciona en un ex centro militar argentino donde se torturó y asesinó a opositores de la dictadura de 1976. En esas instalaciones que fueron la sede de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), los militares montaron el que se considera el mayor campo de detención, tortura y exterminio durante la dictadura. Se estima que por allí pasaron unos 5 mil de los 30 mil detenidos desaparecidos entre los años 1976-83. Los ex militares genocidas, en parte han sido juzgados y condenados, pero todavía hay quienes tienen causas pendientes, y otros ya fallecieron.
Convertido en Museo, es posible visitarlo y recorrer sus instalaciones. El objetivo es dar a conocer la historia de la brutalidad represiva, en especial a los jóvenes que no vivieron esa época terrible de Argentina. También permite que se pueda recordar y rendir homenaje a las miles de víctimas del terrorismo de estado. Ricardo Coquet, que fue uno de los torturados en la ESMA ( y hoy tiene 70 años), dice que ese edificio «es un testigo que habla. Recorrerlo duele pero sana, porque no permite tergiversar la historia».
En las plantas superiores del edificio, se clasificaba a los detenidos/secuestrados, se les asignaba un número y un destino. Si pasaban a los sótanos, era para sufrir torturas para que revelaran identidad y domicilios de militantes políticos opositores a la dictadura. Muchos de ellos fueron asesinados por disparos o inyecciones letales. Pero también fueron llevados en los llamados “vuelos de la muerte” en aviones navales y arrojados al Río de la Plata. Entre las personas cautivas que fueron asesinadas de esta manera, están Azucena Villaflor, fundadora de Madres de Plaza de Mayo y las monjas catòlicas francesas Léonie Duquet y Alice Domon. En este caso, se generó un conflicto diplomático por los reclamos del gobierno francés a la dictadura.
En la ESMA muchas mujeres fueron violadas y otras, dieron a luz en una sala pequeña de la ESMA y les fueron arrebatados sus bebés por los militares antes de convertirse en “desaparecidas”. El ex presidente Menem en 1998 indultó a ex militares y a guerrilleros, e intentó convertir la ESMA en un “espacio de reconciliación”, pero madres y familiares de desaparecidos lo impidieron presentando amparos judiciales.
En el 2004 el edificio de la ESMA fue declarado monumento histórico y sus espacios declarados “Museo de la Memoria” se conservan intactos y constituyen una prueba judicial de los crímenes contra la humanidad allí cometidos. Ahora, la UNESCO, ha decidido preservar la ESMA como uno de los centros principales del plan sistemático de detención, desaparición, y extermino de ciudadanos que aplicó la dictadura con la complicidad de sectores minoritarios de la sociedad civil. Hace referencia también a que esa represión ilegal fue ejecutada y coordinada por las dictaduras que en esa época existían en la región, como el caso de la del General Pinochet en la vecina Chile. La ESMA, ahora museo de la memoria, pasa a integrar el conjunto de testimonios como El muelle de Valgongo, en Brasil, considerado inicio y final de la “Ruta del esclavo” africano, o el campo de concentración nazi de Auschwitz, o el Memorial de la Paz de Hiroshima, o la isla sudafricana de Robben, donde Nelson Mandela pasó gran parte de sus 27 años de reclusión.
Seguirá siendo “un testigo que habla y no permite tergiversar la historia”, como sentenció uno de los sobrevivientes.