Pocas economías han logrado recuperarse de profundas crisis como lo ha hecho la de Argentina que hoy muestra grandes adelantos pese a que los medios de información, casi todos controlados por la derecha, ignoran el destacado hecho o divulgan noticias contrarias. Los diez años en el poder de Carlos Ménem (1989-1999) resultaron el preámbulo para […]
Pocas economías han logrado recuperarse de profundas crisis como lo ha hecho la de Argentina que hoy muestra grandes adelantos pese a que los medios de información, casi todos controlados por la derecha, ignoran el destacado hecho o divulgan noticias contrarias.
Los diez años en el poder de Carlos Ménem (1989-1999) resultaron el preámbulo para llevar al país hacia la debacle económica. Eran tiempos en que el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) obligaban a las naciones a ceñirse al Consenso de Washington cuyas prioridades eran el libre mercado, las privatizaciones y una globalización desmedida.
En 1998, durante un discurso en la Asamblea Ordinaria del FMI, su presidente Michel Camdessus (1987-2000) puso a Argentina como «ejemplo de las transformaciones» y a Ménem como «el campeón de las reformas».
En correspondencia con los postulados de los organismos financieros internacionales, de la OMC y de Estados Unidos, la administración Ménem abrió los servicios y la industria al capital extranjero y permitió la importación indiscriminada de mercancías.
Como el peso argentino tenía valor similar al dólar, los productos importados eran más baratos que los nacionales pero a la vez resultaba difícil exportar, lo que fue generando un alto déficit comercial que durante un tiempo se remedió con la venta de las empresas de servicios públicos.
Al ir desapareciendo el ingreso de capitales (no quedaban empresas que vender) se produjo un generalizado endeudamiento comercial y público pues hasta se privatizó el sistema estatal de jubilaciones y se remplazó por las Administradoras de Fondos de Jubilación Privada (AFJP).
Esta ofensiva de monopolización privativa, que también se impuso en el sector agropecuario, estuvo acompañada por los grandes medios de comunicación los cuales promovían que para llegar a la modernización absoluta había que prescindir de la agricultura familiar, la soberanía alimentaria y del cuidado de la biodiversidad.
Para finales de 1997 Argentina detuvo su expansión económica, se estancó y en 2001 entró en una abismal depresión cuando el ex presidente Fernando De la Rúa acabó de endeudar al país y prohibió el uso de los depósitos bancarios.
Estos episodios neoliberales dieron lugar a la paralización de los bancos y de casi todo del país; la declaración de moratoria de la abultada deuda; la devaluación del peso argentino y la represión de las manifestaciones, saldada con numerosos muertos.
El desempleo se situó en el 27 %, la deuda externa alcanzó decenas de miles de millones de dólares, el hambre y la miseria se extendieron por todo el territorio nacional (la mitad de los 37 millones) con las consecuentes muertes de menores, mientras la asimetría entre una minoría rica y la mayoría pobre se acentuaba.
Con la renuncia de De la Rúa y la llegada de Eduardo Duhaldé en enero de 2002 se comenzaron a implementar nuevas medidas económicas que se reforzaron con el triunfo de Néstor Kirchner en mayo de 2003 y continuaron con la presidencia de Cristina Kirchner a partir de 2007.
Se dejó fluctuar el peso argentino lo cual motivó facilidades a las exportaciones y disminución de las importaciones; al aumentar la actividad económica crecieron los impuestos impositivos con una mejor política de control fiscal; se impuso una retención a las exportaciones de productos agrícolas que se destinan a los programas sociales, se restableció la estatización del sistema de jubilación, y se procedió a un importante proceso cancelación de la deuda con el FMI, entre otras.
El programa gubernamental de Asignación Universal por Hijo ha ayudado a reducir la pobreza extrema entre los jubilados y los menores de edad. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) bajó al 3,5 % de la población (1 400 000 argentinos) mientras la pobreza afecta al 13,2 % (5, 280 000 ciudadanos) de los 18 000 000 que existían en 2003. Un informe del Ministerio de Trabajo, afirma que entre 2003 y 2009 se crearon como promedio de 580 000 puestos de trabajo anuales pese a la crisis económica mundial comenzada en Estados Unidos en 2008. El impulso continúa pues en el segundo trimestre de este año, el 32,8 % de las empresas solicitó personal.
Para el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, la desocupación continuará bajando y se reducirá al 6,5 % en diciembre de 2011, contra el 7,9 % actual
Cifras oficiales indican que la producción industrial en el primer semestre del año en curso fue 12,3 % superior a igual período anterior, aunque un análisis realizado por la Unión Industrial Argentina (UIA) la sitúa en 15,4 %.
En el sector agrícola, se espera que las exportaciones de soya y carne alcancen cifras históricas y las construcciones sobrepasarán los estimados.
En los primeros cinco meses de 2010 la economía creció 8 % y se espera que el año finalice con cerca del 7 % de aumento en su PIB, uno de los más elevados de América Latina.
Las reservas monetarias argentinas superan los 50 000 millones de dólares y se espera que el superávit comercial en 2010 alcance los 16 000 millones de dólares.
Pese a los grandes logros económicos alcanzados por los dos últimos gobiernos argentinos, que con sus medidas lograron sacar de la profunda crisis al país y disminuir los índices de pobreza, los medios de comunicación y los sectores derechistas no quieren reconocerlo. De por medio están, como es lógico, los intereses de los poderosos capitales.
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