Un sector de la oposición fuera de la postura oficial de la MUD, y dirigido por Voluntad Popular, posterior al intento de salir del gobierno a través de acciones de calle a principios de año, en su mayoría violentas, hoy enarbolan la bandera de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Examinando los últimos estudios […]
Un sector de la oposición fuera de la postura oficial de la MUD, y dirigido por Voluntad Popular, posterior al intento de salir del gobierno a través de acciones de calle a principios de año, en su mayoría violentas, hoy enarbolan la bandera de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.
Examinando los últimos estudios de opinión pública, entre ellos uno desarrollado por IVAD y que finalizó campo el 16 de septiembre, observo con sorpresa que ante el planteamiento de una convocatoria de este tipo, la población encuestada tiende a ser mayoritariamente favorable a la posibilidad de una nueva Asamblea Nacional Constituyente, lo que no responde el estudio es por qué, ya que irónicamente quienes hoy pretenden convocar, en su mayoría fueron adversarios de convocar la Asamblea Nacional Constituyente que derivó en la creación popular y soberana de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en 1999.
Una cosa de la que estoy seguro es que la categoría «Asamblea Nacional Constituyente» goza de buen prestigio porque el Presidente Chávez en su momento, y la decisión soberana del pueblo, le dieron la importancia necesaria al uso de un instrumento clave para desarrollar cambios de orientación en el plan de navegación del país, por lo tanto alguien que hable de Asamblea Nacional Constituyente hoy, sin duda disfrutará de las mieles de quien habla de la máxima expresión de democracia.
Sin embargo, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, desconociendo que nuestra actual Constitución apenas tiene 15 años, y que además la convocatoria a un proceso constituyente encabezado por el Presidente Hugo Chávez Frías, aún no se ha cerrado, y que de hecho existe una importante deuda en cuanto al desarrollo de procesos constituyentes en el sector de los trabajadores, o el desarrollo de una constituyente municipal tal como lo ha señalado permanentemente el PPT, por citar sólo dos ejemplos, es sin duda tratar de manipular una realidad que sólo se conoce con memoria histórica, y no por conveniencia política.
Pero más perverso aún es, pretender convocar a una Asamblea Nacional Constituyente sin por lo menos plantear algunas ideas fuerzas desde el plano constitucional que ponga a la opinión pública a discutir sobre el tema, por no decir que es absolutamente miserable afirmar que la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente resolverá de inmediato, o será la solución definitiva para el problema de la escasez, la devaluación, la inflación o el problema de inseguridad y violencia que existe en nuestro país, quien lo haga no sólo nos engaña, sino que nos ve cara de pendejos. Desde Marea Socialista, hemos discutido la necesidad de que convoquemos a la profundización del Proceso Constituyente iniciado en 1999, no estamos de acuerdo con una nueva Asamblea Nacional Constituyente en este momento.
Una de las causas de la crisis múltiple que vivimos hoy es de no haber profundizado los procesos constituyentes en cada sector social y económico, es por ello que hoy, ante una convocatoria engañosa, vacía, y que tiene como único objetivo salir del Presidente Maduro, nosotros le hablamos al país, no a los actores políticos del gobierno y la oposición, para abrir el debate sobre la necesidad de profundizar un proceso constituyente claramente delimitado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en el marco del empoderamiento constituyente, legítimo y constitucional que confronte una convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente manipulada por intereses trasnacionales, además de reclamar la inacción de nuestro gobierno ante la necesidad de garantizar las condiciones y formular los procesos más pulcros para que los procesos constituyentes pendientes se desarrollen sin exclusión, para todos los sectores la vida nacional, bajo el manto de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999.
El pueblo al final será el que tenga la última palabra.