La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha fracasado. En diciembre la Ronda de Doha cumple diez años sin nada que festejar1. Las negociaciones formales de la Ronda vencieron en 2005, sin acuerdo, y las negociaciones informales se estancaron en 2008. Conclusión, en diciembre habrá reunión oficiosa en Ginebra, pero no hay acuerdo para liberalizar el […]
La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha fracasado. En diciembre la Ronda de Doha cumple diez años sin nada que festejar1. Las negociaciones formales de la Ronda vencieron en 2005, sin acuerdo, y las negociaciones informales se estancaron en 2008. Conclusión, en diciembre habrá reunión oficiosa en Ginebra, pero no hay acuerdo para liberalizar el comercio entre sus 153 países miembros.
Las políticas y prácticas que regían hasta ahora el mundo global también han fracasado. La crisis del primer mundo hace crujir los fundamentos de la liberalización de los mercados y la movilidad de los flujos capital sin controles ni regulación, aunque algunos no parecen escuchar el ruido del derrumbe, sobre todo en Europa, que sigue empeñada en emparchar las grietas.
En la esfera estrictamente comercial, a falta de una acción concertada a nivel global, países pequeños y grandes han apelado desde el inicio de la crisis a medidas internas para tratar de hacer frente a sus efectos en la economía doméstica, desde restricciones a la importación hasta la intervención en el mercado de divisas y la manipulación de los tipos de cambio, todas medidas proteccionistas contrarias a las prácticas del modelo global.
De la experiencia surgida de los diez años de tropiezos de la Ronda de Doha, y las lecciones que va dejando la crisis del primer mundo, ese modelo ya no parece viable. Por el contrario la crisis ha impulsado o apresurado un sinnúmero de iniciativas de comercio bilateral o regional.
Algunas iniciativas se arman en torno a vecindades geográficas, como en el sudeste asiático y Asia oriental, varios de cuyos países compiten en los mismos sectores, o mantienen rivalidades históricas, que hacen difícil alcanzar acuerdos de libre comercio generales; de hecho se negocian a la vez varias iniciativas similares, que enfrentan obstáculos semejantes a los que surgieron en el seno de la OMC.
Otras se basan en afinidades o alianzas históricas, como la Unión Aduanera Común entre Belarús, Kazajstán y Rusia, ya vigente, y a la que podrían ingresar Tayikistán y Kirguistán. Esta unión es el primer paso de un proyecto ruso de integración muy ambicioso y complejo: la Unión Euroasiática, que va más allá de la esfera puramente comercial; similar a la Unión Europea.
Y finalmente aparecen otras agrupaciones, similares a la anterior, aunque sin el componente de la vecindad geográfica, que parecen conjugar intereses económicos y alianzas políticas. En este grupo está la Asociación Transpacífico (TPP), integrada por nueve países: Australia, Brunei Darussalam, Chile, Estados Unidos, Malasia, Nueva Zelandia, Perú, Singapur y Viet Nam, con el liderazgo de Estados Unidos, y al que negocian su ingreso Canadá, Japón y México.
En todo asociación multilateral hay siempre un miembro dominante, aun si ésta es estrictamente comercial, ni que decir cuando tiene componentes políticos. Hasta en la Unión Europa, que en los papeles concede igualdad a todos los miembros, está claro que Alemania y Francia llevan alternativamente la voz cantante.
En Asia del sur y oriental la cosa es más compleja; aunque China ejerce influencia sobre sus vecinos, esto difícilmente pase del ámbito comercial y es sumamente improbable que en la región alumbre un bloque económico-político o se admita el liderazgo político de un rival dominante.
Los tres grandes acuerdos de libre comercio que se negocian en la región Asia Pacífico son el Área de Libre Comercio de Asia Oriental y la Asociación Económica General para Asia Oriental, por un lado, y la TPP por el otro.
La diferencia entre ellos es que los dos primeros se integran exclusivamente por países asiáticos; China es uno de sus impulsores y Estados Unidos no es parte, ni podría serlo.
La TPP se integra en cambio por países del Arco del Pacífico y está abierta a cualquier país del Arco que solicite ser considerado miembro y que esté dispuesto a cumplir las normas del acuerdo de la TPP, que no están sujeto a cambios ni dispensas para nuevos miembros. Estados Unidos es el país dominante y por ahora China no es parte y parece difícil que pudiera serlo.
La participación china luce difícil considerada desde ambos lados. Desde la perspectiva china, ésta sostiene, por un lado, que Estados Unidos regresa al Pacífico para limitar el crecimiento económico chino y acotar su potencial influencia militar en el ámbito regional, y por otro lado que no está dispuesta a cumplir normas impuestas por otros2.
Visto desde la contraparte, Estados Unidos apuró la conclusión del acuerdo en general de modo que los potenciales nuevos miembros tendrán que aceptar sus normas como están, algunas de las cuales están hechas a la medida de Estados Unidos, y no dejan resquicios para el ingreso del gigante asiático.
El acuerdo de la Asociación Transpacífico (TPP) comprende3:
Cuestiones básicas: acuerdos de comercio tradicionales, incluidos el comercio de bienes indutriales, productos del agro y textiles, así como normas de propiedad intelectual, obstáculos técnicos al comercio, trabajo y medio ambiente.
Cuestiones transversales que no formaban parte de acuerdos de comercio previos, como la compatibilización de sistemas regulatorios de los países miembros de la TPP para que las empresas estadounidenses puedan operar sin tropiezos en los mercados de la TPP y asistencia para que las pequeñas y medianas empresas innovadoras que crean trabajo participen más activamente en el comercio internacional
Nuevas cuestiones comerciales emergentes: comercio e inversiones en productos y servicios innovadores, incluidas las tecnologías digitales, y mecanismos para garantizar que las empresas de propiedad estatal compitan de manera equitativa con empresas privadas, y que no se distorsione la competencia de modo que las empresas y trabajadores estadounidenses queden en desventaja.
La TPP tiene además un atributo singular: la mayoría de los países de Asia Pacífico miembros del acuerdo, mantienen con Estados Unidos tratados o compromisos de cooperación en el campo militar y de la seguridad. Estados Unidos tiene bases militares en Australia, Japón y Corea del Sur, este último país potencial candidato para la TPP.
Con Brunei, Malasia y Singapur lleva 17 años ininterrumpidos de ejercicios militares conjuntos en el Mar del Sur de China en el marco de la Cooperación para la Instrucción y Respuesta Marítima (CARAT), y negocia actualmente con Singapur la instalación de un apostadero naval para sus nuevos buques de guerra clase LCS (Littoral Combat Ships) 4 en la Base Naval de Changi5.
Otros potenciales miembros de la TPP son Colombia, Tailandia y Filipinas; con los que Estados Unidos también mantiene acuerdos de cooperación, respaldo logístico y entrenamiento militar.
Finalmente, otro aspecto a tener en cuenta es que los miembros de la TPP están apurando el paso; recientemente anunciaron en la Cumbre de la APEC en Honolulu la conclusión del acuerdo en general y la decisión de dar forma final en breve a cuestiones de detalle pendientes, con la intención de firmar el acuerdo definitivo en 2012.
Como ya se mencionó, la TPP sigue la línea de la Unión Aduanera Rusa y ambas iniciativas -si la TPP se concreta- parecen perfilar el modelo de los bloques económicos futuros, basados en acuerdos comerciales y alianzas sobre otros intereses y afinidades comunes.
(*) Analista y Consultor Internacional
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.