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Avances y carencias de las políticas públicas de bienestar social en España (IV)

Fuentes: Fundación Sindical de Estudios

Las políticas de bienestar social Las anteriores comparaciones del estado de situación de nuestro gasto social publico en relación a la Unión Europea, debe evitar interpretaciones catastrofistas, de la índole de que «en España no tenemos un Estado de bienestar social digno de tal consideración». Por ello, aunque para la mayoría sea una realidad conocida, […]

Las políticas de bienestar social

Las anteriores comparaciones del estado de situación de nuestro gasto social publico en relación a la Unión Europea, debe evitar interpretaciones catastrofistas, de la índole de que «en España no tenemos un Estado de bienestar social digno de tal consideración». Por ello, aunque para la mayoría sea una realidad conocida, conviene recordar de donde partíamos y lo que hemos logrado desde 1977 a la actualidad.

La construcción de un moderno Estado de bienestar social se inicio en España con el primer gobierno democrático de la UCD, a través de :

– La voluntad política y consenso social, materializado en los Pactos de la Moncloa. – El inicio de la reforma fiscal, razonablemente progresista. – El inicio de la modernización de la administración publica. – El impulso a la modernización del sistema productivo y al incremento de la competitividad y productividad de la economía española. – La reforma institucional de las entidades de Previsión y Seguridad Social.

El nuevo sistema de protección social se articulo en gran medida en torno a la Seguridad Social, con un fuerte componente contributivo y con una financiación sobre todo de las cotizaciones sociales.

La coincidencia temporal entre la construcción del sistema de bienestar social y el desarrollo de la nueva configuración política y administrativa del Estado autonómico, con importantísimas competencias en materia de política social en el ámbito autonómico y, en menor medida, Local, van a añadir elementos novedosos y sin duda muy complejos, al modelo de Estado de bienestar social español. Realidad esta que no siempre hemos sido capaces de valorar en su justa medida.

Los gobiernos socialistas de la década de los 80, dieron un importante, aunque desigual, impulso al desarrollo del Estado de bienestar social:

– Reforma educativa, con la universalización y dignificación de la Enseñanza Publica. – Reforma del modelo de atención sanitaria, con la practica universalización de la Sanidad Publica y ampliación de los derechos sanitarios. – Desarrollo de una programas activos de fomento del Empleo y ampliación de la protección al desempleo. – Creación paulatina de programas y equipamientos de servicios sociales. – Consolidación del sistema contributivo de pensiones y reconocimiento del sistema no contributivo. – Aparición de una 3ª red de protección a la marginación social, a través de los salarios sociales. – Desarrollo progresivo de programas y servicios de atención a las personas con discapacidad.

En la primera mitad de la década de los 90 se consolido lo anterior y se avanzo en algunos aspectos cualitativos: – Desarrollo de planes horizontales (Infancia, Juventud, migración, igualdad de oportunidades de la mujer, gerontológico, drogadicción, plan concertado de servicios sociales básicos, integración social de las personas con discapacidad, plan gitano, etc).

– Desarrollo paulatino de programas de atención a los refugiados e inmigrantes. – Apoyo al movimiento asociativo en una triple vertiente de reconocimiento de ámbitos permanentes de participación institucional, apoyo económico para su funcionamiento asociativo, impulso a la participación en la gestión de programas. – Transferencia de competencias de gestión a las Comunidades Autónomas.

El esfuerzo de construir un Estado de bienestar social en menos de dos décadas, cuando otros Estados lo han hecho en cuatro o cinco décadas, si bien ha sido fruto de voluntades y decisiones políticas, también hay que decir que una parte muy importante de esos logros, hay que imputársela a los Sindicatos y a otras organizaciones sociales, que con sus reivindicaciones, su presión constante, sus movilizaciones puntuales y su capacidad de negociación, han sido un permanente acicate para el impulso de las políticas sociales.

Pero nuestras justas criticas a las carencias de las políticas sociales, han silenciado o colocado en un segundo plano la adecuada capitalización, al menos por parte de CCOO, de nuestra importante contribución a los avances sociales.

Adjunto a la Secretaría de Política Social de la Confederación Sindical de CC.OO.