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Entrevista a Heinz Dieterich

Bachelet, Kirchner y Lula y la integración bolivariana

Fuentes: Diario La Tercera (Chile)

Ud. es catalogado como uno de los asesores más cercanos a Hugo Chávez. ¿Cómo se gesta el acercamiento entre ambos? Soy amigo del Presidente, no asesor, desde que lo conocí personalmente en 1999. Desde el primer momento que nos vimos en el Palacio de Miraflores tuve la impresión que se trataba de una persona honesta […]

Ud. es catalogado como uno de los asesores más cercanos a Hugo Chávez. ¿Cómo se gesta el acercamiento entre ambos?

Soy amigo del Presidente, no asesor, desde que lo conocí personalmente en 1999. Desde el primer momento que nos vimos en el Palacio de Miraflores tuve la impresión que se trataba de una persona honesta y capaz, que merecía el apoyo internacional. Lo apoyé, como apoyé en su momento a Salvador Allende, los Sandinistas, Cuba y la Revolución Vietnamita. Hasta el día de hoy considero que este juicio ha sido correcto.

Más allá de lo personal pensé que su Proyecto Histórico era la mejor esperanza para las mayorías y la Patria Grande en las condiciones contemporáneas de América Latina. Tampoco me equivoqué en esto. Se trata del desarrollismo estatal europeo-asiático, inventado por los británicos hace doscientos años, seguido por Alemania, Japón, los Tigres asiáticos y China. En América Latina es el modelo de Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil, Lázaro Cárdenas en México y Salvador Allende en Chile.

En 2005 Ud. afirmó que la implantación del Socialismo del Siglo XXI «no vulnerará a la empresa privada». ¿Cómo se entiende entonces el proceso de nacionalizaciones emprendido por Chávez?

Todas las economías existentes son economías mixtas con tres formas de propiedad principales: la privada, la estatal y la social. Y en todas estas economías el Estado tiene el derecho constitucional de adquirir, expropiar, confiscar o nacionalizar propiedades privadas o sociales, cuando el bien de la comunidad así lo requiere y cuando el procedimiento respectivo se realiza dentro de la ley y con la debida indemnización. Todas estas estipulaciones jurídicas han sido cumplidas estrictamente en Venezuela.

Desde el punto de vista de la ciencia económica, una estatización de otras formas de propiedad tiene sentido en cuatro casos: 1. para fomentar la integración y el desarrollo de la nación; 2. para permitir al gobierno ingresos que son necesarios para financiar el Estado de bienestar; 3. por razones de seguridad nacional y, 4. cuando una empresa viola repetidamente las leyes o es malhabida. Todas las estatizaciones en Venezuela obedecen a esta lógica de la economía de mercado.

En el tan cacareado caso de la empresa mediática RCTV y su dueño Marcel Granier se trata de un delincuente empresarial que participó en el golpe militar contra el gobierno constitucional de Hugo Chávez, el 11 de abril del 2002; que tiene años sin pagar impuestos y que en su soberbia de poder ahora pretende desconocer la base jurídica de la economía de mercado: la diferencia entre la propiedad y la posesión de un activo económico. Tiene en arrendamiento (leasing) un bien del Estado (el espectro electromagnético), y al terminar el contrato quiere apropiarse ilegalmente de él, esperando que el apoyo de Washington, de la SIP y de los medios oligárquicos le permitan esa operación de enriquecimiento ilegal.

¿Qué opinión le merecen Kirchner, Lula y Bachelet?

Kirchner ha perdido la hegemonía del proceso argentino. No ha logrado construir una base social comprometida con él y está siendo desmontado paso a paso por la oligarquía mediante una serie de microgolpes, como la desaparición de Julio López y la paulatina destrucción de la base sindical del «Negro» Moyano, único apoyo social orgánico que tiene. Dudo mucho que el intento de última hora, de mimetizar a la corriente bolivariana hemisférica, convertir a la senadora Cristina Kirchner en una especie de Evita Perón-Manuel Sáenz renacida y apoyarse en la comunidad judía internacional, tendrá éxito.

Lula ha aprovechado con enorme éxito el escaso margen de maniobra que la gran burguesía paulista le concedió hace cuatro años y tiene ahora más poder político que cualquiera de sus antecesores en los últimos veinte años. Tendrá que controlar a las fuerzas antibolivarianas dentro y fuera de su gobierno y ser muy hábil, porque los nuevos gobiernos populares-bolivarianos no tolerarán más la explotación del subimperialismo brasileño —ni tampoco del argentino—, por ejemplo, a través de Yaciretá, Itaipú y Petrobrás. Con todo, Lula está fuerte y aprovecha que Brasil es el único país latinoamericano con tecnologías de punta, un poder territorial-demográfica-militar considerable, una Argentina desaparecida de la política internacional y una posición singular frente a Washington. Podemos esperar más protagonismo latinoamericano y latinoamericanista y una política desarrollista con mayor componente popular, para equilibrar el abrumador poder de la gran burguesía.

Michelle Bachelet es una persona respetable, pero no tiene poder. En Chile gobiernan las tres fuerzas hegemónicas de siempre: la elite económica, la Fuerza Armada y el alto clero. Duele decirlo con una parafrase económica, y lo digo sin afán de herir a nadie, pero es lo más exacto: Michelle Bachelet no es el Chief Executive Officer (CEO) de la empresa sino, esencialmente, una imagen corporativa.

El año pasado Ud. denunció que militares chilenos estaban involucrados en una eventual conspiración contra Evo Morales. Posteriormente afirmó que Chile era el «peón en la subversión de Bush contra Chávez y Morales». ¿Por qué Chile merece un análisis tan negativo de su parte?

Chile es un país que quiero mucho y, sin duda, no merece un análisis «negativo». No, mi análisis se refiere a un sistema político que persigue brutalmente a los dueños originarios de la tierra, los mapuches, al mismo tiempo que permitió que un genocida como Pinochet muriera en la cama y que el ejército le diera una despedida «en calidad de comandante en jefe benemérito».

Un entierro, en el que el Jefe del Ejército, el general Oscar Izurieta, ha confiado en que la muerte de Pinochet ayude a mitigar «las pasiones que genera su vida y obra». «Dejemos a la historia un examen objetivo y justo respecto a su protagonismo en los procesos políticos, económicos y sociales en los cuales le cupo participación», ha afirmado Izurieta. En otro momento de su intervención, dijo que las violaciones de Derechos Humanos fueron el aspecto más «controvertido» de la gestión de Pinochet.

«Pasiones», «examen objetivo» y aspectos «controvertidos». El lenguaje delata la apología del terrorismo de Estado. Y es el mismo general que presentó el 17 de agosto del 2006 al entonces Comandante General del Ejército de Bolivia, Freddy Bersatti, «la oferta del Ejército de Chile de abrir sus escuelas al Ejército boliviano y a sus integrantes». ¿Y que le van a enseñar los militares chilenos a sus homólogos del altiplano? Si no es lo que aprendieron con Pinochet: desde la Operación Condor hasta la colaboración con las fuerzas militares de la OTAN en la guerra de las Malvinas.

Entonces, no se trata, de ninguna manera, de un análisis «negativo» del hermano país y pueblo chileno, sino la constatación de determinadas políticas de instituciones de la dictadura militar en la revolución latinoamericana que vivimos. En este contexto sería bueno que la Presidenta Bachelet mandara investigar una visita de dos generales del Ejército chileno a La Paz, unas tres semanas antes del pretendido golpe militar del 11 de octubre, contra Evo Morales, y que se desplazaron hacia el centro de la conspiración, Santa Cruz, para reunirse con el Comité Cívico y el Prefecto faccioso del Departamento de Santa Cruz.

¿El avance de la «Revolución Bolivariana» y el «Socialismo del Siglo XXI» no admite que haya otro tipo de proyectos en la región, como el de Uribe en Colombia, el de García en Perú y el de Bachelet en Chile, el «Eje del Mal del Pacífico», como Ud. lo llamó?

Sí, hay diferentes proyectos. Su viabilidad depende en gran medida, de cómo y cuándo Estados Unidos logre salir de Irak e Irán. El proyecto de Uribe está seriamente debilitado por cuatro razones: a) el fracaso de su plan de contrainsurgencia contra las FARC; b) su vinculación con los narcoparamilitares; c) la aparición del Polo Democrático Alternativo y, d) su creciente conversión en una hipoteca para el imperio, que podría prescindir de sus servicios en determinado momento, como sucedió con Pinochet.

Alan García no tiene un proyecto, más allá del poder propio. Llegó al gobierno por el miedo de Bush y de la oligarquía peruana a Ollanta Humala. Pegó a Chávez para subir y ahora busca su apoyo para mantenerse de pie, porque Bush y la oligarquía no le dan lo que necesita. Es débil y patético.

Bachelet también es débil, pero estable, porque: a) no disputa el poder a los amos del país; b) porque no existe una alternativa popular-bolivariana o socialista del Siglo XXI en la Patria de Neruda y Allende, ni en lo colectivo ni en los liderazgos individuales y, c) tiene una economía competitiva dentro de algunos nichos del mercado mundial. Su gobierno será, lamentablemente, un gobierno sin pena ni gloria.

Tanto Chávez como Rafael Correa (Presidente de Ecuador) utilizan a menudo su concepto de «Socialismo del Siglo XXI». ¿Cómo podría resumir este concepto?

El ser humano existe dentro de cuatro relaciones sociales básicas: la económica, la política, la militar y la cultural. «Socialismo del Siglo XXI» o «Democracia Participativa», que son sinónimos en mi teoría de la civilización global postcapitalista, significan que las mayorías tengan el mayor grado de decisión históricamente posible en las instituciones económicas, políticas, culturales y militares, que rigen su vida. En lo económico significa la sustitución de la economía de mercado crematística por una economía política sustentable, orientada en las necesidades básicas de la población; el valor (time inputs) como principio operativo y de contabilidad; la equivalencia como sistema de intercambio y la incidencia real de los ciudadanos y trabajadores a nivel macroeconómico (nación), mesoeconómico (municipio) y microeconómico (empresa).

Ud. ha dicho que en Venezuela «se han creado condiciones para construir el Socialismo del Siglo XII». ¿Cuáles son esas condiciones? ¿Cree que se pueden replicar en otros países de la región?

Menciono solo algunos. Casi dos tercios de la población votaron por el Presidente en diciembre del 2006, con pleno conocimiento de su intención de llegar al Socialismo del Siglo XXI. Esto es un mandato sustancial y un voto de confianza para la bandera política del Presidente, de parte de los ciudadanos. El parlamento está sólidamente detrás del Presidente, gracias al autismo subversivo de la oposición. Los avances del sistema educativo, de la salud, de la economía —tres años de crecimiento del PIB de 10 por ciento— del combate a la pobreza y de la conciencia del pueblo, han sido notables.

Existe también una cultura del debate político entre los ciudadanos que hace cinco años era impensable. La creación de los consejos comunales es un paso extraordinario para involucrar a las mayorías en la administración de la riqueza social de la nación. La integración económica y política latinoamericana parecen ya imparables y la destrucción de la Doctrina Monroe es una posibilidad real, por primera vez en doscientos años. Las Fuerzas Armadas ahora son confiables y la capacidad de defensa militar convencional e irregular ha dado un salto cualitativo. Varios sectores claves de la economía nacional están en manos del Estado o de cooperativas, entre ellos: el Estado mismo; PdVSA; CVG; CANTV; el Banco Central; la distribuidora Mercal y más de cien mil cooperativas.

Crear las circunstancias para iniciar la transición al Socialismo del Siglo XXI requiere de dos condiciones: a) un proyecto histórico encabezado por un líder popular que logre la legítima adhesión de las mayorías y, b) una democracia burguesa constitucional en la cual no hay golpes militares. En todos los países latinoamericanos donde se dan las dos condiciones se pueden desarrollar proyectos del tipo de Hugo Chávez o Rafael Correa.