Los he visto llegar, desembarcar exhaustos, temblar ante el flagelo que en sus carnes restalla la inhumana inclemencia del sol y del verdugo. Y a pesar del castigo y la fatiga… bailan. Los he visto al rigor de la cadena esclavos, llorar ante el recuerdo que en sus memorias guardan la nostalgia africana de un […]
Los he visto llegar, desembarcar exhaustos, temblar ante el flagelo que en sus carnes restalla la inhumana inclemencia del sol y del verdugo. Y a pesar del castigo y la fatiga… bailan.
Los he visto al rigor de la cadena esclavos, llorar ante el recuerdo que en sus memorias guardan la nostalgia africana de un tambor y otras playas. Y a pesar de la pena y el silencio… bailan.
Los he visto cargar sobre sus hombros sueños que hicieron grandes mitos de holgazanes y parias, siempre marcando el paso del desarrollo ajeno. Y a pesar de la carga y el trabajo… bailan.
Los he visto caer, quebrarse contra el suelo, morir bajo los perros, arder en las hogueras, desmembrados a tajos de cristianos canallas. Y a pesar de la muerte y de ellos mismos… bailan.