Las acciones del grupo fundamentalista Estado Islámico (EI) o Daesh en árabe, no sólo genera dolor y muerte en la población siria e iraquí, donde opera militarmente, sino que da cuenta también de la errática conducta política y militar de Estados Unidos y sus aliados, que avalaron el surgimiento y desarrollo de estas bandas terroristas […]
Las acciones del grupo fundamentalista Estado Islámico (EI) o Daesh en árabe, no sólo genera dolor y muerte en la población siria e iraquí, donde opera militarmente, sino que da cuenta también de la errática conducta política y militar de Estados Unidos y sus aliados, que avalaron el surgimiento y desarrollo de estas bandas terroristas y que hoy tratan de aplacar.
La Organización de las Naciones Unidas – ONU- a través de la Jefa de Derechos Humanos de esta organización Internacional, Navi Pillay, condenó al movimiento Takfirista Estado islámico señalando que «graves y espantosas violaciones de los derechos humanos están siendo cometidas diariamente por este grupo terrorista y grupos armados asociados … tales matanzas de civiles a sangre fría, sistemáticas e intencionadas después de señalarlos por su filiación religiosa, étnica o sectaria puede resultar en crímenes de guerra y contra la humanidad» sostuvo Pillay en un comunicado emitido en Ginebra.
Cria cuervos y…
Las declaraciones de Pillay signan el peligro que entraña la acción de un movimiento surgido al amparo de la ocupación militar estadounidense en Irak en el año 2003 y vinculado en su origen a Al Qaeda. Tras la decisión de Estados Unidos y sus socios israelíes y sauditas, principalmente, de derribar al gobierno sirio de Bashir al Assad, no dudaron en utilizar a Daesh como un grupo más, dentro de la coalición opositora siria, para precipitar la caída del gobierno de Damasco. Para ello, los armaron, entrenaron, dieron sustento logístico, político y diplomático. Incluso, el ex candidato presidencial estadounidense, el Senador John McCain, en visita a las regiones dominadas por los rebeldes sirios se reunió con el actual jefe y autodenominado Califa Ibrahim, el terrorista Abu Bakr al Baghdadi.
Esta información, dada a conocer por el periodista francés Thierry Meyssan – que califica a McCain como el Primer Califa – no ha sido desmentida por Washington y consigna además que «el 4 de febrero de 2011, la OTAN organizó en El Cairo una reunión presidida por McCain para iniciar la Primavera Árabe en Libia y Siria… posteriormente, en mayo del 2011 el senador republicano, en encuentros ilegales en territorio sirio se reunió con uno de los terroristas más buscados por occidente: Abu Bakr al Baghdadi (el califa Ibrahim) como también con Salim Idriss, miembro del Ejército Libre de Siria con quien McCain aparece fotografiado en el país levantino». Esta gravísima acusación es indicativa del papel jugado por Estados Unidos en la consolidación de grupos extremistas como ISIS, el Frente al Nusra y el Ejército Libre Sirio.
Por su parte, la ex Primera Dama estadounidense y ex Secretaria de Estado, Hillary Clinton, en sus memorias políticas -Hard Choices- da cuenta de la instrumentalización ejercida por Washington de los grupos insurgentes contra el gobierno Sirio. Como también su crítica a la política exterior de Obama, la que califica de errada pues condujo al fortalecimiento del conocido en ese entonces como Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS) actual Estado Islámico, que bien sabía Estados Unidos que provenía del tronco de Al Qaeda. «Si Washington hubiera financiado y armado antes y mejor a los insurgentes sirios (no radicales como ISIS) cuando empezaron las protestas contra al Assad, el Estado Islámico no estaría avanzando en Oriente Medio», señaló Hillary Clinton a la revista The Atlantic concluyendo que Washington permitió que el Estado islámico llenara un espacio vacío, que Washington fue incapaz de llenar.
Misma ceguera que permite la intensificación del secuestro de periodistas, funcionarios de organismos de defensa de derechos humanos o miembros de Misiones de las Naciones Unidas como ha sucedido con los Cascos Azules retenidos en los Altos del Golán. En el caso de la situación vivida con el estadounidense James Foley, veterano periodista en primera línea de combate en conflictos armados, ya había sido secuestrado en Libia el año 2011. Tras dos meses de cautiverio a manos de fuerzas ligadas al ex Dictador Muhammad Gaddafi, fue liberado y encaminó sus pasos a Siria donde en noviembre del año 2012 fue nuevamente secuestrado, en esta ocasión a manos del grupo yihadista Daesh, quien finalmente ejecutó al profesional.
Hasta el momento, las especulaciones con relación a la identidad del asesino de Foley señalan que probablemente sea de origen británico. La prensa inglesa, a través del dominical The Sunday Times ha ido más allá y sindica como verdugo de Foley al otrora rapero Jihadi John (Abdel Majed Badel Bary, residente en el barrio londinense de Maida Vale.
Los hijos putativos de las potencias occidentales suelen resultar peor remedio que la enfermedad. La muerte de James Foley a manos de un miliciano de DAESH prendió las alarmas de Inglaterra, que reconoce en esa ejecución la posible mano de un ciudadano inglés. Situación advertida no sólo a Londres, sino también a París, Madrid, Alemania y los propios Estados Unidos, que han engrosado con ciudadanos de esos países las filas de este engendro fundamentalista.
El medio Daily Mail, citando a Bouthaina Shabaan, asesora del Presidente Sirio, señaló que la ejecución de Foley se llevó a cabo hace un año atrás y que el video de la muerte del periodista podría haber sido una puesta en escena. Familiares y colegas de Foley negaron esta posibilidad e incluso el Presidente de Global Post, Phillip Balboni, medio para el cual trabajaba Foley sostuvo que «es una desgracia que estas informaciones hayan sido publicadas».
Esos secuestros concitan la atención de los medios de comunicación pero no muestran en toda su dimensión el drama humano de millones de Sirios que han tenido que abandonar su hogares para huir de la barbarie de los grupos fundamentalistas como el estado islámico o el frente al Nusra. A los cuales no les va en saga el autodenominado Ejército Libre Sirio. Todos ellos armados, entrenados, financiados con dinero salafista, cuyo origen se encuentra, principalmente, en la Casa Al Saud.
Objetivo: fragmentar Irak
La supuesta ceguera al intentar derrocar a toda costa al gobierno de Damasco, teniendo como fondo la desestabilización de Irán, hizo correr a raudales los dólares de las Monarquías del Golfo, el apoyo logístico de Jordania y Turquía y el trabajo de inteligencia del Mossad israelí. Pudo más el deseo, las ansias, los intereses económicos y la voluntad de intensificar el ataque contra Siria, que los peligros que entraña el fortalecer y extender el teatro de operaciones de grupos, que finalmente terminan desestabilizando toda la región.
Ello hace sospechar, igualmente, que detrás de ese aparente error se encuentra el objetivo mayor de crear bantustanes a lo largo de Medio Oriente. Generar el caos, desatar los monstruos del terror para luego cosechar lo que quede de la hecatombe y ejercer un dominio geopolítico en la región, que es el objetivo de la política del Leading From Behind estadounidense. Prueba de este trabajo de fragmentar Oriente Medio, no sólo con Siria y Palestina -devenida esta última ya en dos bantustanes conocidos como Franja de Gaza y Cisjordania- es la incorporación de Irak y sus crónicas crisis políticas que han sentado las bases para la clara fragmentación del país.
Ello aclara el porqué de la apatía y desinterés estadounidense de detener el avance yihadista, a pesar de los crímenes cometidos en territorio sirio y permitirles apoderarse de vastas zonas del norte iraquí, incluyendo ricas zonas petrolíferas, para ir concretando esta idea peregrina de un califato que vaya desde Irak al Levante mediterráneo.
Daesh, una agrupación fundamentalista radical, que habla de la Yihad y declara que todo aquel que no se convierta al islam es enemigo, no ha emitido declaración alguna de guerra contra Israel, que se supone es el gran enemigo a combatir, más aún cuando atacaba a sus hermanos en la fe en Gaza. Influye en ello, tal vez las informaciones que señalan el hecho que su líder Abu Bakr al Baghdadi se formó al amparo del Mossad israelí, con apoyo del Reino Hachemita para circular libremente por terrenos controlados tanto por Amman como Tel Aviv, elementos que explicarían por que atacar principalmente a musulmanes y no a enemigos seculares.
¿Por qué hoy Washington ataca a Daesh y no lo hizo antes que se fortaleciera? Para analistas como Nazanin Armanian se trata de una macabra estrategia de la administración de Obama, «la apuesta personal de Obama para mantener la unidad de Irak y evitar su desintegración nunca le gustó ni a Israel ni a los republicanos que optan por desmembrar los Estados fuertes y /o grandes y crear pequeñas colonias controlables: la ex Yugoeslavia, Sudán son el resultado y Siria e Irak van en camino… para cumplir ese plan los Halcones de Washington elaboraron otra estrategia: «Dejar que Estado Islámico arrasara el norte del país, matara a cientos de inocentes, llegara a pocos kilómetros de Bagdad para, entre otros objetivos, seguir manejando la política en la aún capital Iraquí».
En ese plano, Obama ordenó ataques -bajo el supuesto de proteger la vida de cristianos y yazidies perseguidos por EI- pero que iban dirigidos más bien a proteger algunas decenas de soldados estadounidenses y a sus socios kurdos, en la zona de Erbil, la capital de la región autónoma kurda donde, sintomáticamente, se encuentra el 0,6% de las reservas de crudo del planeta y el 90% de las reservas de gas de Irak y donde operan compañías como Exxon Mobil y Chevron. Ríos de oro negro más importantes que detener los ríos de sangre que han corrido por Irak. Eso no se dice, aunque es vox populi.
Para el periodista del diario The Independent, Robert Fisk, el mandatario estadounidense tampoco dijo nada acerca de su aliado, Arabia Saudita «cuyos salafistas son la inspiración y la recaudación de fondos para las milicias sunnitas de Irak y Siria, al igual que lo fueron para los talibán en Afganistán. El muro entre los saudíes y los monstruos que crean -y que Estados Unidos ahora bombardea- se debe mantener tan alto como invisible. Esa es la medida de disimulo estadounidense en este último acto de duplicidad. Obama está bombardeando a los amigos de sus aliados saudíes -y enemigos del régimen de Al Assad en Siria, por cierto-, pero no lo dirá. Y sólo por si acaso, él cree que Estados Unidos debe actuar en defensa de su consulado en Erbil y la embajada en Bagdad».
Esta conducta muestra que no importan los pobres adoradores del «ángel demonio» los cristianos o la persecución de minorías étnicas y religiosas cuando está en juego el petróleo. La suprema hipocresía de la conducta del gobierno estadounidense -definida así por Robert Fisk- incapaz de detener la masacre en Gaza o en Siria, llama al mundo a compadecerse de yazidies y cristianos. El doble rasero de las potencias occidentales lanza unas cuantas bombas en un monte donde se guarecen unos centenares de yazidies pero no detienen el lanzamiento de miles de bombas sobre territorio palestino.
Obama, tras llamar a consultas a su Consejo de Seguridad Nacional y constatar que día a día da palos de ciego con su política en Irak, pide hoy formar una alianza regional, que permita enfrentar el peligro que presenta Daesh. Es decir, quien ayudó a la consolidación de los grupos terroristas teniendo como objetivo derrocar al gobierno de Bashar al Assad en Siria, requiere que Arabia Saudita, Turquía, Jordania, Israel y las Petromonarquías del Golfo Pérsico, vuelvan a ayudar al pago de las facturas de su intervención en Oriente Medio. Que sigan entregando apoyo, ahora a grupos menos radicales, financiamiento, bases terrestres de entrenamiento, apoyo diplomático que permita combatir al hijo putativo llamado Daesh.
Estados Unidos y sus aliados han mostrado su cara más errática en materia de política exterior pero, sin perder el norte, el objetivo final de este zig-zag intervencionista: fragmentar a los países de Oriente Medio, cercar a Irán, crear un entorno de regímenes que no amenacen la política expansionista israelí e impidan la presencia rusa y China en la zona de tal forma de procurarse los recursos naturales, petróleo y gas, además de un mercado seguro para el complejo militar industrial estadounidense y sus aliados occidentales.
La campaña en Irak contra Daesh se muestra día a día como lo que advertimos en trabajos anteriores: una cortina de humo, para sacar Israel del centro de las condenas internacionales por sus acciones en Gaza, tratar de apaciguar las críticas internacionales a la política exterior de Washington, mostrándose como un defensor de los «derechos humanos» y sobre todo salvaguardar las zonas de explotación hidrocarburifera que le proporciona dos objetivos: impedir el corte del suministro de petróleo a Occidente y al mismo tiempo buscar alternativas al suministro de gas ruso a Europa a través de los yacimientos de gas en la región kurda iraquí. Si en la consecución de ese objetivo hay que desmembrar, fragmentar y balcanizar a Irak, tanto mejor y en ello la opinión de yazidies, cristianos, suníes, chiitas o kurdo, vale menos que un barril de petróleo.
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