El nivel de equidad de un país es decisivo para su desarrollo a largo plazo, afirmó el economista jefe y vicepresidente de Desarrollo Económico del Banco Mundial, François Bourguignon.
Al presentar el Informe sobre Desarrollo Mundial 2006 en la sede del Banco en Washington, Bourguignon afirmó que «existe una complementariedad entre la equidad y la tasa de crecimiento» económico, y que «al generar mayor equidad, podemos generar una sociedad más eficiente».
El Informe sobre Desarrollo Mundial es una publicación anual del Banco que refleja la opinión y las recomendaciones de los economistas de esta institución multilateral. En esta ocasión, lleva por título «Equidad y desarrollo».
El presidente del Banco, Paul Wolfowitz, consideró que la equidad puede definirse como «igualdad de oportunidades» en «salud, educación y nivel de consumo» al margen de «raza, género, entorno social y familiar o país de nacimiento».
El informe apela a varios ejemplos para argumentar que la equidad tiene consecuencias en el desarrollo de un país. Uno de los principales es el de un niño y una niña sudafricanos nacidos el mismo día, pero cuyas vidas son radicalmente diferentes.
La niña es negra y vive en el área rural con su familia pobre. El niño es blanco y vive en Ciudad del Cabo. Su familia es adinerada. La niña tiene una esperanza de vida de 50 años, y el niño, de 68. A la niña le espera, según las estadísticas, un año de educación formal, y al niño, 12.
En cuanto a los diversos países, el informe compara la mortalidad infantil de Estados Unidos (siete muertos en el primer año de vida cada 1.000 nacimientos) con la de Malí (126).
El estudio analiza también el papel del estigma social y los estereotipos en la calidad de vida de las personas.
En ejercicios presentados a niños y niñas de India, como simples laberintos, el rendimiento caía cuando se anunciaba ante todos los competidores la pertenencia de los competidores a las castas inferiores determinadas por ciertas ramas de la religión hindú.
«Si una inhibición similar del talento ocurre en el mundo real, implica una pérdida de resultado potencial a causa del estereotipo social», indica el informe.
El mercado es un mecanismo que puede solucionar el problema, pues la inequidad ocurre en mayor medida «en mercados inexistentes o imperfectos». «Corregir las fallas de mercado es la respuesta ideal», agrega el estudio.
Pero tal postura dista mucho de ser unánime.
«El Banco Mundial tiene en su escaparate contradicciones fundamentales a la vista de todos», dijo el activista Soren Ambrose, de la red Cincuenta Años son Suficientes, dedicada a la «democratización» de esa institución multilateral y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
«Brasil es mencionado como ejemplo de menor equidad, y se trata de un país en que se han practicado las políticas de mercado del Banco. En su propio informe, el Banco figura como un espectador, cuando sus políticas son grandes responsables de la inequidad», explicó Ambrose.
Al mismo tiempo, los países escandinavos son puestos como ejemplo de éxito en materia de bienestar social.
«Pero esos países han podido asignar gastos sociales de modos vedados a África, dadas las condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) al gasto en salud y educación», dijo Rick Rowden, analista político de la organización humanitaria estadounidense ActionAid USA.
«La privatización de los servicios de agua, salud y educación los hace inaccesibles para los pobres. Eso significa que, en una economía que promueve las privatizaciones, los pobres y los ricos no tienen las mismas oportunidades», afirmó Rowden.
«Si la meta es la equidad y la igualdad de oportunidades, no será a través de las políticas privatizadoras del FMI y el Banco Mundial», agregó.
El estudio afirma que las mujeres tienen menos posibilidades que los hombres, como consecuencia de las diferencias de rol establecidas por la sociedad.
«A menos que haya políticas en favor de los pobres, de los cuales las mujeres son mayoría, nada cambiará en la realidad», dijo a IPS Ritu Sharma, de la red Women’s Edge Coalition.
«Instituciones como el Banco Mundial deberían realizar investigaciones antes de lanzar sus programas, para asegurarse de que sus políticas favorezcan a los pobres. Es lógico, de sentido común. Después de todo, se supone que el Banco cuenta con los mejores economistas», añadió.
Lo que el informe plantea, según los críticos del Banco Mundial, sólo podrá convertirse en realidad si se establecen políticas en favor de la gente y no guiadas por el lucro.
Desde esta perspectiva, un desarrollo equitativo y con igualdad de oportunidades sólo podrá ser posible si se sacude el actual sistema económico, que favorece a los países ricos y a las personas adineradas.
En cambio, el Banco, según el principal de los ocho autores del informe, Francisco Ferreira, «propone una revolución, pero una revolución paciente, pacífica y pro-mercado».