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Agrocombustibles y negocios para pocos

Banqueros y corporaciones alzan las copas

Fuentes: APM

Hay fiesta porque dicen que los productos agrarios seguirán con precios altos, lo que perjudicará a los consumidores. Lo admiten los mismos que festejan «Los precios de los productos agrícolas se recuperan: buenas noticias para algunos productores, pero no para los consumidores (de alimentos)». A confesión de parte relevo de pruebas, reza un viejo dicho […]

Hay fiesta porque dicen que los productos agrarios seguirán con precios altos, lo que perjudicará a los consumidores. Lo admiten los mismos que festejan

«Los precios de los productos agrícolas se recuperan: buenas noticias para algunos productores, pero no para los consumidores (de alimentos)». A confesión de parte relevo de pruebas, reza un viejo dicho leguleyo.

Así se expresó el jueves último Infobae, uno de los diarios argentinos más representativos del poder económico y financiero, relativamente nuevo en el espacio mediático local pero conservador por antonomasia. Qué le restará decir entonces a los medios contrahegemónicos como APM, que vienen considerando al proyecto agrocombustibles como nuevo paradigma de dependencia para los países del Sur.

Esto es lo que sostiene también el «Informe de Situación y Perspectivas de la Agricultura y la Vida Rural en las Américas 2007», que analiza el «desarrollo sostenible» del medio rural en esa región a través de los cuatro objetivos estratégicos señalados por los ministros de agricultura en el Plan AGRO 2003-2015: la competitividad, la equidad, la sustentabilidad y la gobernabilidad de la agricultura y los territorios rurales.

Según el informe, publicado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), «en los últimos años, los precios internacionales de los productos agrícolas han experimentado una fuerte recuperación. Las proyecciones del Instituto de Investigaciones en Políticas Agrícolas y Alimentarias sugieren que, en el mediano plazo, los precios que regirán para el maíz y los aceites vegetales serán 50 por ciento más altos que los que en promedio se dieron en la década pasada; el trigo y los productos lácteos serán 40 por ciento más costosos; las semillas oleaginosas y el azúcar entre 20 y 26 por ciento más caros; y los precios de las carnes serán entre 12 y 14 por ciento más altos.

Casi todos los análisis coinciden en señalar que la tendencia alcista en los precios internacionales de las materias primas agrarias responde a las expectativas abiertas por el programa de agrocombustibles, impulsado por el gobierno de Estados Unidos, con el apoyo entusiasta de su par de Brasil (con Argentina el gran exportador de primarios agrícolas del Mercado Común del Sur – Mercosur-).

«Esa conducta de los precios de los bienes agrícolas, que apuntan a batir marcas históricas, garantizan un alto ingreso de divisas y un buen nivel de retenciones (impuestos). Esto permitiría descomprimir la dependencia del ingreso de capitales financieros y aminorar el impacto internacional, como la actual crisis hipotecaria de Estados Unidos», dice el informe.

Sin embargo, el documento omite que esos ingresos, en su mayor parte, pasan a engrosar las arcas del sector financiero, quedando en los Estados un saldo minoritario, destinado a programas sociales que no atacan el problema de fondo de la región: la creciente brecha distributiva y sistemas impositivos que cargan sobre los sectores con menos recursos, mediante la aplicación del Impuesto al Valor Agregado (IVA).

Es por eso que, en Argentina, por ejemplo, los banqueros descorchan champaña para brindar. El titular de Banco Santander Río, Enrique Cristofani dijo el miércoles que la caída de los mercados bursátiles a nivel global encuentra al sistema bancario local «muy consolidado».

Según un cable de la agencia privada de noticias DyN, distribuido el pasado jueves, el presidente de Citibank Argentina, Juan Bruchou señaló que si bien falta dinero para los mercados emergentes, «esto no va a afectar especialmente a la Argentina porque los precios de las ‘commodities’ siguen muy firmes».

En el mismo sentido, Cristofani estimó que es «importante» diferenciar lo financiero de lo económico, ya que «mientras por un lado hay una crisis, por otro, los precios de la soja siguen subiendo».