Gran parte de los niños de la ciudad iraquí de Baquba no pueden disfrutar de la escuela ni del juego. Se los roba la violencia que desatan las continuas operaciones militares. Solo dos escuelas provinciales públicas y un jardín preescolar privado funcionan hoy en esta localidad, 50 kilómetros al norte de Bagdad, cuyos 280.000 habitantes […]
Gran parte de los niños de la ciudad iraquí de Baquba no pueden disfrutar de la escuela ni del juego. Se los roba la violencia que desatan las continuas operaciones militares.
Solo dos escuelas provinciales públicas y un jardín preescolar privado funcionan hoy en esta localidad, 50 kilómetros al norte de Bagdad, cuyos 280.000 habitantes muchas veces ni siquiera acceden al alimento que necesitan.
«Nadie habla de chocolate o de pasteles. Los iraquíes sabemos que no son importantes», dijo a IPS Wissam Jafar, residente en Baquba. «Los padres apenas podemos conseguir una alimentación básica», acotó Mahdi Hassan, padre de cuatro hijos. Y muchas veces ni eso.
«Los niños comen lo mismo que los otros miembros de la familia. Los juguetes y los juegos se ofrecen solamente en fiestas y ocasiones especiales», agregó Jafar.
Baquba, capital de la oriental provincia de Diyala, estuvo en el centro de fuertes operaciones militares estadounidenses para combatir a la red terrorista Al-Qaeda. Sus habitantes sufrieron la violencia causada por ambas partes.
Por ahora, para toda una generación de niños iraquíes, la mera supervivencia es un asunto fundamental. Medio millón de niños fallecieron durante el periodo de sanciones económicas impuestas contra Iraq en los años 90, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En 1996, la periodista Lesley Stahl preguntó a la entonces secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos Madeleine Albright en el programa «60 minutos», de la cadena CBS, si ella pensaba que el precio de medio millón de niños muertos valía la pena.
Ella respondió: «Pienso que ésta es una opción muy dura, pero vale la pena.»
En ese periodo, falleció uno de cada ocho niños iraquíes por desnutrición, enfermedades prevenibles y falta de medicinas.
«En los años 90, los niños estaban desnutridos pero podían encontrar un lugar para jugar en las calles. Hoy ni siquiera pueden salir de casa por culpa de la violencia. Y muchísimos fueron asesinados», dijo a IPS el economista local Khalid Alí.
En Baquba hay un parque con algunos columpios para que jueguen los niños. Otro fue renovado hace poco por una organización no gubernamental iraquí. Los dos se llenan de gente en feriados y vacaciones, días en que los padres se sienten obligados a olvidar los riesgos para que sus hijos disfruten, aunque sea, un poco.
Otros días, no se ve en esos parques a más de dos o tres familias.
A Sajid Asim, que gana un salario de 175 dólares por mes en el Departamento de Agua, el dinero apenas le alcanza para alimentar a su familia.
«Es seguro que no habrá dinero extra para alimentos, ropa y juegos, o para llevar a los niños a picnics», dijo. Y la situación es aun peor para quienes no tienen empleo, que son muchos.
«La enseñanza se vio golpeada por la situación política en Iraq», dijo a IPS Salma Majid, directora de una escuela primaria de Baquba.
«A menudo los niños no pueden ir a clase. Podemos tener más de tres días libres en una semana. Todo el año académico puede verse demorado por la violencia extrema de este año», se lamentó.
«La escuela puede brindar a los niños la oportunidad de jugar, pero a veces eso no es seguro. Los morteros alcanzaron varios edificios escolares», agregó.
Según un informe de la organización Oxfam sobre Iraq difundido el 30 de julio, «92 por ciento de los niños tienen problemas de aprendizaje que son ampliamente atribuibles al actual clima de temor».
«Las escuelas habitualmente están cerradas, pues maestros y alumnos tienen miedo. Unos 800.000 niños podrían estar ahora fuera de las escuelas», agrega el estudio, basado sobre una estimación de la filial británica de la organización internacional Save the Children.
Oxfam también advirtió que la desnutrición infantil aumentó de 19 por ciento antes de la invasión de 2003 a 28 por ciento en la actualidad. «Más de 11 por ciento de los bebés nacieron con peso insuficiente en 2006, ante el cuatro por ciento de 2003», sostiene el informe.
La escasez generó toda clase de dificultades para los niños. «Pongo un sandwich en la mochila de mi hijo para que lo lleve a la escuela. Cuando él vuelve a casa, dice que no pudo comerlo porque sus compañeros de clase no llevan su propia comida», dijo una madre que se negó a dar su nombre.
Maestro en una escuela primaria local, Alí Abbas dijo que ahora es común que los estudiantes lleguen sin haber desayunado.
«Un día, una niña se desmayó. La llevamos inmediatamente a la dirección. Cuando recuperó la conciencia, me dijo que no había desayunado», relató Abbas.
«Nadie habla de chocolate o de pasteles. Los iraquíes sabemos que no son importantes», dijo a IPS Wissam Jafar, residente en Baquba. «Los padres apenas podemos conseguir una alimentación básica», acotó Mahdi Hassan, padre de cuatro hijos. Y muchas veces ni eso.
«Los niños comen lo mismo que los otros miembros de la familia. Los juguetes y los juegos se ofrecen solamente en fiestas y ocasiones especiales», agregó Jafar.
Baquba, capital de la oriental provincia de Diyala, estuvo en el centro de fuertes operaciones militares estadounidenses para combatir a la red terrorista Al-Qaeda. Sus habitantes sufrieron la violencia causada por ambas partes.
Por ahora, para toda una generación de niños iraquíes, la mera supervivencia es un asunto fundamental. Medio millón de niños fallecieron durante el periodo de sanciones económicas impuestas contra Iraq en los años 90, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En 1996, la periodista Lesley Stahl preguntó a la entonces secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos Madeleine Albright en el programa «60 minutos», de la cadena CBS, si ella pensaba que el precio de medio millón de niños muertos valía la pena.
Ella respondió: «Pienso que ésta es una opción muy dura, pero vale la pena.»
En ese periodo, falleció uno de cada ocho niños iraquíes por desnutrición, enfermedades prevenibles y falta de medicinas.
«En los años 90, los niños estaban desnutridos pero podían encontrar un lugar para jugar en las calles. Hoy ni siquiera pueden salir de casa por culpa de la violencia. Y muchísimos fueron asesinados», dijo a IPS el economista local Khalid Alí.
En Baquba hay un parque con algunos columpios para que jueguen los niños. Otro fue renovado hace poco por una organización no gubernamental iraquí. Los dos se llenan de gente en feriados y vacaciones, días en que los padres se sienten obligados a olvidar los riesgos para que sus hijos disfruten, aunque sea, un poco.
Otros días, no se ve en esos parques a más de dos o tres familias.
A Sajid Asim, que gana un salario de 175 dólares por mes en el Departamento de Agua, el dinero apenas le alcanza para alimentar a su familia.
«Es seguro que no habrá dinero extra para alimentos, ropa y juegos, o para llevar a los niños a picnics», dijo. Y la situación es aun peor para quienes no tienen empleo, que son muchos.
«La enseñanza se vio golpeada por la situación política en Iraq», dijo a IPS Salma Majid, directora de una escuela primaria de Baquba.
«A menudo los niños no pueden ir a clase. Podemos tener más de tres días libres en una semana. Todo el año académico puede verse demorado por la violencia extrema de este año», se lamentó.
«La escuela puede brindar a los niños la oportunidad de jugar, pero a veces eso no es seguro. Los morteros alcanzaron varios edificios escolares», agregó.
Según un informe de la organización Oxfam sobre Iraq difundido el 30 de julio, «92 por ciento de los niños tienen problemas de aprendizaje que son ampliamente atribuibles al actual clima de temor».
«Las escuelas habitualmente están cerradas, pues maestros y alumnos tienen miedo. Unos 800.000 niños podrían estar ahora fuera de las escuelas», agrega el estudio, basado sobre una estimación de la filial británica de la organización internacional Save the Children.
Oxfam también advirtió que la desnutrición infantil aumentó de 19 por ciento antes de la invasión de 2003 a 28 por ciento en la actualidad. «Más de 11 por ciento de los bebés nacieron con peso insuficiente en 2006, ante el cuatro por ciento de 2003», sostiene el informe.
La escasez generó toda clase de dificultades para los niños. «Pongo un sandwich en la mochila de mi hijo para que lo lleve a la escuela. Cuando él vuelve a casa, dice que no pudo comerlo porque sus compañeros de clase no llevan su propia comida», dijo una madre que se negó a dar su nombre.
Maestro en una escuela primaria local, Alí Abbas dijo que ahora es común que los estudiantes lleguen sin haber desayunado.
«Un día, una niña se desmayó. La llevamos inmediatamente a la dirección. Cuando recuperó la conciencia, me dijo que no había desayunado», relató Abbas.